Capitulo 12

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NARRA ALEXIA

Acababa de aterrizar en Barcelona después de volver del partido contra el Athletic club de Bilbao.

El día anterior había llamado a Diana nada más acabar el partido. Me encontré que estaba con mi madre y mi hermana. Me dijo que le habían dado el alta y que al día siguiente ya se podía ir, así que lo primero que hice al salir del aeropuerto fue ir hacia el hospital.

Bon día preciosa—dije al entrar. Me acerqué a ella para dejar un beso en su frente.

—Bon día—dijo con una sonrisa de oreja a oreja—. Te he echado de menos—añadió tímida.

Yo la miré sorprendida por lo directa que había sido, pero rápidamente cambié mi expresión a una sonrisa.

—Yo también te he echado de menos—hablé acercándome a ella.

La morena me abrazó por la cintura y apoyó su cabeza en mi abdomen ya que yo estaba de pie y ella sentada. Estuvimos abrazadas durante un rato hasta que entró una enfermera al cuarto, por lo que nos separamos rápidamente.

—Buenos días—nos saludó—. Me falta que firmes este papel y ya podrás empezar a recoger todo e irte—se dirigió a Diana.

Le entregó el papel junto a un boli a la escritora, esta sin leer nada lo firmó y se lo entregó.

—Tendrás que venir de lunes a viernes todos los días durante un tiempo para hacer la quimio—habló la enfermera cuando cogió los papeles—. Ya te enviaremos un mensaje. Ahora ya me voy para que puedas vestirte e irte.

—Que pases un buen dia—se despidió de la enfermera—. ¿Me ayudas?

Asentí y le di mis manos para ayudar a que se levantase. Una vez de pie fui al baño a buscar su ropa que le había traído hace unos días.

—Vas a quedarte en mi casa, ¿lo sabes?—la avisé. No podía dejar que se quedase sola, no por lo menos los siguientes días de salir del hospital. Podría pasarle cualquier cosa y me sentiría la culpable por no haberla cuidado.

La chica me fulminó con la mirada.

—No me voy a quedar en tu casa.

—Si te vas a quedar en mi casa.

Ella negó.

—Que no, no quiero ser una carga para ti, solo voy a molestarte—agachó la cabeza.

Me acerqué y le cogí el mentón con mis dedos para que me mirase.

—No vas a molestarme, así que vas a quedarte en mi casa—ordené.

Vi como tragaba saliva nerviosa. Asintió con la cabeza y luego miró hacia otro lado a causa del nerviosismo, así que volví a hacer que me mirase para poder dejar un beso en sus labios. Me encantaba el sabor a cereza que tenían, me estaba volviendo adicta.

La ayudé a vestirse intentando mirarla lo menos posible. No quería que se sintiera incómoda. Yo estaba con los ojos cerrados cuando escuché como empezaba a reír.

—Ale, ya puedes abrir los ojos—dijo divertida.

Yo la fulminé con la mirada.

—No quería incomodarte, si lo sé a la próxima me salgo de la habitación—me había picado.

Me abrazó y apoyó la barbilla en mi pecho para poder mirarme a los ojos.

—Contigo estoy de todo menos incómoda—dijo tímida.

La abracé y dejé un beso en su frente.

—Vamos a casa, debes tener ganas de salir de aquí.

—Por favor, un rato más aquí y me mato—murmuró riendo.

Supernova-Alexia PutellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora