Capítulo 17

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NARRA DIANA

Estábamos a miércoles, eso significaba que podía volver a trabajar por las mañanas. Después de comer tenía que irme rapidísimo hacia el hospital para hacer la quimioterapia. Era una mierda tener que ir cada día, pero sabía que esta vez me iba a recuperar rápido. Alexia estaba siendo un apoyo fundamental para mí y cada día iba a mejor.

Obviamente los médicos me echaron bronca por la borrachera que había pillado, pero al ver que no había afectado a nada se tranquilizaron un poco.

Y por no hablar de la resaca que tuve a la mañana siguiente, estuve todo el día metida en la cama sin poder hacer nada del dolor de cabeza que tenía. Me prometí que no volvería a beber nunca.

Me despertó la horrible alarma de Alexia. Me encantaba dormir con ella, dormía genial, pero la alarma que sonaba cada día a las 6 de la mañana para ir al gimnasio era un completo horror. Además tenía el volumen de la alarma, y en general de las notificaciones, altísimo.

—¿Algún día te quitarás esa alarma?—pregunté al notar que dejaba un beso en mi frente antes de levantarse, pero yo evité que lo hiciese ya que le cogí la mano.

—Desde que duermo contigo duermo mejor, así que no puedo quitármela si no quiero llegar tarde al gimnasio—me respondió. Hasta en momentos así me decía cosas bonitas.

—Sáltatelo hoy y quédate conmigo—pedí poniendo ojos de cachorrito—. Porfa...

—No puedes mirarme así, no puedo decirte que no—se quejó volviendo a tumbarse en la cama.

La abracé feliz y dejé besos por toda su cara hasta terminar en sus labios, expresándole toda mi felicidad.

—Si quieres podemos hacer cardio de otra manera—propuse traviesa.

Puso sus manos en mis caderas y me sentó en su regazo.

—Me gusta tu idea.

[• • •]

—Vienes muy feliz hoy, eh—bromeó Alba al verme entrar—. Por lo que me han dicho es muy buena en la cama.

—No hemos hecho nada—se notaba que estaba mintiendo, estaba roja como un tomate.

—Por esto te has puesto roja, ¿no?—preguntó con una sonrisa burlona.

La fulminé con la mirada.

—Me alegra que hayas vuelto—añadió.

—Yo también me alegro de volver, echaba de menos a los peques.

—¿Y a mi no?—dijo ofendida en broma—. Que le digo a mi hermana que te deje.

—No me amenaces que la convenzo  para que te quedes sin herencia de su parte—amenacé esta vez yo.

No pudimos aguantar más la risa y estallamos a carcajadas. Nos abrazamos durante un rato.

—Todos te echan de menos—murmuró.

—Y yo a ellos. Bueno, menos a Carmen—susurré lo último.

Carmen era el ser humano más insoportable del mundo. Era la típica profesora que todos odiaban y trataba fatal a los niños, siempre los intentaba dejar en ridículo. Además que si no le hablabas en catalán no te respondía. Era una vieja amargada.

El día pasó rápido y agotador. Quería a esos niños con todo mi corazón, pero todas las preguntas que me hicieron al respecto de mi enfermedad e instancia en el hospital me agotaron.

Supernova-Alexia PutellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora