Capitulo 8

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NARRA DIANA

Me desperté y me encontré que los brazos que me habían rodeado durante toda la noche no estaban, cosa que hizo que empezara a sobre pensar. ¿Que estaba haciendo? Sabía que habíamos dicho que dejásemos que todo fluyera, ¿pero eso no era ir demasiado rápido? No podía volver a repetirse lo de esa noche en mucho tiempo.

No me dolía tanto la cabeza como lo creía. Normalmente no solía salir de fiesta así que no tenia mucha resistencia al alcohol. No es que se dijera que tenía muchas amistades con las que salir. Tener tenía, pero eran amigas que solo me necesitaban para pasar el rato y casi nunca me invitaban a ir de fiesta con ellas.

Decidí levantarme de la cama y dejar de pensar. Era la mejor opción.

Salí del cuarto sigilosamente y fui a la planta de abajo. Recreé el camino que hice la última vez que estuve para dirigirme a la cocina, donde estaba Alexia mirando que podía preparar para desayunar.

—Buenos días—murmuró con una sonrisa.

—Bon día—dije con la típica voz ronca de recién levantada.

—¿Que tal has dormido?—me preguntó.

¿Sinceramente? Había dormido genial. Las únicas veces que había podido dormir bien eran las que había dormido con ella. Pero esto no se lo podía decir. Así que me decanté por bromear, como hacía siempre con la gente que tenía confianza. Espera ¿porque le tengo tanta confianza? Otra pregunta más para comerme la cabeza.

—Bueno, la almohada no es que estuviera muy cómoda...

—Si te duermes encima de mis abdominales pues es normal—siguió el juego. Me gustaba la idea de que no tuviera que estar incómoda hablando con ella por si no pillaba mis chistes, cosa que me pasaba con mis amigas ya que no los entendían.

—No fui yo la que abrazó a la otra—le repliqué.

—Yo solo te abracé porque me habías dado ternura, fuiste tú la que se durmió al momento—se defendió.

—No es culpa mía que tuviera frío y tú me dieras calor—me defendí yo también, aunque sabía que era mentira.

—Lo que tú digas—dijo riendo, así que yo rodé los ojos. Me picaba rapidísimo por todo, daba igual que fuera en broma o no, siempre acababa enfadada.

—¿Me ayudas a preparar tortitas?—preguntó.

Yo asentí con la cabeza, sin hablarle.

—A vale, no me quieres hablar—dijo cuando vio mi comportamiento—. A ver cuanto tardas en volver a hacerlo.

—¿Escucho a alguien hablar pero no veo a nadie? ¿Hola?—dije divertida.

—Vale nena, tú ignorame—dijo y no pude evitar sonrojarme.

¿Me había llamado nena? ¿Porque cojones me había gustado tanto que me llamase así?

—Si te has hasta puesto roja—me picó poniendo las manos en mis mejillas.

Puse mis manos encima de las suyas para que las apartara.

—Déjame y no vuelvas a llamarme así en tu vida—dije amenazante. En en fondo, sabía que me moría de ganas de que me volviese a llamar así.

—Vale, nena—hizo énfasis en la última palabra.

Le di un puñetazo flojo en el hombro y me giré para que no viera la sonrisa que se me había escapado.

Una persona tosiendo en el marco de la puerta hizo que nos diéramos cuenta de lo cerca que estábamos. Nos separamos de golpe y miramos a las chicas que estaban en la puerta. Patri, Jana y Bruna estaban en la puerta contemplando, como si se tratase De la Rosa de Guadalupe, nuestra escena ligando. Bueno, no se si se podría decir que estábamos ligando, porque más que eso nos estábamos picando, pero se entiende.

—¡Bon día!—dijo Jana como si no hubiese visto nada.

—Bon día—dijo Alexia con una risa nerviosa.

¿Porque conmigo era tan atrevida y con las demás no?

Yo imité a Alexia y también solté un "Bon día" nervioso.

—¿Estáis haciendo tortitas?—preguntó Bruna emocionada.

—Estamos usando mi receta especial—dijo Alexia.

Por los ingredientes que veía no se porque decía que era especial ya que yo había hecho así las tortitas durante toda mi vida, pero decidí no aportar nada.

Justo cuando las estábamos sirviendo despertaron Mapi e Ingrid, que por los comentarios de las demás chicas se podía deducir que habían pasado una buena noche.

—Di—llamó mi atención Bruna mientras me sentaba en la mesa, al lado de Alexia.

—Dime—despegué mi vista de la rubia que tenía al lado y la dirigí a la castaña.

—¿Este jueves tienes algo que hacer?

Yo me quedé pensando. Ese jueves no tenía nada a parte de la excursión a los volcanes de Olot con el cole.

—No, no tengo nada—dije después de darle otro repaso a mi agenda mental. No sé ni porque lo hacía, mi vida se basaba en ir a trabajar y luego pasar más tardes en mi casa sentada en frente del ordenador escribiendo.

—Entonces ya tienes plan, vienes a nuestro partido—habló ahora Jana.

—Ay si, así me haces compañía en la grada—dijo Mapi. Por lo que me había contado Alexia, Mapi estaba lesionada de algo de la rodilla. No me enteré demasiado cuando empezó a decir nombres de huesos que no sabía ni que existían.

—Depende la hora puedo ir, justo el jueves tengo excursión con los peques y llego media hora más tarde al cole—dije.

—Es a las siete y media, yo creo que llegas—habló Alexia.

—¿Hay aparcamiento fácil?—pregunté.

—Tranquila que vas al VIP, puedes llegar y aparcar dentro del estadio a la hora que quieras, solo que si llegas muy tarde procura no atropellar a nadie—dijo Patri.

Yo asentí con la cabeza. Me habían convencido.

—Mapi, me tendrás que ir explicando todo porque mis conocimientos de fútbol son nulos—dije mirando a la chica de Zaragoza.

Todas sonrieron y celebraron.

Alexia se levantó y fue hacia el piso da arriba. Todas nos miramos extrañadas por su actitud, pero la entendimos cuando la vimos bajar con una camiseta del Barça entre sus manos.

—Vas a tener que ir apoyando al club, ¿no?—dijo con una sonrisa que hacía que se me mojaran las bragas. Madre mía, ¿que me está haciendo esta chica?

Me tendió la camiseta y pude ver que tenía el dorsal 11 y el nombre de la rubia detrás.

—No me gusta este número, prefiero el de Patri—bromeé.

Vi como rodaba los ojos.

—No te sabes ni su dorsal—murmuró.

—Claro que me lo sé—dije haciéndome la interesante.

Todas las presentes en la mesa gesticulaban con la boca el número, pero aún así seguía sin entender nada.

—¿El veinte?

Alexia rió y Patri se llevó la mano a la frente.

—Soy el doce—dijo la mallorquina riendo.

—¿He dicho el veinte? Quería decir el doce—dije divertida.

Todas rieron y Alexia me tiró su camiseta.

—Anda, calla y pruébatela.






En el próximo capítulo vais a sufrir un poco 😈😈

Supernova-Alexia PutellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora