28. BUEN CORAZÓN, MAL CARÁCTER

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NARRA VICTORIA

— Darío—, le doy un empujoncito con una pierna y le oigo murmurar algo— despierta, tengo hambre.

Me he despertado hace diez minutos y me siento mareada y con un terrible dolor de cabeza. Intenté levantarme de la cama, pero me daba vueltas todo, seguramente por la pastilla que me ha recetado Gery o por el poco descanso que he tenido.

Ahora me fijo con más detalle y me maravilla el lujo en el que vive.

Toda la habitación es de un blanco inmaculado. La cama matrimonial tiene sábanas sedosas de color negro y hacia la derecha hay una puerta corrediza que conduce a la terraza. A la izquierda hay un jacuzzi de color igualmente blanco y en la parte frontal hay una fina pantalla de plasma lo bastante amplia para cubrir prácticamente la totalidad de la misma. El techo está totalmente recubierto de lucecitas de color azul y blanco que alivian la visión y el aroma es realmente inigualable; la esencia de los acordes de los jazmines, el almizcle y el pachulí te hacen despertar en un auténtico edén.

Le hecho otro vistazo y me doy cuenta de que ha vuelto a dormirse, así que no puedo evitar besarlo y rozo despacio sus labios contra los míos. Se tapa con la almohada y roda sobre sí mismo, hasta colocarse boca abajo.

Me levanto de la cama y me pongo la camisa. Abro la puerta y me encuentro ante un largo y blanquecino pasillo con escaleras de subida y de bajada.

"Mejor baja, es probable que si subes te encuentres con una cámara de tortura."

Sigo mi instinto y bajo las escaleras que conducen directamente al comedor, pero la cocina no se ve. En esta casa se necesita un plano si uno no quiere perderse. El comedor es tan lujoso como esperaba. En la pared de enfrente hay un televisor tan moderno y gigantesco como el de su cuarto y una chimenea eléctrica que encaja perfectamente con el ambiente navideño. En el centro hay una mesa blanca redonda con seis sillas de terciopelo y el sofá crema lo hace parecer mucho más acogedor.

Me fijo en una mujer vestida con un traje de color entre gris y blanco y me decido a acercarme a ella, tal vez pueda ayudarme a encontrar lo que busco.

— Hola, yo soy...

— Sé quién eres, Darío me dijo que trajo a casa un ángel del que tendré que cuidar. Yo soy Anna.

Su sonrisa tranquilizadora y la amabilidad con la que me responde me hacen armarme de valor para continuar con lo que quería decir.

— Ah, ¿puede decirme dónde está la cocina...?

— Sígueme y dime qué quieres comer. Tengo una receta secreta de tortitas con sirope de arce, frutos rojos y nueces que deja boquiabierto a Darío cada vez que las come, ¿quieres probarlas?

La cofia que tiene en la cabeza me dice que es una de las mujeres que se ocupan de la casa, y su actitud carismática y agradable me indica que lo hace con mucho gusto.

— ¡Suena delicioso! ¿me dejas ayudarte?

— No quisiera que te ensuciaras, Darío dijo...

— No importa lo que haya dicho Darío, quiero ayudarte e incluso aprender a hacerlas.

— Eres una verdadera dulzura, jovencita—, sus ojos oscuros me examinan— espero que no te importe, pero a veces Darío solía traer aquí a chicas que se creían divas de Hollywood. Era una verdadera tortura para mí soportar sus payasadas.

— ¿Y este mes ha traído a alguien? — La sigo por un pasillo blanco y le susurro por si acaso el demonio anda cerca y así evitar que me oiga cotillear.

No puedo dejarla ir +21  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora