NARRA DARIO
Me fijo en la morena que parece tener rostro angelical, pero no tengo ni idea de quién es, ni de quién soy yo, mi mente se siente vacía de cualquier tipo de ideación, y desearía saber qué está pasando y dónde estoy, cómo he llegado hasta aquí, y quiénes son el resto de las personas que cruzan la puerta.
Sus ojos son de un azul infinito, y sinceramente, aunque no recuerde nada, estoy convencido de que sus pupilas, no creo que ninguna otra persona en el mundo las posea.
La veo inmóvil a la izquierda, junto a mi camilla, y se la ve muy delgada, probablemente le vendrían bien unos kilos de más, porque, aunque no la conozco, su rostro parece bastante demacrado. Veo que lleva unos jeans que parecen una o dos tallas más grandes, el pelo grasiento y desordenado y los labios surcados. Las ojeras le llegan hasta la mitad de los pómulos y ahora me doy cuenta de que, aparte de los ojos, no tiene ningún otro rasgo atractivo.
Me duele todo el cuerpo y no puedo ni moverme porque lo siento todo rígido.
— Señor—, una mujer vestida con una bata blanca que lleva una placa con el nombre de Jasmín está de pie frente a mí, pero no puedo fijarme bien debido a las pequeñas bombillas del techo que parecen intentar cegarme— ¿puede decirme su nombre?
¿Mi nombre? ¿cómo diablos me llamo? empiezo a pensar, pero no consigo recordar nada, todo es oscuridad y penumbra, y el dolor de cabeza que siento me hace desorientarme.
— Y si no me preguntas nada porque no tengo ni la más remota noción de nada, y tal vez me acuerde más tarde, y mejor me dejas a mí preguntarte a ti—. Intento levantarme de la camilla, pero un dolor y una punzada que me provienen de la espalda me cortan la respiración.
— Cariño, por favor, no te muevas tan bruscamente, es probable que...
La morena se me acerca y, aunque parece bastante simpática, prefiero no fiarme de nadie hasta que reciba algunas explicaciones.
— No necesito ayuda—. Retiro sus manos de mi hombro.
— He pasado tres semanas con el corazón hecho añicos porque creía que te había perdido, y no tengo ninguna intención de marcharme de esta sala sin ti, ¡aunque ni siquiera te acuerdes de mi nombre!
Sinceramente no me importan las lágrimas que derrama, ya que esta mujer podría ser una cualquiera, y aunque fuera una persona importante, de momento no me importa en absoluto.
— Mujer, ¿estás loca o finges?
— Hermano... tranquilo...
Un hombre de unos treinta años parece que también me conoce, pero todas las personas de esta sala, empezando por la morena, hasta él y la rubia que me observa boquiabierta, espero que se vayan y me dejen averiguar qué demonios estoy haciendo aquí, porque las sensaciones del nerviosismo, frustración e irritación empiezan a hacer acto de presencia en mi interior.
— Salid todos menos Jasmín, ella es la única con la que voy a hablar.
— Por favor, salgan de la sala, estaré con ustedes en un momento—. La doctora los observa a todos con suma atención, y yo recibo una mirada de pena por parte de cada uno.
— No me voy a ir, Darío me necesita...
La mujer que parece obsesionada conmigo y hace que empiece a inquietarme, se echa a llorar y, además, ¿quién es Darío?
— Por favor, entiéndelo, volveré para darte una explicación más detallada—. Jasmín la conduce a la salida.
Oigo cómo su llanto suena como si quisiera inundar todos los rincones de la habitación, y me alegro de que la doctora la haya sacado hasta afuera.
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No puedo dejarla ir +21 #1
RomanceCuanto más lo observo, más siento su aura peligrosa y sombría que me atrae como un imán. Tiene una forma particular de imponerse y de presentarse. Es inquietante y desafiante, aterrador y letal. Parece ser el tipo de hombre que te enamora con una si...