Capítulo I ⚔️

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Sentada en la silla delante de la enorme mesa ovalada de madera oscura, apoyo los brazos en la mesa y mis manos una en cada mejilla, sosteniendo mi cabeza. Miro el libro que tengo delante, abierto, y leo las palabras. Intento concentrarme, pero sabiendo que mi hermano está por ahí jugando y que está sola fuera en el patio, eso me aterra.

Solamente por una razón, que es por la que estoy leyendo este libro que se titula: 'Las criaturas'. En Lyren, mi reino, hay miles de peligros, desde monstruos pequeños y letales, hasta enormes y feroces. Desde que hace cuatro años nos atacaron, no puedo vivir tranquila y cada segundo del día lo paso con mi hermano pequeño, Marlón.

Otra razón por la que ya no vivo tranquila es porque mi padre, el rey de Lyren, fue a la guerra contra esas cosas hace un año y medio y no volvió. Desde entonces, mi madre, la reina Carolina, es la que gobierna el reino, y cuando ella ya no lo haga, lo tendré que hacer yo.

—Princesa. —Levanto la vista para ver a Briged, que lleva un vestido sencillo color huevo y un delantal blanco manchado de chocolate. Cuando ve que la estoy mirando y atendiendo, sigue hablando—. El príncipe... —No dejo que termine la oración; me levanto directamente, lo hago con tanta brusquedad que las patas de la silla de madera chirrían contra el suelo de mármol y arrugo la nariz ante tan horrible sonido, que me recuerda a los gritos de los orcos.

Salgo de la biblioteca corriendo y el sonido rítmico que marcan mis tacones contra el suelo forrado de alfombra roja acelera aún más mi corazón.

—¡Mi Señora! —Escucho gritar a la mujer muy detrás de mí. La ignoro y sigo corriendo. Bajo las escaleras principales del vestíbulo y sigo recto hasta la salida. Cuando estoy arriba de los escalones de la salida, miro a todos lados en busca de alguna amenaza.

Los guardias están tranquilos. No lo entiendo.

A lo lejos, puedo ver a mi hermano correr hacia aquí. Me cojo el vestido para poder bajar los escalones mejor y los bajo a toda prisa.

Cuando ya estoy abajo, corro hacia él, con el corazón en un puño. Mientras corremos los dos para encontrarnos, lo examino de arriba abajo, pero no está herido.

Cuando ya lo tengo enfrente, no dudo en abrazarlo y lo pego a mi pecho.

—¿Dónde estabas? —pregunto con la respiración agitada y el corazón a mil por hora.

—Había salido a explorar. —responde sin aire.

—No puedes salir a explorar solo, Marlón.

Mi hermano se separa de mí un poco para poder mirarme a los ojos. Yo le aguanto la mirada y examino sus ojos color gris.

—¿Por qué? Papá lo hacía. —responde y se me rompe el corazón en mil pedazos. No quiero que mi hermano tome como ejemplo a nuestro padre. No quiero que acabe como él. Muerto.

—Quiero que te olvides de papá, ¿vale? —Me mira sin entender nada.

—¿Por qué? —pregunta.

—Porque papá ya no está. —Respondo con dificultad.

—Pero lo llamamos y así volverá. —Ojalá fuera tan fácil como dices, Marlón; quiero decirle, pero me callo y me limito a niegar con la cabeza, con una sonrisa falsa en los labios.

—No. —toma aire para hablar, pero lo interrumpo. No quiero hablar más de este tema—. Vámonos con Jax, que no sé cómo esta vez te has librado de él.

—Eso es porque soy el mejor. —responde con ego.

—Baja de las nubes, Mar —río—. No tengas el ego tan alto.

Cuando por fin mi hermano de cuatro años está bajo el cuidado de Jax, su guardia personal, puedo estar leyendo tranquila.

La noche cayó hace rato y estoy en mi cama, estirada leyendo el mismo libro que esta mañana.

Llevo seis meses investigando estas criaturas, pero no puedo averiguar gran cosa si no las veo en persona, cosa que no me apetece, porque sería lo último que vería en mi vida. Pero durante todas estas semanas he estado estancada, leyendo todo el rato lo mismo y ya me he dado cuenta de que no puedo averiguar nada más, que estas criaturas van más allá de lo que dicen los libros.

Al menos he averiguado que los Trasgos habitan en zonas subterráneas y oscuras; no les puede dar la luz del sol. Luego están los Ñarmyn, una especie de medio persona deformada que mide un metro, pero no los puedes juzgar por su apariencia porque son de los más agresivos y peligrosos, y viven en zonas soleadas y sin agua. Luego están los Gerbin, una especie de águilas enormes que escupen fuego azul; sus plumas son de color ceniza y viven en lo alto de las montañas nevadas. Los Hatchan tienen cuerpo humano, cabeza de serpiente y pies de pato; puede hacer bastante gracia ver sus pies, pero te aseguro que su mirada es mortífera, literalmente te puede matar solo con mirarte fijamente a los ojos.

Hay muchos más seres en mi reino, pero esos son los que he estado profundizando más, porque son los que habitan por esta zona.

Me levanto de mi cama y cierro el libro. Camino hacia la mesa cuadrada de color marrón claro en el centro de mi habitación, donde tengo todos los libros y mapas. Cojo uno de los mapas más grandes que tengo y lo observo.

Es el mapa de Lyren, donde he marcado y puesto todos los nombres de las criaturas aladas, cada nombre y cada dibujo de cada criatura en la zona donde viven. Donde estoy yo ahora, es decir, donde está el castillo, es el centro de Lyren: Hambia. Todo Hambia está rodeado de Taxgus y Xucs, Lambis y Cheyrms. No son criaturas de las más peligrosas, pero sí que son peligrosas.

Reprimo un bostezo. No debería ir a dormir, tengo que seguir investigando sobre el hábitat y poderes de las criaturas que viven en Lyren. Así podré saber a qué me enfrento, como lo hizo mi padre, y así podré saber cómo aniquilar a cada uno de ellos y vengar la muerte de mi padre y de todos aquellos que murieron por culpa de estas asquerosas y repugnantes criaturas.

Intento reprimir el siguiente bostezo, pero me gana y me veo obligada a abrir la boca para dejarlo salir.

Sí, debería dormir. Me dirijo a la cama y me tumbo boca abajo. Debería ponerme un camisón para dormir, pero cierro los ojos y me quedo completamente dormida.


Sed de sangre y venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora