Capítulo XIII ⚔️

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Cuando me despierto, la luz del sol entra por el ventanal de mis aposentos.

Me levanto de la cama con cuidado y deposito mis pies en el frío suelo de mármol. Intento repartir mi peso en mis dos piernas, pero caigo al suelo y en ese momento una visión me inunda la vista.

—No puedes dejarnos —exclama mi madre.

Ella está en la sala de estrategia del castillo con... mi padre. Él la mira con pena.

—Es mi deber, también es mi reino —se excusa.

—Tienes dos hijos —le recuerda ella, furiosa—. Y me tienes a mí.

Mi padre suspira y da un paso hacia mi madre. Ella lo mira incrédula.

—Halgyan era el reino de mis padres y ahora es mío. Debo defenderlos y llevarlos hasta la victoria —declara mi padre, convencido—. Si no derrotamos a los Hatchan, vendrán aquí con sus creaciones como los Ñarmyn, trasgos, orcos, lambis y todas las criaturas malignas.

—Pero...

—Carolina, tienes que entenderlo. Los dos sabemos que si estuvieras en mi situación, harías lo mismo.

Mi madre agacha la cabeza y mira al suelo, pero mi padre apoya sus dedos en el mentón de la reina y levanta su rostro con dulzura.

—Sé que me estás diciendo todo esto solo porque temes que no vuelva.

—Sí —confiesa mi madre con voz temblorosa.

—Pues volveré y permitiré que Melany se conecte con un dragón y que, si quiere, gobierne Halgyan con su pareja.

—O puede quedarse aquí, en Lyren —lo contradice mi madre.

Mi padre sonríe.

—Ella elegirá, mi amor.

—Sí, ella elegirá —concuerda mi madre con una sonrisa.

Los dos se abrazan y puedo escuchar que mi madre le susurra algo a su esposo.

—Prométeme que volverás.

Se separan y mi padre deposita sus manos en sus hombros.

—Lo prometo.

Todo empieza a dar vueltas y cuando me doy cuenta, estoy en el suelo de mármol, sentada con la espalda apoyada en la cama.

Debo contárselo a los chicos.

Mientras camino por los pasillos con prisa, busco a Lion y a los chicos pero no tengo éxito. Se me ocurre que alguno de ellos podría estar en la sala de entrenamiento, así que vuelvo por donde he venido y paso de largo de mis aposentos hasta llegar a la sala.

Doy con ella y veo a dos chicos entrenando, pero me llevo una enorme decepción al ver que uno de ellos es Alex. Dudo mucho que el otro sea uno de mis amigos, ya que todos lo odian tanto como yo.

Cuando me doy la vuelta para salir de la estancia sigilosamente, es demasiado tarde, los repiqueteos de acero se detienen y la voz del príncipe mimado me llama.

—Melany.

Me obligo a darme la vuelta para caminar hacia él.

A pesar de ir armado, me siento desprotegida. Las advertencias de Harlin resuenan en las paredes de mi cabeza.

—Aunque tú seas la verdadera princesa, su madre es la reina temporalmente, y ella es igual de gilipollas que él. Si su hijo querido se queja de algo, la reina no dudará ni un momento en rebajarle la cabeza a aquel que se le antoje arrebatarle la vida a su hijo.

Sed de sangre y venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora