Capítulo XI ⚔️

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Sentada en un sillón enfrente del de Sam.

Me han traído a una habitación iluminada por antorchas en las paredes y una chimenea en la pared, al lado de la entrada. Sam y yo estamos enfrente de la chimenea de piedra, entre nosotros hay una pequeña mesita ovalada de madera oscura.

Harlin, Lion y Brak están por la habitación, con una cama de dos plazas... Básicamente es como mi habitación, pero con una chimenea añadida. Ojalá yo la tuviera también...

—Bueno —comienza el rubio. Su pelo es dorado a la luz del fuego y sus ojos brillan como estrellas en el cielo nocturno—. Comienzo.

—Sí, venga, no tengo toda la noche.

Este suspira con una sonrisa en los labios y yo no puedo evitar hacer lo mismo.

—Este continente, esta isla, es algo parecido a Lyren, pero los peligros y las criaturas que hay aquí son mucho más peligrosas que allí. —Explica y yo lo atiendo con atención—. Tu padre sabía la existencia de todo esto, pero la reina no. El rey siempre que podía venía, a lomos de su dragón, el Señor de todos los dragones, Karlynarop.

Arrugo la nariz al escuchar el nombre y Sam asiente.

—Lo sé, los nombres de los dragones son muy raros. —Sigue—. Este tuvo descendientes, hasta llegar a Arlyn, tu dragón. En los libros nunca se ha escrito la localización exacta de los dragones, básicamente porque nadie la sabía, porque nadie sabía la existencia de esta isla o reino, como lo quieras llamar.

Recuerdo cómo me volví loca buscando la localización de los dragones.

—Tu padre...

—Tu padre sabía que la gente de Halgyan estaba en peligro y que los dragones necesitaban jinetes, para poder vencer a todos aquellos seres malignos, así que tu padre, ordenó que todos los dragones se conectaran con algún humano. —Explica Harlin, de brazos cruzados desde la otra punta de la estancia. Ni siquiera nos mira, está apoyado en el marco de la ventana, mirando el exterior nocturno—. No era fácil, los dragones no socializan con los humanos y fue duro y complicado para ellos, pero cuando encontraban a la persona indicada, se les hacía muy fácil hablar con ellos —sigue sin mirarnos—, todo jinete de dragón ha estado destinado a su dragón desde que nació.

Acaba de explicar y me mira furiosamente a los ojos.

—¿Por qué iba a dar órdenes mi padre a los dragones? —Pregunto sin entender.

—Melany —me llama Brak, desde el borde de la cama, sentado, me mira—. Tu padre no es solo el rey de Lyren, sino también de aquí, de Halgyan.

Me quedo helada.

—¿Pero el tío de antes, no era el príncipe? ¿Acaso mi padre se ha casado con otra señora? —La última idea me aterroriza y puedo ver cómo los chicos lo notan.

—No, Melany, cálmate. —Interviene Lion, calmándome.

—¿Entonces? No lo entiendo.

Los chicos se miran entre sí, indecisos, sin saber qué decir. Pero Harlin suspira y me mira directamente a los ojos.

—Melany, tu padre es el rey de Lyren y de Halgyan, tu padre gobernaba ambos reinos, pero desde que desapareció...

—¿Desapareció aquí? —Pregunto cabreada y asustada, levantándome del sillón. Por eso nunca encontraron su cuerpo. Resulta que no desapareció ni murió en la guerra contra las criaturas malignas de Lyren, murió aquí, haciendo no sé qué—. ¿¡Y no me lo decís!?

Empiezo a ponerme nerviosa, porque yo pensaba que mi padre estaba a salvo, aquí, pero no, resulta que es verdad que desapareció, pero en un reino que no conozco de nada, así nunca podré encontrarlo.

Sed de sangre y venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora