Capítulo VI ⚔️

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No tardo ni un segundo en dejar de llorar. Desenvaino las dagas que me quedan y me sorprendo al ver a dos chicos mirándome fijamente. Uno de ellos alza las manos, mostrándose indefenso a pesar de ir armado hasta los dientes y llevar armadura.

Uno de ellos tiene el pelo negro como el carbón y los ojos azules, preciosos. Luego está el otro chico, que me mira con los brazos cruzados y la barbilla levantada. Sus ojos son marrones claros, al igual que su cabello, y tiene un pequeño inicio de barba, sus ropas estan mojadas, supongo que sera el que me habra sacado del río.

—Tranquila —dice el de ojos azules, y lo miro fijamente.

—¿Quiénes sois? —pregunto desconfiada.

—Un "gracias" no estaría mal —interviene el castaño.

—¿Perdona? —lo miro con el ceño fruncido.

—He sido yo quien te ha sacado del río —dice dando un paso al frente, y yo levanto las dagas. Sonríe irónicamente—. No me dan miedo tus patéticas dagas.

Lanzo una de ellas y se clava justo en el tronco del árbol que tiene al lado. El chico ni se inmuta y solo sonríe disimuladamente.

—Bueno... —añade el pelinegro mirando de reojo hacia donde ha aterrizado mi daga.

—¿Qué haces aquí? —pregunta volviendo a mirarme—. Nadie cruza el río de Scalryn así sin más.

—Mis asuntos no os incumben. —Respondo borde.

—Para ser tus salvadores, eres muy borde —dice el chico apoyándose en el tronco donde está mi daga. Este la mira, se descruza de brazos y arranca la daga sin ningún esfuerzo. Me la lanza directa a la cabeza, pero la cojo antes de que se me clave, quedando a centímetros de mi nariz.

—Brak, ya basta —le advierte el de los ojos azules mirándolo. Brak pone los ojos en blanco y se vuelve a cruzar de brazos.

—Pero ni siquiera le he hecho un rasguño —dice inocente.

Ellos hablan mientras yo cojo bien la daga y me muevo sigilosamente, saliendo corriendo de allí.

Hago un gran esfuerzo para no llorar y por apoyar el pie malo. Los relinchos de Neo no se borran de mi mente.

—¡Ey! —escucho que gritan detrás mío.

Corro más rápido y los árboles pasan a mi lado como un borrón. 

No aparto la mirada del frente.

Voy apartando las ramas de los árboles con las manos para que no se interpongan en mi cara y me impidan ver.

Pero un cuerpo choca contra mí y me tira al suelo. Ruedo y caigo encima del cuerpo, mirando fijamente unos ojos verdes claros.

Enfurezco la mirada e intento clavarle la daga en la cara, pero él hace fuerza contra mí y rueda, quitándome de encima suyo. Quedo yo debajo del cuerpo.

—Tranquila —dice con voz suave a pesar de estar intentando quitarme las armas con una fuerza brutal.

Impulso mi rodilla hacia su estómago y le golpeo. Él gime de dolor y se quita de encima mío. Aprovecho, me levanto y sigo corriendo.

Sin quererlo, las lágrimas escapan de mis ojos mientras corro sin ningún descanso, auqnue mi pie derecho me suplica que pare.

Mi Neo, mi caballo.

Sollozo mientras corro y las lágrimas van pasando en línea horizontal, ya que el viento que me da de lleno en la cara no les permite caer verticalmente.

Una flecha se clava en un árbol que pronto dejo atrás.

Mierda.

Acelero el ritmo.

Sed de sangre y venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora