Capítulo V ⚔️

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Cuando ya estoy lista, con todo preparado, salgo por la puerta de mis aposentos, que por suerte, no hay guardias custodiándola. Camino a hurtadillas por el pasillo hasta que llego a la esquina donde están las grandes escaleras que bajan al vestíbulo. Me asomo y puedo ver a dos guardias haciendo guardia en las puertas que todavía están abiertas; estarán esperando algún mensaje de última hora de las ciudades vecinas. Cojo un candelabro de la pared, lo apago y lo tiro lejos, y resuena con muchísima fuerza. Los guardias se sobresaltan, desenfundan las armas y caminan con sigilo hacia donde está el candelabro. Aprovecho para bajar las escaleras a toda prisa y salgo del castillo.

Cuando bajo los escalones miro al castillo, blanco y enorme.

Una ligera brisa hace que unos mechones me acaricien las mejillas y me encojo con una sonrisa ante el tacto de mi pelo con mi piel. Escondo ambos mechones detrás de mis orejas.

La verdad, me siento bastante ligera, ya que me he vestido con unas botas de montar que me llegan hasta las rodillas, unos pantalones apretados color marrón oscuro, con un corpiño marrón claro que se une por delante con una cuerda del mismo color y debajo del corpiño llevo una camisa blanca de manga larga. Y también, por primera vez, me he equipado con dagas y me he atado una espada en mi cintura.

También he robado bastante comida de la cocina y me la he metido toda en la bolsa que llevo colgada en el hombro.

Ahora, me dirijo a los establos, para coger a mi caballo. Cuando entro en el establo, me acerco al box donde está Neo, mi caballo. Abro la puerta de su compartimento y la cierro detrás de mí, lo equipo con la silla, le pongo la brida, le peino un poco las crines y cuando ya está listo, le pongo también las alforjas donde pongo la bolsa con comida.

Salgo del compartimento y me acerco al armario que hay en el establo, abro la puerta y cojo una capa color morado, con los bordes dorados y que lleva la bandera de Lyren, el caballo blanco con los tulipanes. Me la ato y me pongo la capucha, entro en el compartimento de Neo, y lo saco fuera y lo monto.

Salgo del establo al paso y saco el mapa enrollado de una de las alforjas. Para llegar hasta esa isla, primero tengo que cruzar el... bosque Sombrío. Levanto la vista y miro el bosque, que está a lo lejos.

No me jodas.

Miro otra vez el mapa y puedo ver que no hay otro camino. Enrollo el mapa y me lo guardo debajo del corpiño y espoleo a Neo al trote y de esa forma llegamos enfrente de la entrada del bosque.

Tengo miedo, no lo voy a negar, pero no me voy a echar ahora atrás, quiero saber qué le pasó a mi padre y si de verdad está vivo, quiero saber por qué está en la isla que señala el mapa. Miro atrás, al castillo, y no me lo pienso más, porque sé que si lo vuelvo a hacer me echaré atrás, así que taconeo a Neo y este entra al bosque al galope.

Galopamos entre los árboles negros sin hojas, que me arañan las mejillas e intentan cogerme, pero Neo es rápido y las dejamos atrás, mientras que otras me intentan coger y así constantemente. Los cascos del caballo galopan y hacen eco cuando hacen contacto con el suelo con polvo negro, que es ceniza quemada. Cada vez vamos más rápido y más rápido hasta que Neo, desgraciadamente, tropieza y salgo disparada de la silla y choco bruscamente contra unas raíces de unos árboles.

El sabor a sangre me inunda la boca. Miro hacia Neo que sigue galopando por mi lado hacia no sé dónde.

—¡Neo! —lo llamo, pero este no me obedece y galopa sin control por los alrededores, y veo cómo los estribos golpean sus costados sin ningún tipo de control. Se va a tropezar con las riendas y se va a caer.

Me levanto, pero descubro que una rama me coge por el tobillo.

Mierda.

Desenvaino una daga y corto la maldita rama y me pongo en pie, tardo en darme cuenta de que la rama me ha apretado tanto al cogerme que me ha hecho sangre y no puedo apoyar bien el pie.

Sed de sangre y venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora