Capítulo VII ⚔️

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Cuando llegamos al campamento, el sol de la tarde se filtra entre las hojas de los árboles. El campamento está bien equipado: hay una hoguera bastante grande apagada en el centro, rodeada por dos troncos cortados por la mitad y apoyados horizontalmente en el suelo. También hay dos tipis improvisados y más allá, un puñado de caballos rodeados por árboles.

Sin pensarlo y sin importarme lo que piensen los chicos, camino cojeando hacia los caballos. Veo uno pequeño que es igual de grande que mis aposentos, y luego los árboles y pinos forman una especie de círculo alrededor de esta zona.

—¿A dónde va? —escucho que susurra uno de ellos.

Camino con dificultad hasta un caballo negro.

—No te acerques a ese —dice Brak desde los troncos. Lo ignoro y me acerco igualmente—. Se quiere suicidar.

El caballo negro, que es más oscuro que el color de Neo, me mira atentamente. Es muy grande e imponente y sus cascos son más grandes que mi propia mano.

Doy un paso hacia el caballo y este, con las orejas en punta, también lo hace.

—¿Cómo...? —Escucho.

Levanto la mano con sumo cuidado y acaricio el hocico aterciopelado del animal. Exhala aire caliente por sus ollares y me sobresalto, pero enseguida me recompongo y sonrío. Gano confianza y me acerco un poco más, continuando con las caricias. El caballo se muestra cariñoso y amigable.

Empieza a lamer la palma de mi mano y yo río por las cosquillas que me provoca.

—¿Cómo lo has hecho? —pregunta Brak cerca de mí. Me giro para mirarlo. Se está acercando con cuidado, y el rubio y Lion lo siguen de cerca.

—¿Cómo hago el qué? —pregunto.

—Ese es el caballo de Harlin. Solo él puede controlarlo y acercarse a él. Con nosotros se comporta como un auténtico capullo —responde Brak.

—Vosotros sois los que os comportáis como auténticos capullos —responde Harlin, caminando hacia nosotros con confianza. No me aparto y él se queda a mi lado, observando a su caballo.

Harlin.

Lo miro y puedo ver la cicatriz que tiene en la mejilla. Su mirada es letal y reprimo un escalofrío.

Me mira.

—Puede que le caigas bien, pero a mí no. No te acerques a Bryl —dice, y chasquea la lengua, haciendo que su caballo se aleje.

¿Pero este tío?

Me lo quedo mirando, incrédula, y él me asesina con la mirada. 

—Melany —me llama Lion a mi lado—. Tengo que curarte. Vamos.

Me lo quedo mirando, incredula y este me asesina con la mirada, yo no me quedo atras y se la devuelbo.

—Melany —me llama Lion a mi lado—. Tengo que curarte. Vamos.


Estoy sentada, con la cadera apoyada en uno de los troncos que hay alrededor de la hoguera, que ahora está encendida porque la noche ya ha caído.

Mientras Lion me cose la herida, no aparto la mirada de las llamas. No puedo parar de pensar en Neo y en qué hubiera pasado si tan solo lo hubiera dejado en los establos reales y hubiera ido a pie.

No había caído en que tenía que cruzar un río y que tendría que dejar a Neo. Los ojos se me inundan de lágrimas, pero las intento contener.

Me siento observada, pero no me molesto en mirar quién me está mirando, ya que todos los demás están cenando, aunque yo no tengo hambre. A pesar de todo lo que me ha pasado, sorprendentemente no tengo hambre.

Sed de sangre y venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora