Nada más pensar eso, Chuuya empezó a imaginarse la sonrisa de superioridad aunque algo amarga que estaría esbozando Dazai sentado en el banquillo y tuvo que apretar los puños de la rabia. Odiaba ceder frente a él, pero lo cierto era que no podía hacer nada.
- Chuuya, querido, ¿de verdad vas a dejar ganar a Dazai una vez más? Me decepcionas, pensaba que tenías más orgullo.
El abogado casi pegó un salto al oír esa voz.
- ¿Jefe? ¿Pero qué hace usted aquí? ¿No había ido a sentarse ya?
- ¿Qué clase de jefe sería si no motivase a mis empleados? No puedo permitir que tires la toalla antes de tiempo, y menos cuando de tu determinación depende que se salve un peón tan importante como mi querido Dazai-kun.
- Jefe, es usted un mafioso. El Departamento de Recursos Humanos no se le va a echar encima si no nos motiva.
- Ya me entiendes - dijo Mori esbozando una sonrisa que le daba un aire paternal -. ¿Quién está al mando? ¿El acusado? ¿O su abogado?
Chuuya tuvo que admitir que Mori tenía razón. Lo había estado enfocando de la forma equivocada. Todos esos años que habían pasado juntos como compañeros, había sido Dazai quien se encargaba de hacer los planes. Él se limitaba a hacerle caso porque aunque protestase y le llamase imbécil, en el fondo sabía que si le obedecía todo saldría bien. Pero esta vez no era así, de manera que él debía ser quien tomase la iniciativa.
Al tener esa revelación, Chuuya empezó a reír. Al principio de forma casi imperceptible. Luego, como un maníaco.
- Suficiente - le paró Mori, haciendo que su subordinado se diera cuenta de que no estaba solo.
- Perdón - se disculpó, avergonzado. Suponía que era el estrés de todos esos días pasándole factura -. Es que ya sé cómo le voy a dar la vuelta a esto. Dazai siempre ha estado mal de la cabeza, ¿no? - dijo acordándose de las cicatrices que afeaban los blancos antebrazos de Dazai. La primera vez que las había visto le había entrado un escalofrío porque recordaba haber presenciado muchos de los intentos de Dazai pero ninguno como aquel. Por el tamaño de las marcas, ese casi le costó la vida.
Mori asintió, visiblemente satisfecho con la conclusión a la que había llegado su subordinado. Para eso le había pasado el informe que había redactado el psiquiatra de Dazai.
- Lo ideal sería que le declarasen inimputable, claro, pero me temo que ya es mucho pedir y más teniendo en cuanta quién es el juez - comentó con un escalofrío al invocar la imagen de Jouno Saigiku -. Claro que conque no le envíen al patíbulo me conformo. De la cárcel se sale, del cementerio no.
- Bueno, ya veo que tienes todo controlado. Ahora sí me voy a sentar, que si no me tendré que quedar de pie y uno ya está mayor para esas cosas - se despidió su jefe.
La mirada de Chuuya había ganado un brillo que no tenía al principio de la conversación. Por primera vez en mucho tiempo se sentía optimista, aunque una pequeña voz en su interior no dejó de hacerle notar que estaba feo salvarle la vida a Dazai solo para llevarle a un sitio donde sabía que sería infeliz. Qué impertinente se ponía la conciencia de vez en cuando.
***
Dazai estaba sentado, intentando ignorar a los periodistas que ya estaban ahí antes de que él llegase. Sospechaba que si les hubieran dejado se habrían pasado la noche en la sala para coger un buen sitio. Ni que fueran a ver a Taylor Swift, se dijo harto de las fotos y los cuchicheos.
Para distraerse intentó pensar en otra cosa pero solo se le venían a la mente recuerdos de Ranpo, cosa que no lo ayudaba en absoluto.
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Buenas noches (una historia de Bungō Stray Dogs)
FanfictionRanpo era el mayor detective que el mundo recordaba haber visto jamás. Había resuelto miles de casos y parecía tener una prometedora carrera por delante. Sin embargo, un día las portadas de todos los periódicos anuncian su muerte a manos de su compa...