- Que dé comienzo el segundo día del juicio - dijo el juez y dio un golpe con el mazo -. Puede subir a declarar el primer testigo del día.
- Su Señoría, con permiso - habló Chuuya.
Jouno enarcó una ceja como diciendo «ya empezamos» pero igualmente le dio luz verde para hablar.
- Permiso concedido, siempre y cuando la cosa vaya rápida.
- He conseguido pruebas irrefutables de la inocencia de mi cliente - un murmullo se extendió entre la audiencia y se oyó el rasgueo de los bolígrafos y el repiqueteo de los teclados de los periodistas.
- Y yo he conseguido ganar la lotería - dijo el juez en el tono más borde posible para callarlos a todos.
- ¿En serio?
- No, no estaría aquí si fuera el caso - replicó el magistrado -. ¿Qué quieres? ¿Que te aplauda?
- No, quiero intervenir ahora para exponerlas.
- ¡Protesto, no es su turno! - intervino Dan Kazuo.
- Protesta aceptada - asintió el juez -. Cuando tengas que defender a ese... - imparcialidad, se recordó Jouno -, a tu cliente ya las presentarás. Ahora cállese para que el siguiente testigo pueda declarar.
Chuuya se calló sintiéndose afortunado por no haber recibido amenazas de golpes en la cabeza con un mazo. Al menos ahora Atsushi tendría más tiempo para conseguir las pruebas.
El siguiente testigo era el médico que había hecho la autopsia. Tras jurar que no iba a cometer perjurio, inició su declaración.
- Yo hice la autopsia - comenzó.
- ¡Ya lo sabemos! - gritó alguien de la audiencia.
- El hombre del quinto asiento de la tercera fila en la segunda planta, que abandone la sala - dijo el juez sin contemplaciones.
El hombre en cuestión abrió mucho los ojos.
- ¿Cómo sabe que he sido yo?
- Soy ciego, no sordo. Lárguese antes de que le prohíba asistir a otro juicio en su vida por gracioso. Prosiga, por favor.
- Gracias - el doctor era un hombre de pocas palabras y cara de pocos amigos. Teniendo en cuenta que se dedicaba a hacer autopsias, las dos cosas eran bastante adecuadas -. Ya intuía que no era una muerte natural así que busqué, entre otras cosas, venenos. En principio solo hallé una gran cantidad de trimipramina - al ver que la gente no reaccionaba, decidió aclararlo -. Uno de los antidepresivos más comunes. Y el mismo tipo que tenía recetado el acusado.
La audiencia soltó un «ahhhhh» colectivo.
- Y uno de los más comunes - recalcó Chuuya.
- ¿Insinúa que no pertenecían a su cliente? Porque hay muchas pruebas que indican que sí...
- No, yo no insinúo nada. Por favor, siga, no quería interrumpirle por nada del mundo.
- De cualquier manera, la dosis de trimipramina no era letal. Así que seguí buscando y encontré, además de otros calmantes administrados a Ranpo Edogawa por el hospital, ácido prúsico.
De nuevo, nada.
- Cianuro.
Otro murmullo, esta vez más alto, salió de los espectadores.
- Acetaminofeno - dijo el juez. La gente se calló -. ¿Si ahora digo Paracetamol seguiréis hablando? ¡Cállense de una vez!
- La muerte de Ranpo Edogawa se produjo por el fallo cardíaco y cerebral causado por la ingesta de cianuro - terminó su declaración el médico. Parecía dispuesto a bajar del estrado pero Chuuya lo detuvo.
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Buenas noches (una historia de Bungō Stray Dogs)
Hayran KurguRanpo era el mayor detective que el mundo recordaba haber visto jamás. Había resuelto miles de casos y parecía tener una prometedora carrera por delante. Sin embargo, un día las portadas de todos los periódicos anuncian su muerte a manos de su compa...