- Fukuzawa-san, está usted mintiendo - dijo el juez. En la sala se hizo un silencio absoluto y la tensión se podía haber cortado con un cuchillo -. Es preocupante, usted ha jurado decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
- No estoy mintiendo. Así pasaron las cosas.
- Su tono de voz ha cambiado en un momento. Ha habido una leve vacilación. Podrá engañar a cualquier otro, pero yo jamás me equivoco en estas cosas. Cada matiz de la voz humana aporta una gran cantidad de información y yo estoy acostumbrado a interpretarla. Así que o bien Ranpo Edogawa no terminó en el hospital con un disparo en la cabeza o eso no le trae malos recuerdos.
A Fukuzawa se le crispó la mano, aunque su expresión facial se mantuvo inmutable.
- Tiene usted razón, Su Señoría. El disparo en la cabeza fue lo de menos - el pronunciar esas palabras provocó el mismo efecto que si hubiera prendido fuego a la mecha de unos cartuchos de dinamita. La gente murmuraba incrédula antes de darle la oportunidad de expresarse bien. Fukuzawa se aclaró la garganta antes de puntualizar lo que había dicho -. El disparo en la cabeza fue lo de menos por lo que se descubrió en el hospital. Eso es lo que lo cambió todo y lo que me trae tan malos recuerdos.
Un leve murmullo que sonó sospechosamente parecido a un suspiro de alivio recorrió la sala. Se habían adelantado a juzgar.
Dazai quería poner los ojos en blanco pero se contuvo. O eso pensó él. Chuuya vio claramente como sus iris y pupilas desaparecían y se volvió a preguntar por qué ni estando en la situación en la que estaba era capaz de mantener la compostura. Aunque debía admitir que esta vez la reacción era bastante proporcionada. Si las personas que estaban contemplando el juicio en esos momentos creían que a Fukuzawa no le importaba Ranpo, estaban mal de la cabeza. En esos momentos Ranpo era lo único que le importaba.
Una vez que el silencio volvió a reinar en la sala, el juez le dio permiso a Fukuzawa para proseguir con su declaración y Dazai revivió por enésima vez lo que había pasado ese día.
- ¿Así que es aquí? - Dazai miró el edificio de apariencia normal que estaba subiendo la cuesta, a unos cien metros de donde habían aparcado el coche. Parecía el hogar de una abuelita, no de un asesino en serie. Pero claro, si Ranpo afirmaba que era ahí, él ponía la mano en el fuego porque tenía razón.
- Sí. Ya, ya sé que parece la casa de una abuela - parecía que Ranpo le hubiese leído la mente - pero según mi deducción, nuestro hombre vive aquí.
- ¿Allanamos la casa? - Dazai ya parecía dispuesto a forzar la puerta aunque eso implicase meterse voluntariamente dentro de la boca del lobo.
- Alto ahí, Dazai - una voz severa le hizo detenerse -. ¿Es que quieres acabar arrestado? No tenemos ninguna prueba para acusar al propietario.
- Tenemos la palabra de Ranpo. ¿Acaso no es suficiente, Kunikida-kun?
El hombre rubio sentado al volante del coche suspiró. Les había llevado porque necesitaban todos los refuerzos posibles y ese caso podía ser demasiado duro para los novatos. Además, a Ranpo no le gustaba coger el transporte público.
- No es que no confíe en Ranpo-san - al oír esto Ranpo murmuró un irónico «muchas gracias, hombre» entre dientes -, pero ni siquiera nosotros podemos arrestar a alguien sin pruebas.
- Seguro que dentro de la casa hay de todo para meterle entre rejas, aunque teniendo en cuenta que el tipo está intentando crear a un guerrero zombie no sé si acabará tras las rejas del psiquiátrico o las de la cárcel. Me inclino más por las del primer sitio.
- Yo también - le apoyó Ranpo -. Pero Kunikida tiene razón. No podemos entrar ahí sin más. Por eso he desarrollado un sofisticado plan. Como sabéis, he llegado a la conclusión de que él es el asesino después de visitar muchos foros en los que se hablaba de la receta de las narices esa. Esta persona estaba en todos. Luego accedí a todas sus redes sociales y tiene una cantidad de contenido demencial sobre la magia negra. Y sobre sus dos carlinos, pero eso ya es otra cosa. Pero es que también he conseguido otros datos suyos como el pasaporte, el carné de identidad o sus pedidos a tiendas online. Kunikida, pásame lo que tú ya sabes.
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Buenas noches (una historia de Bungō Stray Dogs)
FanfictionRanpo era el mayor detective que el mundo recordaba haber visto jamás. Había resuelto miles de casos y parecía tener una prometedora carrera por delante. Sin embargo, un día las portadas de todos los periódicos anuncian su muerte a manos de su compa...