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- Disculpe, Su Señoría - Chuuya interrumpió el relato de Fukuzawa para dirigirse al juez -. Si el testigo no estuvo ahí, ¿no deberíamos llamar a alguien que sí? Él está contando lo que le han contado, pero teniendo a las dos personas que presenciaron todos los acontecimientos me parece una soberana estupidez no escucharlas a ellas.

Parecía que la comisura del labio de Jouno subía un poco en un amago de sonrisa al escuchar algo con sentido aquella mañana.

- Que suba a declarar el señor Kunikida - decretó -. Ya luego continuará Fukuzawa-san. Y no - de alguna forma había notado que Dazai estaba abriendo la boca para protestar -, usted no puede salir. No es su turno. Ya hablará luego, aunque después de notar lo que le gusta tocar las narices igual llegado el momento prefiere quedarse callado.

Vaya, pensó Dazai. El juez le había calado a la perfección.

Kunikida subió al estrado aparentemente sereno pero cualquiera que se fijase en su lenguaje corporal vería que estaba bastante nervioso. Tenía un pequeño tic en el ojo izquierdo y le sudaban las palmas de las manos. En realidad lo que le pasaba era que se encontraba en medio de un dilema moral. No quería perjudicar a Dazai y menos de la conversación que habían tenido un rato antes pero tampoco le apetecía darle la espalda a Fukuzawa. Al fin y al cabo, tenía razón. Dazai había matado a Ranpo, aunque no hubiera sido con mala intención.

- ¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? Cualquier testimonio que se pruebe falso será tenido en cuenta como un delito contra el Estado y como tal será juzgado.

- Lo juro - dijo con la mano en la Biblia. Él era cristiano.

- Pues bien, cuéntenos que pasó después de que disparasen a Ranpo Edogawa.

Kunikida tragó saliva y se dispuso a hablar.

- Ranpo se desplomó de inmediato, pero no fue el único. Takashita también cayó tras sufrir un placaje de Dazai, que había dejado de fingir estar inconsciente tras notar como se movía rápidamente, demasiado rápidamente para una persona que parecía no haber hecho ejercicio en su vida, en mi opinión, para agarrar la otra pistola. Pero había sido demasiado lento. Demasiado lento, veía que pensaba Dazai. Podía ver la preocupación en su mirada, seguro que estaba pensando en que por su culpa ahora Ranpo se desangraba en el suelo. Dazai no aparenta preocupase por la gente pero en verdad sí lo hace, se lo aseguro. Pero en ese momento recordó que no había tiempo para lamentarse y que o actuaban ya o Ranpo moriría. «¡Kunikida, llama a la ambulancia, ya me encargo yo de este pedazo de mierda!», me gritó.

- ¿Palabras textuales? - Preguntó Chuuya, que había visto el cielo abierto ante esa declaración. Dazai nunca le había comentado que había sido él quien ordenó que se llamase a la ambulancia.

- Sí, fue justamente lo que me dijo - afirmó Kunikida -. Jamás olvidaré ese día, a partir de ahí todo fue de mal en peor - en ese momento rememoró los ojos de Dazai, que en ese instante habían tenido un brillo helado que le había hecho recordar de golpe que Dazai había estado en la Port Mafia, aunque claro, no le pareció necesario comentarle ese detalle al juez. Los antecedentes de Dazai habían sido ocultados cuidadosamente y ni siquiera en esos momentos Fukuzawa los había sacado a la luz -. Me apresuré a obedecer y corrí a taponar la hemorragia. No creo que hiciera un mal trabajo y la herida no era ni mucho menos mortal, pero eché de menos la presencia de Yosano, nuestra doctora.

- A ver si lo entiendo - volvió a interrumpir Chuuya. Como abogado, tenía derecho a hacer las preguntas que quisiera -. Fue Dazai, el mismo al que se está jugando en estos momentos por haber asesinado a Ranpo quien se preocupó por él y te hizo reaccionar para que pudieras salvarle la vida.

- Sí.

- ¿Crees que alguien que hizo eso luego mataría a la misma persona a la que tanto quiso salvar? ¿O al menos crees que lo hizo con mala intención?

Buenas noches (una historia de Bungō Stray Dogs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora