▫️Capítulo 2▫️

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Mientras Iván vuelve a darle la razón a Ailen, confiando ciegamente en ella y estando màs seguro que nunca de que no está preparado para elegir entre una de las dos, Suly recibe a Lìa con los brazos abiertos en la puerta de su casa, y es que su hermana es su consentida, y la única la razón por la que sigue allí.

La pequeña tiene solo seis años, demasiado poco para entender la realidad en la que vive: y es que solo tiene a Suly, su hermana es la única que la cuida y se preocupa por ella en esa maldita casa.

— Tranquila mi pequeña escritora, – murmuró Doña Lidia solo para las dos.– todo va a estar bien, yo me quedo con ella en la tarde.

Suly asintió con los ojos cargados de lágrimas, y es que la abuela de Iván era lo màs parecido a una familia que había tenido siempre, ella y su nieto eran lo único que valía la pena a parte de su hermana, por ellos seguía en la ciudad, por ellos tenía que salir de ese hoyo en el que se estaba hundiendo nuevamente.

Porque el hecho de que Alejandro le hubiera prometido no decir nada de lo que había pasado no cambiaba el que se hiciera presente, el chico la entendía, pero también era el mejor amigo de Iván y se sentía mal por no poder contarle, pero tampoco podía traicionar a Suly, él no era así.

Ale era ese tipo de amigos que sin importar como estuviesen las cosas podías contar con él, y a pesar de que el día que conoció a Suly le cayó de la patada, con el tiempo le había tomado muchísimo cariño y no pensaba dejarla sola.

Ese día se abrieron las puertas de un nuevo curso escolar que les cambiaría la vida a todos.

Era la felicidad de una Lìa que esperaba poder hacer muchos amigos ese año, no como su hermana que siempre estaba tan apartada de todo.

Era el regreso de una Suly que no tenía recuerdos bonitos allí, al contrario, sentía que todo estaba en su contra y que a pesar de tener a sus amigas, estaba completamente sola, ese día màs que nunca lo estaba, y era triste sentirse de esa forma estando rodeada de tanta gente.

Era el alivio de una Rose que al fin podría salir de su casa, de esa que tanto la asfixiaba y poder estar con sus amigas, por eso, emocionada abrazó a Suly olvidándose por un momento de que eso conllevaba también el regreso de las críticas, y de esa tristeza infinita que siempre la acompañaba.

Era la resignación de una Vianna que no entendía el mundo que la rodeaba, que estaba cansada de que todos pensaran que alucinaba con cosas sin sentido o que estaba viendo demasiadas películas que la hacían fantasear, porque el mundo era complejo, pero sobre todo raro, y es que para ella la rareza a veces solo escondía un profundo dolor.

Era también una nueva oportunidad para una Criss que comenzaba a despertar, para una que aunque no pretendiese incluirse a un grupo en su nueva escuela, intentaba disfrutar del tiempo que pasaba lejos de lo que le hacía daño, le hacía ilusión hacer amigos, pero sabía que eso le sería imposible, ¿Quién se acercaría a la nerviosa, a la intranquila y a la inadaptada compañera recién llegada?

Mientras que para Dariàn era el regreso al aburrimiento, al caos, y al tener que coordinar horarios, ¿Y es que para que quería estar ahí? ¿Qué sentido tenía ir a un lugar en donde lo que le enseñaban no le daba de comer cada noche?

Pero por otro lado, era la escapatoria para un Alejandro que necesitaba huir de sus problemas y de su familia, que necesitaba ser libre por primera vez en mucho tiempo.

Era un martirio para un Iván que aunque lo negase le afectó que Suly no le dirigiese la palabra, porque aunque sabía que le estaba dando su espacio lo estaba matando su indiferencia, y es que le jodìa que lo viera como si fuera un niño que no sabía enfrentarse solo a sus problemas o como si fuera incapaz de reconocer si Ailen le estaba ocultando algo o no.

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