▫️"No es un final✨, solo un paréntesis ✍🏻"▫️

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Y de repente un día cambió para ellos, para esos amigos que juraron ser inseparables pero que entendieron, que a veces, por màs que quieras, no puedes ir en contra el tiempo, y la vida es demasiado larga, en el transcurso de esta no tendrás uno, ni dos, ni tres amigos… tendrás muchos, quizás màs de lo que querías, pero eso no puedes decidirlo. Los verdaderos amigos estarán siempre, sin importar nada, ni la distancia, ni el tiempo, pero están esos otros…los que no supieron aceptar que alejarse no significa que el cariño se acabase, sino que quizás, necesitábamos tiempo.
      
Así fue como aquel chico alegre, que iba por la vida de la mano de un pincel, decidió que por mucho que lo intentemos, a veces no es suficiente complacer a los demás, no cuando no nos complacemos a nosotros mismos, él amaba la música, eso nadie puede negarlo, ¿Pero ese era su sueño? No. Esa fue una de tantas cosas que lo unían a sus amigos, algo maravilloso, pero su vida no estaba allí, estaba en galerías de arte, en miles de exposiciones donde su nombre figurara en cada obra, en el fondo de su corazón siempre iba a querer a sus amigos, y soñaba con ver como cumplían esas miles de cosas que alguna vez se prometieron, porque era consiente, de que hay cosas de las que no se puede escapar, que hay personas, amores, amigos, sueños…que simplemente, son para siempre.
      
Bailar ya no era para aquella chica divertida su mayor prioridad, como tampoco lo era su canal de YouTube lleno de seguidores, ahora se conformaba con ese estudio fotográfico que había montado de la mano de un buen amigo, jamás olvidaría a su hermana, ni a su madre, ni a su eterno amor, pero ya no los ataba, porque sabía que eso no serviría para traerlos de vuelta. Aprendió a perdonar, pero también a soltar, no volvió a ver a aquel chico que hubiera dado todo por ella, porque él ahora viajaba por todo el mundo persiguiendo su sueño, quizás perderlo solo la hizo quererlo màs. Pero sabía que fue ella misma la que lo dejó marchar, porque estaba demasiado rota como para aceptarlo en su vida, y después, después se les hizo tarde. Pero era feliz era ella sola, pero por primera vez en su vida, eso no le molestaba, porque en su corazón siempre los tendría presentes. Ya no pasaba tardes con sus amigas, pero eso no quería decir, que no pensara en ellas, al contrario, las tenía muy presentes, y siempre sonreía al pensar que quizás, algún día, volvieran a ser las mismas de antes.
      
Por allá lejos de la ciudad, en la mejor escuela de psicología del país, estaba aquella chica que solía usar sudaderas todo el tiempo, que no creía en relaciones a distancia, que no se enamoraba del màs imbécil de la clase, y que al final, terminó rompiendo todo lo que se impuso a sí misma, ahora andaba en vestidos, elegante, sofisticada, era una de las màs populares del salón, nunca había vuelto a saber de sus antiguas amiga, pero eso no le importaba, ¿Para qué las necesitaba si ahora tenía màs y que se ajustaban a su nueva vida? Eso se repetía siempre, pero en el fondo sabía que jamás encontraría en ningún sitio aquel abrazo cálido y aquellas bromas que solía encontrar al mismo tiempo en su amiga la loca, ni aquella palabra reconfortante y sentida de su amiga la que nunca fue capaz de abrazarla, pero que la quería muchísimo.
      
Ese mismo chico que nunca había querido a nadie, y que se había dado una oportunidad. Él había comenzado a creer en la amistad y en el amor, pero al final con el tiempo había carecido de los dos, porque ya no tenía una chica a la que dedicarle canciones, porque ella estaba demasiado lejos, ni tampoco tenía amigos con los cuales ser seco y distante, pero que en el fondo los quería màs que a nada en el mundo. Sabía que su sobrina se había mejorado, pero con sus padres y su hermano nunca volvió a hablar, aún había días en los que pensaba que hubiera pasado si sus mejores amigos no hubieran dejado la carrera de música, si aún seguirían unidos como antes. A veces se recriminaba todavía haber callado, porque sentía que todo se desmoronó cuando se descubrió ese secreto que a él también le había cambiado la vida.
      
Aquel chico de mirada tierna, el que en algún momento se había dejado llevar por los celos, el que siempre tenía una frase alentadora, ahora sabía que a veces se hace demasiado tarde mientras esperas a quien no vale la pena, porque es entonces cuando pierdes a esa nueva oportunidad que la vida te había dado. Ahora era fotógrafo, era socio de una de sus antiguas amigas y les iba bien, amaba lo que hacía, y amó aun màs recibir un día una pequeña carta donde le pedían diseñar la portada de un libro que aunque nunca confesaría, se leería hasta el final, porque aunque ya no fueran los mismos de antes, él nunca iba a olvidar a esa chica que confió en él cuando todo el mundo se alejó.
      
Y en la biblioteca que estaba cerca de su nuevo apartamento, pasaba las tardes aquella chica que un día huyó de casa por miedo a su padrastro y que después de mucho tiempo le había contado todo a su madre, pero ella no le creyó, y que solo veía a su hermana de lejos, cuando agarraba el valor de ir a verla al colegio, y que ahora da talleres de manualidades para niños, y vive convencida de que el amor no se hizo para ella, es màs segura de sí misma y piensa que con quien único tiene que ser feliz es consigo misma, porque aunque alguna vez creyó encontrar una verdadera familia, todos ellos siguieron con su vida, y la única con la que hubiera podido contar, a ella la dejó sola cuando màs la necesitaba.
      
Aquella chica egoísta y popular que pasaba los días humillando a todos, terminó de mesera en una cafetería, sus padres le retiraron su apoyo y no le quedó de otra. ¿Qué si aprendió? No. A veces creo que hay personas que nunca cambian, y ella era una de esas.
      
Ese matrimonio que llevaba años fingiendo ser una familia feliz decidió separarse, ya no habían motivos para seguir juntos, porque cuando lo estaban solo le hacían daño a sus hijas e involuntariamente las alejaban cada vez màs de ellos. Cada uno siguió con su camino, pero aún se sentían culpables, porque por pensar en sí mismos habían perdido lo que màs querían en la vida: a sus hijas, ya no eran felices, ya no viajaban, ya no tenían nada.
      
Esa eterna escritora, vivió los mejores meses de verano de su vida teniendo un pequeño romance con aquel que alguna vez consideró su mejor amigo, y fue feliz, sí que lo fue, esos dos meses fueron uno de los recuerdos màs bonitos que tendría nunca, pero luego se dio cuenta que eran demasiado jóvenes, no quería cometer los mismos errores que sus amigos, y a ella le acababa de llegar la oportunidad de irse a estudiar a Barcelona, iba a ser la escritora que siempre soñó, iba a tener todo lo que siempre quiso, sus padres se habían separado, su hermana se había ido con su abuela, ya no tenía amigas, y cada vez se distanciaba màs de las chicas, su compañera de piso, su amiga, también se había ido a rehacer su vida, a cumplir sus sueños…y ella no podía quedarse detrás, por eso fue en busca de lo que tanto había soñado, le prometió a ese chico, al que quería como a nadie, que algún día regresaría, pero que lo mejor era dejar su historia con puntos suspensivos hasta entonces, no quería atarlo a ella, él no la retuvo, al contario, le deseó que volara muy alto, y le aseguró que la esperaría, ella no pudo evitar mirar hacia atrás el día que se despidieron en el aeropuerto, porque una parte suya se estaba quedando allí, con él. Pasaron mucho tiempo escribiéndose, llamándose, queriéndose a distancia, ella estaba feliz, estaba cumpliendo su sueño. La universidad, un buen amigo que hizo allí, y las fotos, cartas, mensajes y noticias que recibía de San Sebastián eran màs que suficiente para ella, además del nuevo libro que había comenzado a escribir y que ocupaba la mayor parte de su tiempo. Después de años de sacrificio, logró graduarse con honores como Licenciada en Lengua y Literatura, sus trabajos finales fueron tan magníficos que sus profesores le ofrecieron incluso presentárselos a una editorial amiga del director. Tantos cambios en su vida la hicieron replantearse muchas cosas, como la distancia que ese chico al que tanto quería había trazado entre ellos, porque ya no la llamaba, ya no le escribía, y cuando ella lo hacía ni siquiera le contestaba, fue ahí cuando se dio cuenta de que no debía volver, porque aunque siempre iba a quererlos, ya no había nada que la obligara a regresar.
      
Aquel chico cuyo mayor sueño era tener una banda con sus amigos, decidió que después de todo, lo mejor era optar por su otro anhelo, ser director de cine, pasó màs de un año aferrado a esa chica a la que en realidad nunca quiso como una simple amiga, le escribía, la llamaba, y le hacía feliz que ella siempre le contestara, pero con el tiempo, empezó a creer que ya no la quería como antes, o que quizás era ella la que ya no sentía lo mismo, y entonces pasó algo, algo que nunca le contaría a nadie y que hizo que la culpa fuera tan grande, que dejó de escribirle, y lo que eran conversaciones diarias, se volvieron en una cada un par de meses, y después ni siquiera eso. Ahora estaba centrado en sus planes, había perdido muchas cosas, sí, pero había ganado una madre, porque así era como quería a la esposa de su padre, la que lo aconsejaba y mimaba como esa personita especial que él perdió al nacer, en cambio su padre, con ese nada cambió, seguía siendo tan distante como el sueño de que alguna vez, esa chica a la que siempre querría, regresara a su vida y lo perdonara por lo que había pasado, por ese error.
      
En esos años que siguieron todos aprendieron que por mucho esfuerzo que hicieran, jamás volverían a tener la misma relación de antes, estaban demasiado ocupados en realizarse, y eso les hacía imposible ser los mismos que alguna vez fueron. Porque las cartas ya no eran cada mes, eran cada mucho tiempo, incluso años, por no hablar de las visitas, de las llamadas… pero nunca se reclamaron nada. Ellos sabían que no se iban a olvidar, pero que cada día que pasaban eran un recuerdo aun màs lejano en la mente del otro, porque así es la vida, como un día dejamos atrás a esos amiguitos de la infancia, toca hacer lo mismo con los del instituto, con los de la universidad, con los de toda la vida… Nuestra vida siempre queda marcada por lo que vivimos con cada una de esas personas, pero a veces, al igual que en esta historia, es necesario que cada uno rehaga su vida, y esperar… porque quizás, después de que cada uno de esos eternos amigos que un día se separaron, cumplan sus sueños, sin ataduras, solo entonces, quizás, puedan volver a encontrarse, pero para eso era necesario un tiempo, una despedida y un adiós, luego verían si podían reencontrarse o simplemente serían un bonito recuerdo que poco a poco quedaría atrás de ellos. Eso sí, jamás se arrepentirían de todo lo que vivieron juntos, pero eran conscientes que jamás volverían a ser los mismos.       

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