▫️Capítulo 25▫️

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Las puertas del cementerio de San Sebastián se habrían después de nueve años para alguien que no estaba dispuesta a derramar una sola lágrima màs.

__ Es extraño regresar aquí después de tanto tiempo,– murmuró frente a la tumba de Doña Lidia que se encontraba justo al lado de la de su abuelo,– y saber que usted ya no va a estar para decirme, que siempre y sí volví a entrar por la puerta de su tienda, que ya no podré llamarla para pedirle que me ayude a cocinar, que ya no preparará mi comida favorita solo para que me quedara a almorzar, es extraño no haber oído de su boca lo que le pareció mi libro, y saber que nunca lo haré, pero es aún más extraño saber que nunca volverá a diseñarme otro conjunto. Y duele, duele no haber podido ni siquiera despedirme, o darle un último abrazo. A usted no puedo mentirle, no estoy bien, mis sueños se cumplieron pero el precio fue demasiado caro… No solo perdí a mi hermana, a mi abuela, a mis amigos, y a usted, también perdí a Iván, y no puedo engañarme, eso fue lo que màs me dolió, porque lo extraño Doña Lidia, lo extraño demasiado, pero lo nuestro se acabó, igual que esas tardes en su casa donde fui tan feliz, muchas, muchas gracias, usted fue lo mejor que tuve en esta ciudad, y créame que siempre la voy a llevar conmigo a donde quiera que vaya.– en ese momento decidió que era hora de sonreírle a ambos,– solo muere aquello que se olvida, los quiero…y le prometo Doña Lidia que terminaré ese libro, solo entonces regresaré, y les traeré un ejemplar.– Volvió a sonreír antes de seguir su camino, saliendo de allí completamente segura de que podría con eso y màs.
      
Porque Suly era fuerte, porque así como salió de allí sin derramar una lágrima, se mantuvo firme cuando vio a su hermana salir del colegio, tan crecida, tan feliz, y a su abuela, tan trabajadora en la tienda de Doña Lidia, y a su vez tan acabada por el tiempo y los disgustos. Para luego ir a esconderse a su único refugio, lástima que estos siempre son descubiertos por las personas que mejor nos conocen.

__ ¡Cuánto tiempo cariño! Pensé que no volverías por aquí…– dijo Ailen mirando a Iván de arriba abajo apenas entró a la cafetería donde ahora ella trabajaba.     
  
__ ¿Dónde está? – se limitó a preguntarle, por su sonrisita sínica dedujo que sabía perfectamente de quien le estaba hablando.

__ Claro, ya suponía que no venías a verme a mí. Está en la misma mesa de siempre.– pudo comprobarlo al echarle un vistazo al local,– hay cosas que no cambian…– se volvió a centrar en ella,– eso sí, hay que reconocer que ya no es la pobre estúpida de hace un par de años, está incluso màs… guapa.

__ Claro, y sobre todo, es una escritora reconocida, con tres libros publicados y a punto de grabar una película, no es una simple mesera envidiosa…– dijo Alejandro que acababa de entrar y se paraba justo a su lado.

__ Oh, veo que hay reunión de antiguos compañeros, pero creo que se les olvidó invitarme. 

__ Es reunión de amigos, y creo que a Suly no se le olvidó invitar a absolutamente nadie, está todo el que tiene que estar,– miró de reojo a Iván, dejándole muy claro que sabía que Suly no quería verlo.

__ No me digas, ahora resulta que este es el mejor amigo…– dijo enarcando una ceja divertida mientras miraba a Ale con desprecio.

__ Solamente te voy a advertir una cosa, no te le acerques,– la amenaza salió de su boca antes de que Alejandro fuera capaz de decir nada sobre su comentario anterior.

__ No me digas que estás en plan reconquista y te da miedo que lo arruine, porque si es así creo que deberías tenerle màs miedo a Itzel que a mí…

__ No pienso repetírtelo otra vez Ailen, màs te vale que no se te ocurra acercarte a ella.

__ No sé si te habrás dado cuenta que este es mi trabajo, y en estos momentos ella es una clienta.– Estaba jugando con su paciencia y se iba a arrepentir.

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