Siempre fuiste tú,
quien acudía sin llamada,
quien buscaba sin mapa,
la manera de hacerme sonreír.
Desde el principio
ya repetía tu nombre de seguido.
Me cubrías la espalda
desde el primer día.
"Alberto, protégeme"
Y así hacías,
de guardaespaldas,
de muralla.
No dejabas que nada malo me atravesara.
Tu vida si era necesario
la dabas,
a mis miedos o enemigos.
Sin pedir
y sin recibir,
porque te di muy poco
para lo mucho que merecías.
Cuando menos lo esperaba
allí estabas,
con las letras dispuestas
para abrazarme.
Tú y sólo tú,
el pequeño que me enseñó a creer
que si quieres puedes
y si te lo propones, lo superas.
Y si te fijas bien,
podrás ver
que somos la excepción de mis excusas,
eres el "sí puedo"
a todos mis "peros".
Porque contigo todo es poco
y nada es mucho.
Porque eres tú
el único capaz de quitarle peso
a toda esta distancia que nos separa.
Eres tú,
la excepción de lo imposible.