Heriberto: Está bien - me levanté de la silla - buenas noches hija mía - besé su rostro y fui hasta mi bella esposa - te espero mi amor - le di un besito y me fuí.
Victoria: ¿Quieres algo más mi amor? - miré a mi niña... con el paso de los años me había encariñado aún más con Olivia, la tenía como una hija y la amaba como tal.
Olivia: No mamá... ¿vamos a la habitación? - hablé levantándome.
Victoria: Vamos - me levanté, sostuve tu mano y nos fuimos... me senté en el sofá y pronto se acostó, poniendo su cabeza en mi regazo - ¿todo está bien? ¿Quieres decirme algo? - le pregunté tranquilamente mientras acariciaba sus cabellos.
Olivia: Sí... creo que estoy - suspiré pensativa - Leonela me buscó ayer allá en la oficina... pero... no siento verdades en su disculpa... ella nunca me amó... nunca me trató como a una hija... solo fui una moneda de cambio para ella mientras estaba casada con mi padre.
Victoria: Mi amor... sabes que te amo y te quiero como una hija... ella te dio la vida Oli y sé que te lastimó mucho durante muchos años... no es fácil perdonar a la mujer que se suponía que era madre y al final fue una pesadilla... espera tu tiempo y cuando sientas que debes, búscala y habla... no guardes rencor, no te llevará a ningún lado... eres mucho más grande que todo eso - sonríe - sabes que tienes una madre aquí que te ama y siempre estará aquí para cuidarte... no te sientas triste... mucho menos rechazada, eres tan mía como Ale y como este bebé que está aquí adentro - hablé feliz - y por mis hijos me convierto en una bestia... la peor de todas.
Olivia: No guardo rencor, no quiero llevar algo que me pueda afectar, eso nunca... simplemente no siento que ella lo esté haciendo de corazón, así que prefiero evitarla... estoy muy bien con mis padres aquí y con mis hermanos - sonríe - la Señora es mi madre, ha estado actuando así desde el principio... conquistó su espacio y nadie lo tomará, puede estar seguro de eso... gracias por todo mamá - besé su mano - me siento muy amada y feliz aquí en esta casa... simplemente no vine antes porque no tenía lugar - me reí - pero ahora tenemos mucho y no me iré... aún más con estos dos baberos aquí - ríe.
Victoria: Ay mi hija - me ríe de sus celos - ama a tus hermanos, no sirve de nada negar eso - le apreté la nariz - no tiene que agradecer mi amor... sabes que siempre te quise con nosotros y si no viniste antes es porque no era el tiempo y supimos respetar... en cuanto a ella, tienes razón, sé que ha sido muy herida y no puede hacer algo que aún no se siente lista, tómatelo con calma... a tiempo para todo en esta vida.
Hablamos durante bastante tiempo, teníamos asuntos para dar y vender. Siempre fue así cuando estábamos juntas, todo rendía y me encantaba. Así me vería con mi hija si estuviera viva. Pero ella no lo estaba y tenía una chica súper amorosa y extremadamente delicada a mi lado. Ella no tuvo una madre como debería, pero ahora la tenía y yo la cuidaría siempre, porque así decidieron nuestros corazones. No importa el vínculo sanguíneo, sino el amor y el afecto que tenemos la una con la otra. La dejé en su habitación y fui a la mía. Al entrar le sonreí a Heriberto que leía un libro acostado en nuestra cama.
Victoria: Pensé que ya estaba durmiendo - hablé desnudándome frente a él.
Heriberto: No duermo sin ti y ya debería saber eso Dra - sonríe mirándola - ¿estás tratando de seducirme?
Victoria: No lo sé... ¿está funcionando Sr? - sonreí dejando que mi sujetador cayera al suelo, junto con mis bragas.
Me levanté rápidamente de la cama y me acerqué a ella.
Heriberto: Creo que sí - la tomé en mis brazos, besándola profundamente... chupaba sus labios como si no pudiera agotar la sed que me consumía.
Victoria: Heri... amor...- murmuré en un lamento, sintiendo ese arroubo devastador de él... podía sentir ese ardiente deseo me dominarme rápidamente.
La silencié con los labios, acariciando su hermoso rostro con pequeños besos. Mi lengua tomó un giro completamente diferente, trazando un camino húmedo y sensual desde su cuello hasta sus senos blancos y suaves.
Heriberto: Te amo señora Ríos Bernal - susurré deleitándome en su cuerpo.
Él tocó mi vientre en una dulce caricia, haciéndome estremecer de placer. Me sentí flotar en sus brazos varoniles y vigorosos. Permití que Heriberto me llevara a la cama, acostándome con amabilidad.
Me incliné para besarla de nuevo, redescubriendo el deseo latente de amarla más y más. Con la punta de mis dedos caminé por la piel satinada de su vientre, haciéndola temblar de placer. Sentía una necesidad urgente de explorar cada rincón del cuerpo suave y fragante de mi amada. Quería saborearla, posponiendo al máximo el clímax de nuestro momento. La sentí sollozando de placer, deleitándose con mi lengua en sus deliciosos pezones. En aquel instante sentía que podía llevarle al cielo con mis caricias, pero no sería suficiente. Sin conocer a la mujer ardiente que tenía en la cama. Aparté más sus piernas y le penetré con toda la fuerza de mi pasión, hasta que los dos llegamos juntos al paraíso. Lo cual no tardó mucho.
Heriberto salió de mí y se acostó a mi lado, colocándome sobre su pecho. Me acurrucé en ese cuerpo varonil y enorme, sintiendo y apreciando cada rincón formidable que tenía y me apasionaba. Amaba tanto a ese hombre y todo lo que anhelaba era verlo feliz, satisfecho y realizado, en todos los aspectos de su vida. No solo en la cama. Sexo era un factor muy importante, pero el amor y nuestra compañía era el factor predominante. No sabía lo que nos esperaba el futuro y tampoco tendría miedo de enfrentar. Estaba al lado del hombre que me daba fuerzas para vivir y así sería siempre.
Estaba tan feliz con mi familia, con la mujer que había elegido para ser mi esposa. Sí, ella era mi esposa, la Sra. Ríos Bernal, la única. Y no era un papel que lo decidiera. Fue mi corazón el que decidió hace años cuando nos conocimos. Cuando nos entregamos y poco a poco fuimos dejando que esa llama se encendiera. Victoria fue mi curación, física y emocional. Olivia me devolvió la vida cuando me donó uno de sus riñones, ya Victoria devolvió el amor, me enseñó su verdadero significado. En aquellos casi tres años de convivencia había aprendido mucho más que en todos los demás de matrimonio con Leonela. La diferencia siempre ha sido y siempre será el verdadero amor.
Hoy lo entendía y sabía que nuestro amor era capaz de grandes cosas. Poco a poco nuestra vida se estaba dibujando, muy diferente de mis proyectos. No planeamos nada, dejamos que todo fluya naturalmente. Lo cual fue maravilloso. Una sensación indescriptible no prever lo que va a pasar, sino afrontar y aprender de cada momento que la vida nos proporciona. Divertido con la vida tiene una forma diferente de ponernos en el camino correcto. De cómo un desconocido tiene el poder de llegar y cambiar todo el rumbo de nuestra vida. Nuestra historia estaba en sus continuos capítulos, lejos de un final.
¡Fin!
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Te Hicieron Para Mi 🍎 - Victoria y Heriberto (Concluído)
Romance- Si alguna vez creí haber conocido el amor, estaba completamente equivocado... tú me abriste los ojos... me enseñaste definitivamente que el amor es mucho más que sentir... que explicar... el amor está en lo abstracto de nuestras acciones... en lo...