Heriberto: No tienes que tener prisa, te espero.
Recogí una sudadera, bragas y una blusa en el armario, hacía frío y me gustaba dormir abrigada. Fui al baño y tiempo después me fui vestida. Lo ayudé a acomodarse en mi cama y fui a recoger nuestra cena en la cocina. Necesitaba reposo en cama y no se levantaría de la cama. Hablábamos y nos reíamos muy ligeros, como dos buenos amigos. Tan pronto como terminamos, le di un medicamento para la fiebre, lo llevé todo a la cocina y lo arreglé. Cuando volví a la habitación ya estaba acostado. Fui al baño, me cepillé los dientes y volví a la habitación. Quiso dormir en el sofá, pero él no lo permitió, así que me acosté allí, en la cama con él. Lo observé hasta que se durmió y poco después yo. Estaba muy cansada y el otro día estaría de descanso, lo cual era maravilloso pues podía dormir a voluntad.
El otro día...
Me desperté al sentir los primeros rayos de sol invadiendo la habitación, a través de la brecha de la cortina. Era imposible dormir hasta tarde como había planeado. Sentí ese gran cuerpo bien ajustado al mío, así como su brazo envolviendo mi cintura. En ese momento no me moví en la cama, me quedé muy quietita, disfrutando de aquel momento que tal vez fue único en toda mi vida. Cerré los ojos y pude sentir unas lágrimas saliendo de mis ojos. Esa nostalgia era tan fuerte, que no pude contenerme. Sentía nostalgia de ser amada, de estar con alguien, de poder compartir el poco tiempo que fuera con otra persona. Ahora estaba allí y era tan amable conmigo, tan tranquilo y tan caballero. Era imposible no enamorarme de él, sé que iba en contra de nuestro código de ética, pero había sucedido y eso estaba siendo más fuerte que yo, que todo lo que he vivido. No dejaría que eso se interpusiera en el camino de todo lo que estaba enfrentando con él y no arruinaría nuestra amistad. Eso no. Preferiría tenerlo como amigo que no tenerlo de ninguna manera.
Escuché el ruido sordo de ese llanto y supe que venía de ella. No dije nada, sólo la apreté en mis brazos y besé sus cabellos, permitiéndole desahogarse como ella pensaba mejor.
Victoria: Heriberto...- susurré secándome la cara y me di la vuelta como pude, dejando que nuestros cuerpos siguieran juntos - perdóname por eso... no quería despertarte, más aún así - le di media sonrisa - en primer lugar, buenos días... ¿cómo te sientes? - le pasé la mano cuidadosamente en la cara.
Heriberto: Está bien Victoria - besé su frente - buenos días... me siento mucho mejor e incluso más dispuesto que antes... eres realmente la mejor medicina que alguien podría tener y tengo el privilegio de tener - sonríe - ¿quieres hablar conmigo? - hablé colocando un mechón de su cabello detrás de su oreja, dejando su hermoso y bien delineado rostro expuesto.
Victoria: ¿Yo? - sonríe torpemente - hay Heriberto... realmente sabes cómo hacerme sentir incómoda - escondí mi rostro como pude, pero pronto me hizo mirarle.
Heriberto: Solo es la verdad... realmente eres un remedio natural... estar a tu lado es todo lo que necesito en ese momento - suspiré - ayer no quise decir lo que pensaste... yo... la única mujer con la que salí fue mi ex esposa... después de eso no pensé que me pudiera pasar algún día... me siento como un adolescente otra vez... enamorado de la profesora... solo que la diferencia es que estoy enamorado de mi médica - respiré hondo y dejé salir todo el aire - me siento muy diferente cuando estoy contigo... cuando hablamos no podemos parar, siempre tenemos más y más asuntos - sonríe - y la verdad es que pasaría toda mi vida hablando contigo... escuchar todo lo que hablas y no importa cuál sea el tema, si lo entiendo o no... pero verte tan emocionada y feliz de hablar de lo que sabes, es fantástico... me siento tan feliz... tan iluminado a su lado... solo tengo ganas de luchar y vivir... vivir y disfrutar cada segundo contigo... pero no puedo... no quiero, mírame... no soy un hombre digno de ti... de amarte y cuidarte... necesito cuidados - dije triste - no tendría una vida normal a mi lado y eso no es lo que te haría... no puedo hacerte daño.
Le puse la mano en la cara y pronto la tomé de la mano.
Victoria: No digas eso Heriberto... eres tan digno de mi amor como cualquier otro hombre y no es el hecho de estar enfermo lo que te descalifica, te hace peor que nadie... necesitas cuidados y yo estoy aquí, te cuidaré... por mucho que intente luchar por lo que siento, no te abandonaré... nos equivocamos y no me arrepiento de este error... me Enamoré de ti Heriberto y aunque no puedo gritar lo que siento, me alegro de tenerte a mi lado... al estar aquí - cerré los ojos sintiendo que salían algunas lágrimas.
Heriberto: No llores... por favor - besé su rostro, secando sus lágrimas - estoy luchando contra eso y te digo que es cada vez más difícil darte con lo que estoy sintiendo... ha sido un ángel en mi vida Victoria... en medio de esta enfermedad descubrí la infidelidad de la mujer que pensé amar... vi a mi hija irse y pronto todo esto sucedió... esos días que estuve solo fueron los peores, pero poco a poco nos fuimos acercando y lo que comenzó con una relación de médico y paciente, se transformó en algo más grande de lo que yo pueda darle... no quiero hacerte sufrir, eso nunca... cuando dije que no puedo vivir sin ti, no mentí... no sé vivir sin ti Victoria - susurré acercando mis labios a los suyos.
Sentí que se acercaba aún más, si era posible, cubriendo mis labios con los suyos y todo dentro de mí entró en inquietud. Heriberto tenía un increíble sabor navideño. Dulce, suave y deliciosamente cálido. Recordaría esa boca para siempre. Presioné mis labios contra los de él, como si estuviera hambrienta de él. Mi mano instintivamente buscaba el cuerpo que ya no era tan fuerte como antes, pero que no dejaba de ser interesante y deseoso.
Reprimiendo el creciente deseo que me desconcertaba, le di a nuestro contacto con los labios todos los matices que podrían proporcionar placer a Victoria. No podía creer la ternura que ambos teníamos en ese contacto. Fue un beso tan apasionado, que pude sentir nuestros cuerpos vibrar.
Mientras su mano me apretaba insistentemente, me froté en ese cuerpo perfecto, que me transmitía tanta seguridad y satisfacción. Lancé mis brazos alrededor de su cuello entregándome aún más a nuestro momento, ese beso enloquecedor.
Era imposible no soltar un gruñido en sus labios. Ese contacto íntimo que estábamos teniendo era enloquecedor. Pude sentir los pezones duros en fricción con mi pectoral, causándome una tremenda erección en mi ingle. Fue una sensación tan placentera y tan buena. Nunca imaginé que fuera capaz de sentirlo, de tener una erección incluso debilitada. Tenía la intención de seguir ese momento, pero tuve que interrumpir ese contacto.
Sentí que rompía nuestro contacto, pero no me soltaba. Abrí los ojos lentamente y pude ver que me miraba sonriendo.
Victoria: ¿Qué fue? - susurré sin poder situarme muy bien.
Heriberto: ¿No sientes? - le dije sonriendo - ¿te dejé tan fuera de órbita?
Victoria: De lo que está...- dejé de hablar al sentir su erección bastante firme allí... estaba tan anestesiada con todo que no había notado.
Heriberto: Yo... Victoria pensé que esto nunca volvería a suceder. ¿Crees que puede suceder otras veces? - la miré esperanzado.
Victoria: ¿Como pensaste? Heriberto puedes sentir deseo... puede tener una erección normal... a veces tendrá dificultades para llegar al orgasmo, muchas veces por el cansancio físico al que es más propenso... no es porque no lo haya tenido antes, que no podrá tenerlo... usted estaba en un período difícil y pensar en ello no estaba en cuestión - sonríe - no me importa lo que podemos conseguir en primer lugar o que podemos tomar tiempo para conseguir - lo sostuve en su cara - no quiero que se cubre... tan poco piénsalo... Vamos con calma, ¿OK? Un día a la vez... lo lograrás, solo tienes que dejar que todo suceda naturalmente... ¿prométeme eso?
Heriberto: ¿Me quiere aun sabiendo que... que podría no ser capaz de darte placer? ¿Estás dispuesta a arriesgarlo todo por los dos?
Victoria: Todo...- hablé con calma - no voy a renunciar a los dos y espero que tú tampoco - le sonreí - nunca me había sentido así antes... ni siquiera cuando estaba casada... no estoy comparando, solo quiero que sepas lo especial que eres en mi vida - suspiré aferrándome a él.
Heriberto: me siento exactamente así - susurré besándole el pelo con amor - no me rendiré... te lo prometo... dejemos que todo suceda naturalmente - suspiré pensativo.
Continúa...
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Te Hicieron Para Mi 🍎 - Victoria y Heriberto (Concluído)
Romance- Si alguna vez creí haber conocido el amor, estaba completamente equivocado... tú me abriste los ojos... me enseñaste definitivamente que el amor es mucho más que sentir... que explicar... el amor está en lo abstracto de nuestras acciones... en lo...