17. Incidente.

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Esta mañana, cuando sonó mi alarma, me di cuenta de que seguía despierta. Las horas sin dormir empiezan a acumularse, pero no puedo hacer nada al respecto. Especialmente desde lo que pasó el otro día.

Hoy llevo ya tres cafés en mi sistema, y varios fallos en los protocolos. Si hay algo que odio en este mundo -además de las bandas criminales que matan policías- es hacer mal mi trabajo. Siempre he sido muy perfeccionista, y estar cometiendo tantos fallos me tiene al borde de la locura.

Gustabo tiene el día libre, pero ayer me recomendó ponerme en binomio con Gordon, así que es justo lo que he hecho. El silencio no existe en este coche (ni en ninguno) siempre y cuando James Gordon esté presente. No puede parar de hablar, parece que su vida dependa de ello.

Ha hablado de tantas cosas hoy que no creo recordar la mitad. Ahora mismo me está hablando de una tienda de ropa o algo así. La verdad es que no le estoy haciendo mucho caso, ya que tengo la cabeza en otra parte. En muchas otras partes.

-Mira, un atraco a licorería -dice Gordon, marcando en el GPS un establecimiento cercano a comisaría.

-Zeta 20 acude al último aviso de atraco a licorería -aviso por radio.

Aparco el coche enfrente del establecimiento y Gordon baja enseguida, sin pensarlo. Estoy segura de que tiene hiperactividad o algo así. Desde luego, energía no le falta. A mí, por el contrario, sí.

Agarro mi móvil para ver qué hora es, ya que el día se me está haciendo infinito. Seguramente sea por tener tanto sueño. En ese momento, sin apretar el botón de encendido, la pantalla de mi móvil se ilumina mostrando el peor de mis temores.

No te creas que te has librado. Sigues la primera en mi lista, inspectora.

Decido no darle tanta importancia, ese mensaje no significa nada que no supiera ya, al fin y al cabo. Aunque, de nuevo, una mala sensación se instala en mi pecho, oprimiéndolo.

Bajo del coche aún con el móvil en la mano, y escucho a Gordon vacilar a la atracadora.

-Bueno, también puedes sacar un rehén y te regalo un porrazo -dice, el muy gracioso.

-Gordon. Compórtate -le pido, y me dirijo a la atracadora-. ¿Cuántos rehenes tienes ahí dentro?

-Dos rehenes -dice-. Quiero una salida limpia, que no haya interceptor y un sólo patrulla.

-A ver, señorita... -la mujer está pidiendo demasiado para lo que ofrece-. Tienes sólo dos rehenes y tienes muchas peticiones, puedo ofrecer la salida limpia y...

Una notificación suena en mi móvil, y ya más por ansiedad que por curiosidad, la miro. Y casi noto mi presión sanguínea bajar de golpe.

Me ha dicho un pajarito que te gustan mucho los mecheros en la piel... Así que me he asegurado de tenerlos listos para tí.

Nada cuadra en mi cabeza. ¿Cómo saben eso? Es imposible... Los latidos de mi corazón se aceleran, como ya se ha hecho habitual, y mi cabeza da vueltas. El zumbido en mis oídos me impide pensar con claridad. Oigo voces que me prometí olvidar y me noto con un pie en otra parte.

-¿Todo bien, corazón? -pregunta Gordon en voz baja al verme la cara-. Te has quedado blanca.

-Sí...-digo casi susurrando-. Es solo que... necesito un minuto.

Puedo escuchar mis latidos retumbar en mi interior. Pum, pum, pum, pum. Cada vez más deprisa. Y sé que ya no voy a poder parar. Camino hasta que Gordon me pierde de vista, y consigo llegar corriendo hasta comisaría. Entro en el parking y entro en el edificio empujando la puerta con fuerza. Los recuerdos pasan por mi mente a toda velocidad, como cuchillos voladores, y apenas soy consciente de mi entorno. Me choco casi con cualquier cosa, veo todo borroso y tengo unas ganas de llorar impresionantes.

A million little times [ꜰʀᴇᴅᴅʏ ᴛʀᴜᴄᴀᴢᴏ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora