21. Eres mi jefe.

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Noto un dolor de cabeza palpitante. Abro los ojos sobresaltada cuando unos golpes suenan en la puerta. Joder, ¿quién será a estas horas? Apenas he pegado ojo. Agarro el teléfono y casi me vuelvo loca cuando miro la hora. 8:45. Voy cuatro horas tarde a trabajar.

Me levanto rápidamente y voy a abrir la puerta. Me sorprende encontrarme allí apoyado a mi superior, con los brazos cruzados. Me apoyo en el marco de la puerta, mareada.

-¿Qué haces aquí? -le digo aún algo adormilada.

-¿Qué haces aquí? -pasa dentro de mi casa sin esperar invitación-. No has aparecido por comisaría ni contestabas llamadas. Estaba preocupado.

Cierro la puerta y me quedo frente a él cuando se sienta en mi cama.

-Me he quedado dormida -le digo, y me percato de cómo voy vestida.

Por lo menos no es ninguno de mis pijamas vergonzosos, el que llevo es uno gris de tela fina. Pantalón corto y camiseta de manga larga. Me pongo a moverme como una loca por la habitación, agarrando lo que necesito para trabajar. Meto las llaves, cartera y documentos en un bolso junto a otras cosas que necesito.

-Tranquila, no hace falta que corras tanto -me dice, divertido, y se levanta de la cama-. ¿Qué más dará ya un minuto más?

Agarro la ropa y voy hacia el baño, y él me persigue. Me giro en la puerta y nos quedamos apenas a unos centímetros.

-Prefiero darme prisa, debería llevar de servicio cuatro horas, Freddy -le digo. Él sonríe y su mirada baja a mis labios-. No tardo.

Le cierro la puerta en la cara y me cambio. Aprovecho para lavarme y peinarme. Salgo del baño lista para ir a trabajar. Voy hasta la cocina y él me persigue. Cojo una pastilla de Ibuprofeno y me la tomo sin agua.

-Ya estoy -digo, yendo a coger el bolso. Miro la hora: las 9-. Vámonos.

Sin decir nada sale de casa, y yo cierro con llave. Yo suspiro estresada. Nunca me había dormido hasta hoy. Es la primera vez que concilio el sueño en un mes y ni siquiera he descansado. Avanzamos hasta el ascensor. Pulso el botón y espero.

-No has desayunado -apunta el comisario.

-Lo sé. Ya me tomaré un café luego -le resto importancia.

Llega el ascensor y entramos. Me duele la cabeza. ¿Puede algo ir peor? Definitivamente hoy es un mal día. La mirada del comisario no se mueve de mi perfil, así que le miro yo también. Su mirada vuelve a caer sobre mis labios, y no puedo parar de pensar en aquel beso del otro día.

La forma en que sus labios se movían ansiosos sobre los míos, su mano en mi cadera, las caricias en mi pelo y los besos en el cuello. Tengo que apartar la mirada para intentar pensar racionalmente. Él se acerca a mí, y olvido esa tontería de pensar racionalmente.

Noto su aliento en mi cuello, y pronto sobre mi boca. Necesito que me bese. Justo cuando mis labios van a tocar los suyos, la puerta del ascensor se abre y él se aparta. Empieza a caminar hacia fuera y a mi me cuesta recomponerme.

Le sigo hasta su coche y él se encarga de llevarnos hasta comisaría. Una vez allí, bajo rápidamente del coche y sin esperarle, voy hacia el edificio. Pronto me alcanza.

-Joder, sí que tienes prisa -dice a mi lado-. Ponte de servicio conmigo, vamos a patrullar o algo.

Y dicho esto, yo me voy a los vestuarios mientras él va al garaje. Entro en los vestuarios, entro en servicio y me asigno en H-50 con Freddy. Me visto rápidamente (no me pongo el uniforme, sino unos pantalones negros y una camisa blanca acompañada de mi placa colgada del cuello) y salgo en busca del comisario.

A million little times [ꜰʀᴇᴅᴅʏ ᴛʀᴜᴄᴀᴢᴏ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora