A million little times [ꜰʀᴇᴅᴅʏ ᴛʀᴜᴄᴀᴢᴏ]

12. ¿Apropiado o inapropiado?

Llevaba todo el maldito día mirando la PDA, esperando ver al comisario de servicio. Ya hace diez minutos que tomó H-50, y ya no sé si quiero verle. Después de lo de ayer, no creo ser capaz de enfrentarlo.

Y hablando del rey de Roma... Miro hacia arriba y mi mirada conecta con la suya. Está en la segunda planta, y cuando veo que va a dirigirse a mí no encuentro mejor reflejo que salir corriendo. Muy maduro, lo sé.

Me subo en el primer patrulla que veo, y me encuentro con Isidoro.

-¿Estás solo? -le pregunto atropelladamente.

-10-4 -dice arrancando el motor-. ZETA-20, inspectora.

-Conduce -le pido mientras me abrocho el cinturón y me pongo en su frecuencia.

Salimos de comisaría justo a tiempo, ya que al mirar por el retrovisor veo al comisario con el ceño fruncido llegar al parking. Isidoro le echa un ojo al lugar donde se encuentra mi mirada y se gira hacia mí confuso.

-¿Algún motivo por el que huyas del comisario? -pregunta mientras nos alejamos de comisaría.

-No, no... Qué va -mi risa nerviosa me delata, pero él no comenta nada- ¡Mira, un aviso de drogas a 200 metros! ZETA-20 acude al último aviso de venta de drogas.

Dejo la radio y se lo marco rápidamente en el GPS. Isidoro suspira y conduce hasta el aviso. El sujeto en cuestión se da a la fuga en una moto, así que nos toca iniciar persecución. No os voy a negar que trato de poner nervioso al conductor hablándole por el megáfono.

Llevamos diez minutos en persecución y todo parece ir bien hasta que Isidoro pierde el control del coche y terminamos dando vueltas en el campo. Literalmente, dando vueltas. Ahora nuestro coche está boca abajo, y me pitan los oídos mientras me intento incorporar. Isidoro ya está fuera del coche, y lo veo coger la radio.

-¿Alguna unidad disponible? Acabamos de tener un accidente de tráfico -informa.

Desabrocho mi cinturón y caigo al suelo. Estoy mareada, pero intento salir del patrulla de todas formas.

-Manda 10-20. ¿Estáis bien? -oigo la voz del comisario por radio.

-Yo sí, pero creo que Falcon se ha dado un golpe en la cabeza -se acerca a mí e inspecciona mi cara. Por instinto, subo mi mano al dolor punzante que empiezo a sentir.

Cuando la miro, solo veo sangre. Este día va de mal en peor. A pesar de asegurarle que me encuentro bien, Isidoro me obliga a sentarme en el suelo hasta que lleguen a recogernos. Me miro reflejada en el coche y casi parezco sacada de una película de terror. El corte no parece muy profundo, pero sangra tanto que me deja toda la frente manchada.

El patrulla no tarda más de diez minutos en aparecer, y me pongo en pie cuando escucho el motor acercarse. Nada más llegan, Freddy y Gustabo bajan del coche y se acercan a nosotros.

-¿Estás bien? -pregunta Trucazo agarrándome el mentón y examinando la herida. Doy un paso atrás y dejo de notar su contacto. El comisario frunce el ceño.

-Estoy bien. Ya ha dejado de sangrar -le digo, y comienzo a caminar hacia el patrulla.

Me siento en la parte de atrás junto a Isidoro, quien bromea sobre cualquier cosa que se le ocurre en el trayecto hacia comisaría.

Una vez llegamos me voy a los baños sin despedirme. Me miro al espejo y me aseguro de limpiar cada gota de sangre de mi cara. Me peino el pelo con las manos y decido que ya estoy lista para retomar el patrullaje. Me encuentro con Isidoro ya en el interior de otro patrulla y abro la puerta, invitándolo a salir.

-Baja -le digo.

-¿Qué...? -pregunta quitando la llave del contacto.

-Casi nos matas, no voy a volver a correr el riesgo, Navarro -él pone los ojos en blanco a mis palabras y sale del coche suspirando-. Gracias.