Internada.

23 4 0
                                    

*Narra Elizabeth*

Desde hace unos minutos me había despertado, mi cuerpo se sentía pesado y adolorido, no tenía ganas ni ánimos para levantarme. Tenía un leve mareo, me sentía un poco confundida, como si estuviera viviendo la vida de alguien más, estiraba mis brazos y miraba mis manos, las sentía extrañas, como si no fueran mías, ¿Qué es lo que me está pasando?

El sonido de la puerta abriéndose me trajo de regreso a la realidad, al principio pensé que entraría por la puerta mi tía, para avisarme que era tarde y que tenía que bajar a desayunar, pero mi sorpresa fue que en realidad había entrado Diego.

Diego: hola enana -sonríe tiernamente- ¿Cómo te sientes?

Elizabeth: tengo pereza, no quiero levantarme aún. ¿mamá ha salido?

Diego: necesito que te arregles vamos a salir.

La actitud de mi hermano era diferente, se veía asustado y nunca evadía mis preguntas, quería preguntarle si le ocurría algo, pero me agarro de la mano, me dio mi toalla y me llevo a empujones hasta el baño de mi cuarto.

Diego: date una ducha, para que te despeje la mente.

Definitivamente Diego estaba raro, mientras me bañaba podía escuchar que seguía caminando en mi cuarto de un lado a otro abriendo y cerrando gavetas, luego se detuvo y salió de mi cuarto.

Al salir del baño me aliste como de costumbre, tenía que ir cómoda ya que no me había dicho a donde iríamos y a Diego le gusta bastante hacer actividades deportivas o que requieren algún esfuerzo físico, ninguna salida con él era tranquila como para ir a un museo o al cine a menos que yo se lo pidiera primero.

Baje las escaleras con emoción, mi cuerpo se sentía raro, no sabía ni porque estaba reaccionando tan animada, cuando llegue a la sala me sorprendí al ver a Samuel sentado y a Diego con una maleta cerca de sus pies, los cuales estaba moviendo, parecía intranquilo.

Elizabeth: hola Samuel, ¿estas esperando a papá?

Samuel: hola Eli, iré con ustedes así que te esperábamos a ti.

Diego: yo -hace una pausa- me adelantare y pondré la maleta en el carro.

Elizabeth: está muy raro hoy ¿no crees?, ¿sabes si le pasa algo?

Samuel sonrió, negó con la cabeza y me cedió el paso haciendo una reverencia como si fuera una princesa, subimos al auto y puse canciones como normalmente hacía, pero mi compañero de canto no me siguió esta vez, yo volteaba a ver a Diego y él no me dirigía ni un segundo la mirada, ni me sonreía.

A pesar de que mi hermano anduviera tan serio logramos pasar una agradable mañana, habíamos desayunado en un restaurante que me encantaba y Samuel siempre anduvo alegre.

Íbamos de nuevo en el carro, pero esta vez había tráfico. De pronto Diego comenzó a quejarse, estaba muy enfadado y luego en cuestión de segundos rompió en llanto, eso si me asusto, nunca había visto llorar a mi hermano y menos tan de repente.

Diego: losiento -se limpia las lágrimas- es que yo... losiento no sé qué me pasa.

Samuel: cambiemos de puesto mejor, yo conduzco tu siéntate atrás con Eli.

Diego: NO, ya casi llegamos.

Samuel: no estas en condiciones de manejar, podemos tener un accidente si vamos así.

Vi la cara de Diego palidecer, negó con la cabeza rápidamente y se pasó a los asientos de atrás junto conmigo, aprovecharon que los carros de adelante no avanzaban por el trafico. No sabía que le pasaba, pero me sentía muy triste y preocupada, algo no estaba bien y me sentía aterrada de no saber el que, cuando Samuel arranco el auto y Diego ya se había acomodado me acerque a él y me apoye en su pecho mientras ponía mi mano sobre él para darle pequeñas palmadas, él me abrazo y siguió llorando levemente en silencio.

Dispuestos A Cruzar Los Límites.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora