Regreso a clases.

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Nuestras vidas están comenzando a reestablecerse, ya habíamos logrado adaptar nuestras nuevas rutinas en el hogar, solo quedaba lo más difícil para mí, regresar a la escuela.

No tenía problemas en particular con nadie, me llevaba bien con todos, pero no tenía ningún amigo o amiga con quién pasar el tiempo libre, todos tenían sus propios grupos y nunca logré sentir que encajara bien en ninguno.

La perrita ya tenía nombre, era Bollita, aunque por veces le decíamos bolita de cariño porque cuando comía se miraba adorable como una bolita de pelos. Es un labrador blanco esta cachorra, apenas tiene 4 meses, y cuando se despierta pareciera como si un tornado acabará de pasar por la habitación.

Era lunes y estábamos desayunando con Diego, él me llevaría a la escuela y luego se iría al trabajo.

El camino a la escuela me pareció demasiado corto, estaba nerviosa por regresar, las clases habían comenzado hace dos meses y de seguro todos sabían porque no había asistido. Tenía miedo de que se burlarán o me juzgarán por haber estado en un hospital psiquiátrico.

Diego se bajó del carro y me abrió la puerta. Cuando estaba a punto de irme me dio un abrazo, su pecho se había convertido en mi lugar seguro que me ayudaba a tranquilizarme.

Diego: si pasa algo dímelo, no debes de tener miedo no es malo haber estado en un psiquiátrico, necesitabas ayuda.

Elizabeth: lose, solo un poco nerviosa.

Diego: ¿andas tu celular verdad?

Elizabeth: claro que lo ando, me estuviste hablando de la importancia de traerlo durante una hora ayer en la noche.

Diego: es que de verdad es importante, te regresaras sola a casa y si necesitas algo o sucede algo en el camino tienes que avisarme.

Elizabeth: no creo que nada pueda pasar en el camino de regreso a casa, pero está bien te tomaré la palabra.

Diego: créeme estoy seguro que lo ocuparas.

No sabía a qué se refería, pero se miraba disgustado.

Al llegar al salón todos estaban platicando y se quedaron callados cuando me vieron, y comenzaron a susurrar, no era solo mi imaginación, era obvio que estaban hablando de mí, trate de caminar sin hacer contacto visual con nadie, no quería que se me acercarán para preguntarme nada. Encontré un asiento vacío en la esquina trasera que estaba cerca de la ventana, era un buen puesto, no entendía cómo seguía sin usarse, había un chico recostado sobre el pupitre del lado, parecía que estaba durmiendo, mientras esperaba que comenzará la clase mi vista se perdía por la ventana, pero la paz acabo cuando las primeras valientes se acercaron a hablarme, eran Julieta y Alexandra.

Julieta y Alexandra al unisonó: ¡hola compañerita!

Elizabeth: hola -sonrió por cortesía- ¿les puedo ayudar en algo?

Alexandra: ay vamos, no seas tan seria, solo queríamos saludarte.

Julieta: claro, estábamos preocupadísimas por ti, nos dijeron que estabas ingresada en un hospital.

Alexandra: aunque te ves bastante bien -hace una pausa y mira a su amiga- para estás loca.

Ambas se comenzaron a reír, el salón completo se había quedado callado desde que ellas se me acercaron, muy probablemente también querían escuchar lo que iba a decir, mientras ellas se morían de risa yo no sabía que responder mi mente justamente ahora que lo necesitaba estaba en blanco, no podía pensar una respuesta apropiada, un fuerte golpe del pupitre del lado nos asustó a todos y hubo un gran silencio.

El chico del lado se había parado y al hacerlo había golpeado el pupitre con sus manos, traía una sudadera con capucha, lentamente se dio la vuelta mientras se quitaba la capucha, lo reconocí desde que vi su cabello, ese color y estilo de cabello era algo único, una parte de mi pensaba que no podía ser posible pero otra parte estaba segura de que ese chico era Axel.

Dispuestos A Cruzar Los Límites.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora