Tom.

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Ya no había uñas que morder en mis dedos.

El mes de diciembre había comenzado, lo cual nos dejaba con apenas unas cuatro semanas para revertir todo esto que nos había pasado. Pero, hacía dos semanas que no había escuchado algo de Valentina. Nada, ni un sonido.

La fui a buscar a su casa, el único lugar al que pensé que iría, después de todo no parecía que tuviera muchos amigos, de nuevo me sentí como un tonto por imaginarla como toda una antisocial, ¿No me había sorprendido lo suficiente de haber sabido que había tenido algo que ver con Benedict, y que Luke tenía sentimientos hacia ella?

Sacudí la cabeza intentando concentrarme en cualquier otra cosa que no fuese el sonido de las manecillas del reloj moviéndose y torturando con su pequeño tic y el odioso tac, haciendo saber que el tiempo pasaba y que no había manera de ir atrás.

Pero en esos momentos, no me preocupaba tanto porque mi cuerpo volviera a su lugar, me preocupaba el hecho de que estaba a unas tres horas de la audición para el trabajo con Elton John, y no tenía ni idea de que hacer.

Valentina me había dicho que ni siquiera me presentara y ya empezaba a dudar si lo había dicho enserio o si estaba hablando con el corazón en la garganta. ¿No ir provocaría que me odiara más? ¿Y si iba y lo arruinaba todo, no me odiaría aún peor?

¿Debía dejar de hacerme preguntas de una maldita vez?

No podía dejar de caminar en círculos y morderme la uña del dedo gordo, ni siquiera cuando había hecho audición para el papel de Loki me había puesto tan nervioso. Como extrañaba el poder que Loki me daba...

Nunca había extrañado tanto a Valentina.

Mire de nuevo el reloj, ya había pasado media hora y ni siquiera me había dado cuenta. Un pequeño grito –bastante femenino- escapo de mi boca. Dos horas y media, ¿qué se suponía que debía hacer? ¿Qué diablos debía hacer? Ni siquiera estaba seguro de que me acordara por completo de la letra de la canción que Valentina había querido que me aprendiera.

De nuevo me vi torturado bajo los golpes del tic y del tac, terminé de morder lo que quedaba en mis uñas y me puse de pie en un brinco. Bien si me iba a odiar prefería que lo hiciera como una cantante exitosa. La primera en mi lista de cantantes famosas que me odian.

Busqué las llaves de mi auto pero pensé que llegar en un auto como el mío sería demasiado ostentoso y llamaría de más la atención y no la atención que en realidad estaba buscando. Bien tenía dos horas y media para buscar un taxi que estuviera dispuesto a llevarme al otro lado de la ciudad, o utilizar el metro... era una opción más rápida que el taxi.

Tome dinero, las hojas de mi audición, las llaves de casa y salí corriendo lo más rápido que me fue posible. La audición se llevaría a cabo en el Royal Albert Hall, uno de los auditorios más grandes del maldito mundo, y no dudaba que me harían cantar justo en el escenario.

El metro resultó no ser tan mala idea como yo pensaba. No me hice más de unos cuarenta minutos y llegué justo a tiempo para estar una hora temprano.

Pero en cuanto estuve frente al enorme edificio con apariencia de palacio, se me fue el color de la cara y la voz de la garganta. El lugar era enorme y había unas mil mujeres formadas esperando en una fila en la entrada, todas con sus papeles de audición. Tenía que ganarle a todas ellas, ¿cómo diablos lo lograría?

–¡Tina, ahí estas!

No. ¡NO! Era la voz de Luke, lo último que necesitaba en aquellos momentos era sentir su mirada de tipo enamorado encima de mí.

–Sí, aquí estoy.

–Mierda, me asustaste, llevó toda la tarde llamándote y no respondías, pensé que ya no vendrías, por un momento pensé que tú tal vez... habías decidido volver a Italia.

Tú cuerpo, mi cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora