Tom.

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No me di cuenta de que estaba completamente perdido hasta el momento en el que levante la vista de mis pies mojados debido al mar, para darme cuenta de que estaba probablemente en el culo del mundo. Pues bien si estaba perdido no tenia ningún problema porque esa había sido mi meta desde un principio, perderme de todo lo que ocurría a mi alrededor, pero mi estomago demandaba un poco de alimento. Busque en los bolsillos de mis pantalón y encontré un poco de dinero, agradecí mi suerte aunque no tenia una idea de cómo diablos se utilizaba el dinero de aquí, esperaba que no me robaban todo lo que tenia confundiendome con un turista despistado, a pesar de que lo era. Comencé mi caminata de vuelta por donde había comenzado, siguiendo mis propias pisadas que habían quedado plasmadas en la arena.
Caminé de nuevo hasta que en la otra punta de la orilla pude ver una luz de civilización, seguí caminando para encontrarme dentro de una plaza bastante bonita, decorada toda con adornos navideños y luces festivas que hacían que el lugar pareciera sacado de un cuento de hadas en todo su esplendor. Las personas pasaban caminando luciendo emocionadas por el fin de año, las parejas se besaban y los niños se reían en emocion.
Eran tantos los ruidos y distintos aromas de felicidad que me rodeaban que me sentí un tanto mareado al no poder soportarlo más. Me senté sobre un banquillo de madera que parecía lo habían puesto específicamente para que no me cayera de cara contra el suelo. Me lleve las manos a la cabeza y cerré los ojos en un intento de recuperarme de aquella sensación tan terrible de mareo.
- ¿Estás bien, jovencita?
Me pregunta un hombre que se acerca a mi luciendo preocupado. Lo miro con una sonrisa y asiento de la manera mas firme que me es posible, el hombre me desea un feliz año y se retira para seguir deleitándose con la decoración a nuestro alrededor.
Tengo la misma sensación que el día en que cambie de cuerpo con Valentina y aquello me asusta por completo pues me imagino que la transformación ya comienza. Me estoy convirtiendo en ella de una sola vez y no puedo evitar preguntarme si ella se estará sintiendo de la misma manera.
Levantó la mirada para darme cuenta que mi teoría ha sido comprobada y hay un enorme reloj detrás de mi, indicando la hora e indicando que me queda una simple media hora para convertirme en Valentina por completo, cierro los ojos en un intento por negar mi realidad, pero la sonrisa de Valentina viene a mi memoria, su hermosa voz cantando y su hermoso rostro en aquella alma tan dolida e irreverente. No puedo evitar sonreír un poco para calmarme los nervios y sin dejar de repetirme una y otra vez que habría válido la pena volver a vivir todo aquello que había vivido con Valentina con tal de volver a conocerla de la única manera en la que yo me había visto capaz de haberlo hecho, lo repetiría todo. Absolutamente todo.
Pero a pesar de mi alma romántica y al hecho de que estoy dispuesto a dejarlo todo con tal de conservar simplemente nuestras memorias juntos, no puedo negar que comienzo a sentirme asustado de lo que pudiese pasar en el futuro, en él que pasaría conmigo y en lo que llegaría a pasarme por el simple hecho de tener miedo.
La cabeza me da vueltas de nuevo mientras no dejo de pensar en aquellas preguntas que nadie me podría responder. Miro el reloj de nuevo y apenas han pasado unos nueve minutos entre pensamiento y pensamiento.
Me tranquilizó el miedo pensando en Valentina y en lo hermoso que hubiese sido poder vivir a su lado una vida normal. Estrecharla entre mis brazos y murmurar en su oído que nunca había amado a una persona de la misma manera en la que la amaba a ella. Porque si bien en algunas ocasiones en mi vida me había sentido enamorado, nunca lo había sentido como lo sentía con ella. Cambiar de cuerpo es recomendable para cualquier pareja que se vea en una crisis.
Cerré los ojos en un intento de evitar las náuseas y el vértigo cuando escucho a alguien gritar mi nombre, la voz que grita me es extremadamente familiar. Sigo la mirada de todos los curiosos que buscan la voz gritona cuando encuentro que aquella es mi voz, o mejor dicho la voz de Valentina, parece correr con todas sus fuerzas en mi dirección y como si fuese una maldición escucho el tic y el tac del reloj mientras avanza sobre mi cabeza como una tortura.
¿Cómo me ha encontrado?
Es la única pregunta que cruza por mi mente, intento mover las piernas para correr y alcanzarla, pero el vértigo no me deja moverme ni un poco, la miro y verla correr me provoca mas ganas de vomitar, lo cual desafortunadamente hago cuando me doy la vuelta.
Cierro los ojos en un intento por no vomitar de nuevo cuando siento una mano en mi frente antes de caer completamente inconsciente y dispuesto a vivir una nueva vida.

Tú cuerpo, mi cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora