Tom.

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La cara me ardió con las palabras de Tina, ya no era la alergia la que me picaba en todo el cuerpo, si no el hecho de saber que alguien había sido capaz de traicionarla, y de aquella manera tan cruel y fría.

–Ellos se conocieron en año nuevo, cuando lo lleve a casa. Había esperado dos años para presentarlo a mi familia, quería asegurarme de que fuera lo suficientemente bueno. ¿Qué tonta no?

Se rio aunque no había ni una nota de humor en su risa. Me estiré un poco y la tomé de la mano, parecía dudosa al principio, pero por suerte correspondió el gesto.

–El día en que me lo dijeron yo acababa de conseguir un nuevo trabajo, unos tres meses atrás habíamos comprado un departamento con una hermosa vista al mar, en la que ahora viven él y Eleonora.

Hubo otro silencio, los ruidos del exterior se escuchaban tan lejanos que no parecían ser reales.

–Creo que eso es lo que más me dolió, que me hizo vivir un año entero en una completa mentira. Cuando supe que mi hermana estaba embarazada me alegré tanto, si hubiese sabido que el papá de mi nuevo sobrino era el hombre al que yo había amado durante tanto tiempo.

Apreté su mano con gentileza, apenas y podía verla debido a la oscuridad, pero supuse que ese era el plan entonces, ella no quería que yo fuese capaz de verla llorar, aunque en realidad no necesitaba verla pues con escuchar su voz podía notarlo.

–¿Tú familia no intervino? ¿Tú mamá, tu papá?

Escuché un suspiro abandonar su pecho.

–Ellos lo intentaron, estuvieron muy molestos con Eleonora durante unos cuantos meses hasta que supieron que tendrían un nieto, no los culpo, el pequeño feo no tiene la culpa de los problemas de su familia. Además mi hermana siempre obtiene lo que quiere, desde pequeña ha sido de esa manera.

–¿Cómo fue que todo te trajo aquí?

¡Aja! Lo había logrado, formular una oración completa sin mencionar la letra "s", no dejaría que se burlara de mí de nuevo.

–Cuando me confesaron todo aquello, yo no pude decir ni una sola palabra por días, ellos terminaron de hablar y se tomaron de las manos, el muy idiota me dijo. "Nos gustaría comprar tu mitad del departamento, solo si tú estás de acuerdo", ¡claro que no estaba de acuerdo! Yo había trabajado como una loca en la ferretería de mi padre para poder comprar aquél bellísimo lugar, para que llegara ella de la nada, ella que nunca en su vida ha trabajado a quitármelo. Pero en el momento en el que me hicieron aquella pregunta simplemente asentí como una mula... ¿las mulas no asienten, verdad?

–No, creo que no lo hacen.

De nuevo una ligera risa y un suspiro lleno de frustración.

–Entonces ya no tenía un lugar en donde vivir, volvía casa, en donde lo único de lo que hablaba mi madre era sobre la boda de Eleonora y Víctor, mujer encantadora la amarás en cuanto la conozcas.

–¿Y tú padre?

Un nuevo silencio aunque se sentía más hondo, con un poco más de peso, parecía que pensaba un poco más en su respuesta.

–Cuando mi padre se dio cuenta de que todo mi mundo se venía abajo y que a nadie parecía importarle en lo más mínimo, hizo unas llamadas y me consiguió un lugar en donde vivir aquí en Londres, el día de la boda muy temprano me llevó hasta el puerto de Molo Bervello para que me llevara a Napoles y de ahí tome un avión que me llevó hasta Londres, papá me compró el boleto de avión sin retorno, me dio una billetera llena de dinero y me pidió que encontrara un lugar al que pudiese pertenecer.

Tú cuerpo, mi cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora