Tom.

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Eran las cuatro de la mañana, llevábamos ensayando al menos unas ocho horas y podía sentir mis ojos cerrarse por culpa del sueño.

–¿Podemos tomar un descanso? Me duele la garganta, tengo sueño. Sólo me has dejado descansar para ir al baño y aun ahí me hiciste cantar. ¿Un minuto, por favor?

Sus ojos se llenaron de pánico y me dio un ataque de culpabilidad.

–Esto tiene que salir perfecto, tú no entiendes, esta es mi última oportunidad o tendré que regresar a casa... si es que puedo, claro.

El corazón se me estrujo ante la idea de saber que Valentina ya no estaría más conmigo, me había acostumbrado tanto a tenerla conmigo que ya no podía imaginar una vida...

Como fuese, tenía razón, si esta era su última oportunidad, haría lo posible para que todo saliera perfecto, pero en aquél momento necesitaba dormir.

–Tina, no puedo concentrarme si estoy cansado, además tienes una voz hermosa, no veo forma en la que podría echar esto a perder.

No mentía, no creía que Valentina pudiese cantar como lo hacía, pero en cuanto abrí la boca para comenzar a cantar, no podía creerme que yo había sido capaz de producir tan maravilloso sonido como el que salía de mi boca.

–Bien, tienes razón, necesito descansar también, es solo que... bueno solamente nos quedan dos semanas y no lo sé, estoy nerviosa.

–Hey, pero no eres tú la que va a cantar.

En cuanto dije aquello me di cuenta de la estupidez de mis palabras.

–Lo siento, ya sabes era una broma, lo siento Valentina.

Comenzó a reírse lo cual me tomo demasiado desprevenido, no estaba acostumbrado a ver que Valentina riera –a menos que yo estuviera en alguna clase de tortura física-.

–Tranquilo Tom, vamos a dormir.

Últimamente había comenzado a llamarme Tom y yo a ella Tina, aunque al principio lo había hecho para molestarla, el apodito se había quedado y ella no había reclamado nada, al contrario había comenzado a decirme Tom y aquello me gustaba más de lo que quisiera admitir.

Nos acostamos en la cama, nuestras espaldas se tocaban y entonces el remordimiento me atacó de nuevo. La escuche mientras caía dormida, sin poder dejar de pensar que esta era la oportunidad más grande en su carrera y ni siquiera estaría ahí para presenciarla porque yo se la había robado, no pude evitar preguntarme ¿qué estaríamos haciendo si no fuéramos víctimas de esta descabellada situación? Probablemente yo estaría filmando alguna película o en una fiesta de algún evento... como extrañaba todo aquello. Y Valentina probablemente seguiría despierta y practicando.

Me odié, ¿por qué no había sido capaz de tratarla bien cuando la conocí? De nuevo le robaba una oportunidad, y ya podía sentir el rencor que posiblemente crecía en ella de nuevo por mi culpa.

Regresé a verla, completamente dormida.

No quería que me odiara, antes no me importaba ni un poco, al contrario me causaba un poco de gracia, pero ahora no podía soportar la idea de que ella me detestara.

–Lo siento.

Mi voz se escuchó como un susurro que se vio acompañado de unas cuantas lágrimas, las limpié de inmediato, no quería que fuese a despertar y encontrarme así.

Cuando abrí los ojos en la mañana, Valentina seguía completamente ida, mire el despertador en la mesita de noche a mi lado, apenas eran las ocho, había dormido unas cuatro horas.

Me levanté intentando no despertarla, salí de la habitación, observe a mí alrededor mientras me estiraba para despejarme, mi casa nunca me había parecido tan ajena a mí. Fui a buscar un poco de ropa deportiva para salir a correr, necesitaba despejar mi mente un poco, le dejé una nota a Valentina y salí corriendo.

Tú cuerpo, mi cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora