Atenea...
Brooklyn Nueva York, 29 de octubre del 2020. Departamento de Atenea. 11:50 PM.
-—así es muñeca, mueve tus caderas al ritmo de mi mano ¿Si?
Aquella gota de sudor que salía de mis poros viajó por toda mi clavícula hasta perderse entre mis senos. Su mano era apretada a mi cintura, dejando una marca en mi piel pálida, justo exactamente donde mi cintura y cadera se unian. El me ayudaba con cada embestida que daba mientras mi trasero chocaba en un sonido obsceno contra sus muslos.
-¿Puedes sentir como mi polla estira cada centímetro de ti muñeca?
Susurró a mi oído. Suavemente su respiración se hacia entrecortada hasta chocar contra mi cien, sus labios húmedos se deslizaban por mis mejillas hasta llegar a mis labios. Un beso fue apropiado en ese momento para marcar el ritmo entre ambos y aumentar el deseo. Su lengua jugaba con la mía, pues ya no batallaban como antes, ahora jugaban y se tentaban hasta estar una dentro de la boca del otro.
Su mano desocupada subió hasta mi pecho y así darle la atención que suplicaba a gritos. Un gemido fue suficiente para el saber que estaba disfrutando esto. Podía sentir el éxtasis recorrer mi cuerpo mientras montaba su polla.
—Eres tan hermosa cuando estas así—murmuró entre gemidos, pues ambos disfrutábamos esto ahora—tan radiante cuando te dejas llevar por el placer.
—¡Rojo!—guimotie al sentir mis paredes apretarse alrededor de su miembro.
—¿Rojo?—cuestionó. Sus manos me hicieron parar cada brinco que daba sobre el, subió sus manos a mis mejillas rojas y calientes para quitar el cabello de mi rostro. Siendo dulce, amable y cariñoso—¿Quién es Rojo cariño?
—¿Qué?—Vacile queriendo mover mis caderas otra ves sobre el pero su agarre era firme y duro sobre mí.
—yo no soy ese tal Rojo amor—dijo. Suavemente elevó mis caderas sobre el, pasando su dedo índice sobre mi clítoris—tan mojada—susurró a lo cual yo gemi ante su presicion sobre mi zona íntima—repite después de mi: Sebastián, tu esposo es Sebastián.
—¿S-sebastián?
—así es señora Hawke—murmullo a mi oído deslizando un dedo dentro de mi. Su dedo empezó regir un ritmo suave para torturarme y luego empezar embestidas precisas.
—s-señor Hawke—tambalie las palabras.
—amo que me sigas llamando así—susurró contra mi cuello en el cual dejaba besos, un tortuoso camino de besos del cual mi cuerpo se volvia débil—como...aquella vez que bailamos en mi oficina ¿Recuerdas?
Su voz era agitada junto a la mía, el disfrutaba el hecho de verme gemir.
Pero...aun así esto no tiene sentido, era un sueño ¿Rojo era un sueño? Por que ahora estaba casada con Sebastián y no recuerdo nada que no sea yo brindando sobre el, mi cuerpo jadeando mientras mis dedos se aprietan a su hombro para resistir mi incoherencia en medio de este lío de placer.
Ahora veía el rostro de Sebastián frente mi, junto a sus ojos azules y sus labios sonrojados. Cada gemido que reprimia para escuchar los míos, su pecho, su abdomen, sus brazos, su cuello, su cadera y cada parte de el era arte para mi. Nunca antes había adorado a alguien así.
—y-yo necesito mas...mas Sebastián.
—¿Más mi amor?—pregunto con burla—suplicalo. Súplica que quieres mi polla dentro de ti, estirando cada centímetro hasta golpear ese punto sensible que te gusta que toque. Hasta correrme dentro de ti y así marcar que eres mía preciosa.
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𝐻𝐴𝑊𝐾𝐸...
AléatoireLauren Grey se encarga en entregar el café por las zonas aledañas de Nueva York, en especial en un lugar, Hawke company's. Lugar donde ella se volverá la obsesión de aquel de quién menos pensó.