𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 14

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Dos años atrás...

Todo el maldito día he escuchado a Emma hablarme sobre la cafetería de su mejor amiga. Lo impresionante que es, como me encantará, y como amaré el café de allí.

No me niego, no lo hago, al contrario, con tal de quitarmela de encima acepté ese maldito café. Es sólo un café y ya.

¿Qué puede tener de emocionante eso?

¡Nada...! Es sólo café, pero Emma insiste tanto en que es tan bueno. Me enseñó todo un menú de opciones; pedí las que más llamaron mi atención: donas de chocolate blanco, galletas de avena y un café negro sin azúcar. Simple, para así no terminar de decepcionarme del lugar, y conseguir un momento amargo.

Lo acepto por Emma y su insistencia, por como lo ha suplicado, aparte de que de Jamie se metió en esto, diciendo: ¿Por qué no pedir café de allí?

-—Su pedido esta hecho, señor Hawke.—anunció Emma, con una sonrisa complacida.

—Gracias, Emma.—dije sin mucho interés.—Hoy sabremos si es cierto lo que dicen de la cafetería de tu amiga. ¿Y supongo hoy tendré el placer de conocerla?

—A una de ellas.—Aclaró.

Levante mi mirada de los papeles frente a mí escritorio. Alzando una ceja ante lo que dijo Emma.

¿A una de ellas? ¿Pues cuantas son? ¿Un millar de ella?

¡Qué maldito fastidió! Niñas inmaduras como Emma. Sin entendimiento alguno, supongo.

—¿"A una de ellas"?—cuestione con el ceño fruncido.

—Así es, señor.—aclaró Emma, mientras acomodaba carpetas de papeles, y papeles sobre mi escritorio.—Jenna y su mamá, son dueñas de ese lugar.

—Eso lo sé. Fue lo único que dijiste en toda la mañana.—alegue.

—Ajá...—bufo.—Pero no le dije sobre Lauren.

—¿Lauren?—cuestione con una ceja alzada, pero sin dejar de ver los papeles frente a mí. 

—Si.—contesto.—Es quien reparte café. Trabaja con Jenna desde hace un tiempo.

Lauren...el nombre Jenna ya de por sí me desagradaba, pero este no.

De ella casi no me hablo, supongo por la insistencia que pidiéramos café de ahí.

—Interesante.—Dije sin tanta importancia.—¿Emma, Ackerman pidió café?

—Si, señor.

La silueta de Emma se hizo presente frente a mí, tomando asiento mientras cruzaba una rodilla sobre la otra, concentrada en los papeles frente a ella. Moviendo la pluma entre sus dedos, un acto nerviosos que me hace chasquear la lengua en disgusto. Alzando una ceja mientras de mis labios sale un suspiro que parece más un bufido de mí parte.

¿Pero si tanto la odio, por que no despedirla? Simple: hace bien su trabajo.

Emma es muy buena siendo mi asistente, y muy buena con cada cliente que viene a mí. Eso me agrada, su que me cueste decirlo y admitirlo.

—¿Y que pidió?—indague con curiosidad.

—Un café negro, dos pastelillos de frambuesa y un brownie.—explicó.

—Jamie le tiene fe a esa cafetería.

—¿Usted no?—cuestionó, alzando su mirada hacia mí. Acatando toda mi atención.

Inhale y exhale, dejando a un lado mis anteojos, mientras veía a Emma con un ceño fruncido, y la seriedad escurriendo de mis poros.

—Todo lo nuevo...aveces para algunas personas, es malo, o simplemente perder la fé.—expliqué.

𝐻𝐴𝑊𝐾𝐸...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora