𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 15

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Atenea...

Bucarest Rumanía. 11 de septiembre del 2020. 7:30 PM.

Rumanía...Rumanía de noche sigue siendo aún más de hermosa, como Nueva York por las noches, que despierta para darle vida a la gran manzana, junto a la quinta avenida que alumbra el camino de todos los transeúntes de esa zona, junto a los turistas de diferentes zonas y países.

Es septiembre y ya las actividades navideñas empezaron, como las decoraciones aqui en Rumanía. Las calles y decoraciones, junto a la pista de patinaje en hielo, gente fingiendo ser Santa Claus para poder recaudar fondos, o conseguir algo de dinero, o los pequeños dulces que regalan en cada tienda.

En la cafetería solíamos dar bastones de caramelo de menta, o aveces pequeños pastelillos cubiertos de chocolate, junto a chispas de chocolate en colores de rojo, verde y blanco. Todo para una decoración de Navidad perfecta, en especial para esta época fría. Un chocolate caliente junto a un par de malvaviscos caseros que damos, y sacamos a exhibición solo para esta época de noviembre y diciembre.

Ahora este año será diferente, con Sebastián a mí lado, y una gran víspera de Navidad.

¿En Rumanía? Si, no lo sé, estoy tratando de llenarme de sabiduría para poder pedirle que sea en Nueva York y no aquí. Volver a ver a Emma, Jenna, e incluso a Ackerman, que casi no es de mí agrado, pero tampoco es que le tenga repudió.

Pero por ahora, mis ojos observan a mí alrededor, las calles oscura de Rumanía, que son iluminadas por los pequeños negocios de esta ciudad; Bucarest. Lugar que aún no conozco, solamente Brasov, Bucarest será nuevo para mí, ya que lo poco que e visto de este ha sido desde la casa de los Orlovschi, que tiene un jardín con una vista espectacular de prácticamente toda Rumanía.

La vista desde ese lugar es impresionante, yo misma fui testigo de esto, junto al millón de comentarios y murmullos que salían de labios de otros, que aseguraban esto. Como si esa casa fuera una de las siete maravillas del mundo, o un engaño más para caer en tentación.

Sebastián empezaba a anunciar nuestra llegada a lo más afuera de Bucarest; unas cabañas que eran adornadas por la soledad de esta noche oscura, junto a la tranquilidad, y la pacifidad que solamente este lugar me ha dado desde que llegué aquí.

Solos el y yo. Un par de camionetas con hombres muy atrás, que cuidaran de ambos en nuestra tranquilidad, asegurándose que nadie se acerque por aquí. Sebastián parece nervioso, como si esto fuese una cita, o algo por el estilo. Mientras conduce voy tomando su mano de vez en cuando, sonriendo para el en cuanto su mirada se gira hacia mí, y observa cada punto de mí.

Tintineando su dedo índice sobre el volante, haciendo que su anillo rezonara sobre el cuero de este, inhalando y exhalando un suspiro cómodo, junto al silencio de ambos que a ninguno le molesta. Hasta llegar a nuestro destinó, y aparcar el auto frente a un jardín, que guía un camino de piedra junto a varias pequeñas farolas de luz blanca.

—-Esperame aquí un segundo, muñeca.

Escucho un susurró por parte de Sebastián, un susurró débil y tembloroso, antes de salir del auto. Sale de este, para luego rodearlo, y ayudarme a salir de la gran camioneta, entrelazando su mano entre la mía con delicadeza, hasta hacer que mis botas toquen el pasto que algo resbaladizo es por la humedad de la noche.

—Gracias...pero no era necesario.—alegue con una risita entre labios.

—Todo es necesario si es para ti, muñeca.—contradijo.

Guío mi mano hasta sus labios, besando cada nudillo de este. Besos delicados, suaves y sedientos, saboreando la miel de mis poros, hasta hacer arder mis mejillas, y el sonreír victorioso.

𝐻𝐴𝑊𝐾𝐸...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora