Capítulo 1.

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¡Vaya! Jamás había estado en un residencial tan lujoso como éste. No tuve problema para llegar aquí, todo mundo en Omaha sabe qué es el Lago Cunningham y cómo llegar.

—¿A dónde va?

El guardia frente a la reja del residencial se agacha a mi ventanilla para mirarme. Intento hablar, pero Buck hace tanto ruido que tengo que apagarlo.

—A la casa de la familia Graham.

—¿Su nombre?

—Elizabeth Martin.

—¿Identificación?

Frunzo el ceño mientras busco dentro de la mochila mi cartera. ¿Es necesario todo esto? ¿Quién vive aquí? ¿El gobernador?

—Puede pasar, señorita Martin.

El guardia me regresa mi credencial y presiona un botón dentro de su caseta para que el portón se abra de par en par.

Sigo conduciendo calle abajo hasta que encuentro el número de la dirección que la secretaria del señor Graham me dio. Estaciono a Buck en la acera, agradecida de que sea un barrio seguro porque la alarma ya no sirve.

Paso el enrejado con la mochila en mi hombro para ir directo a la puerta principal. Después de timbrar, espero un par de segundos antes de que una chica rubia abra la puerta.

—¿Si?

—Me llamo Elizabeth Martin, busco al señor Graham por el trabajo que solicitó.

La chica rubia de trenzas asiente y me hace una seña para que entre. Me lleva hasta la sala y me pide que tome asiento mientras ella llama al señor Graham.

Y estoy bastante nerviosa. El trabajo solo decía que tenía que leer para alguien, pero no mencionaba quién. Si es una persona mayor, tal vez necesiten a una enfermera. Pero la paga es tan buena, que renuncié a la ferretería.

—¿Señorita Martin?

Un hombre de traje oscuro me sonríe y estira su mano para estrechar la Sofía.

—Solo Liz.

—Bueno, Liz, yo soy Charles Graham. Gracias por venir.

—Gracias a usted por la oportunidad, señor Graham.

—Leí tu currículo y me parece muy interesante que estudies literatura inglesa, sé que tendrás mucho en común con mi hijo.

¿Un niño?

—Okey. ¿Qué debo hacer?

—Como dice el anuncio, leer para él. Solo hay una pequeña dificultad.

¡Lo sabía!

—¿Cuál?

—Él está atravesando por un momento muy difícil. De hecho, todos lo estamos, pero él más. Su humor estos últimos meses no ha sido bueno y hace huir a cada enfermera que he contratado.

—¿Está enfermo?

—No, Liz, es un chico sano con un temperamento terrible.

—¿Y si él no quiere que le lea? —pregunto con temor.

—Ese es otro problema. Realmente esperaba que te ganaras su confianza lo suficiente para que te quedes mucho tiempo.

—Puedo intentarlo. —balbuceo, pero estoy un poco insegura sobre lo que realmente debería hacer.

Obviamente es un adolescente problemático que no quiere a nadie detrás de él y aquí estoy yo aceptando el empleo para pagar mi préstamo estudiantil.

—Me alegra escucharlo, Liz. Y bienvenida a esta casa, espero que te sientas cómoda y si necesitas algo puedes pedírselo a Gisselle.

—Gracias Señor Graham.

—¿Lista para conocerlo?

Mi corazón se acelera de anticipación y mi mente me pide que salga corriendo lo más rápido que pueda, pero solo paso saliva y asiento hacia el señor Graham.

Me guía escaleras arriba y luego por un pasillo oscuro hasta la última habitación. ¿Podría esto ser más escalofriante?

—¿Hijo? —Charles golpea la puerta—. ¿Estás despierto?

Él vuelve a golpear la puerta sin recibir respuesta. Cómo si fuera algo que hace usualmente, saca una llave de su bolsillo y abre la puerta sin decir una palabra.

—¿Hijo?

Camino detrás de él por la habitación oscura. Cortinas oscuras cubren las ventanas, pero no están completamente cerradas y la luz que se filtra es suficiente para resaltar el perfil del chico sentado en la silla junto a la ventana.

—Ella es Liz, vendrá a hacerte compañía en las tardes.

—No necesito una niñera —gruñe él con una voz ronca nada infantil.

—No seas tonto, John. No es una niñera.

El chico sigue sin mirarnos, así que no sé si debería acercarme a él o intentar hablarle.

—Hola John, escuché que te gustan los clásicos así que traje mi libro favorito para leer juntos.

—¡Lárgate! ¡Llévate tus buenas intenciones contigo cuando salgas de aquí!

—John... —le gruñe su padre.

—Sácala de aquí, no necesito su caridad.

—No voy a irme —digo con voz firme para que se haga a la idea y el pensamiento de mi préstamo por pagar —. Vine a leer para ti, si quieres escuchar o no es tu problema.

Detrás de mí está un sillón de una plaza, así que enrollo la cortina junto a mí y me siento en el lugar con el libro en mis manos. El señor Charles me mira y una pequeña sonrisa se estira en sus labios. Me entrega la llave que tiene en su mano y sale de la habitación de su hijo.

No lo entiendo, el chico ni siquiera me mira, pero su presencia llena toda la habitación. Estoy en su terreno, sintiéndome como una presa más que como una compañía amistosa. Sacudo la cabeza para alejar mis temores y comienzo a leer mi libro de Tess en voz alta esperando que, con el tiempo, él me acepte como su amiga.

Luz y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora