Capítulo 24

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—¡Lo sabía!

Me enderezo en automático al escuchar el escandaloso grito de un hombre. Mierda. La luz está encendida y Kyle Graham me señala desde la puerta.

—No, no. —me apresuro a buscar mi ropa en la cama... O en el piso.

Miro a mi izquierda y puedo ver que John sigue dormido, tiene profundas ojeras oscuras porque seguramente ayer no durmió. ¿Qué hora es?

Cuando miro hacia el umbral de la puerta, el rubio odioso ya no se encuentra ahí y sus pasos furiosos se alejan por el pasillo.

—¡Papá! —escucho su grito.

—Mierda, John, ¡John! —lo muevo para que despierte—. ¡Tú papá! ¡Kyle!

Vuelvo a vestirme lo más rápido que puedo, dejando la ropa interior porque lo que necesito hacer ahora mismo es detener al rubio chismoso que me enviará a prisión.

—¡John! —le grito de nuevo pero él apenas y se mueve.

Salgo corriendo de la habitación hacia el pasillo, guiándome por los molestos gritos de Kyle a dónde supongo es el estudio de su padre.

—¡Te lo dije! ¡Te lo advertí! ¡En lugar de niñera le pagaste una puta!

Me detengo en el marco de la puerta para mirarlo, agitada por el esfuerzo de correr y seguramente pálida por la sorpresa de encontrar al señor Graham sentado en su silla. Su ceño se frunce cuando me ve.

—¡Kyle! ¿Pero qué expresiones son esas? ¡Respeto!

—¿Respeto? ¡Ésta no se merece ningún respeto! —se gira para señalarme—. Es una cualquiera, interesada solo por el dinero, ¡Seguramente planea embarazarse del idiota de John!

—¡No es cierto! —intento defenderme—. ¡No soy una cualquiera!

—Ah, ¿no? ¿Y cómo explicas todo esto? ¿Eh? —me ignora para mirar a su padre—. ¡Tú dijiste que solo era una niñera! ¡Y le estás pagando por tener sexo con él!

—¡No es así! —lo empujo para que me deje acercarme a Charles—. Yo quiero explicarlo, ¿puedo explicarlo?

—¡No! —Kyle me empuja—. ¡Lárgate ya!

—¡Kyle, basta! —el señor Graham golpea su escritorio—. Deja de gritar, por el amor de Dios. No entiendo nada con este griterío.

Nos empujamos el uno al otro hasta que puedo acercarme a la silla frente a su escritorio. Kyle se recarga en la puerta, pero es la figura de John la que me sorprende.

—Yo puedo explicarlo. —dice con seriedad.

—Claro. — se burla el rubio—. El bastardo viene a defender a su puta.

Suficiente.

Me levanto de la silla sin pensarlo y tan pronto como lo tengo al alcance, lo golpeo con el puño en la mandíbula. ¡Jodido idiota! ¿Cómo se atreve a hablarle así a su hermano?

—¡Liz! —Charles me mira sorprendido.

—Lo siento mucho, señor Graham. Puede despedirme si quiere, pero no permitiré que Kyle sea ofensivo con John, ¡Es su hermano! —mi chico de ojos grises estira su mano para tirar de mi brazo.

—Pequeña estúpida. —gruñe Kyle desde el piso—. ¿Lo ves? La chica está sacando las garras, fingiendo preocupación por este imbécil que seguro ya está de su lado.

—No estoy fingiendo nada. Yo renuncio, señor Graham. Pero...

—Nena, no. —John cubre mi boca con su mano.

—Kyle, sal en este momento de mi vista. —su padre señala la puerta—. Tendremos una charla más tarde.

El rubio se levanta rápidamente y golpea la puerta antes de desaparecer.

—Papá, yo quiero...

—Tú también, John. —lo interrumpe—. Ve a tu habitación mientras hablo con Liz y trata de no pelear con Kyle. Es tarde y no quiero más discusiones.

John besa mi hombro, me suelta y sale también del estudio de su padre. Charles señala la silla en la que antes estuve sentada.

—Por favor, Elizabeth, toma asiento.

—Lo siento mucho, señor Graham, sé que lo defraudé y que abusé de su confianza con John, pero lo que siento por él es algo que no planeé. —las ganas de llorar se atoran en mi garganta mientras lucho por seguir hablando—. Puedo regresarle todo el dinero que me pagó, todo lo devolveré y prefiero renunciar, pero por favor no me aleje de él.

—Cariño. —Charles levanta la mano para que yo guarde silencio—. ¿Sabes cuántas niñeras tuvo John antes de ti?

¿Niñeras? Sacudo la cabeza negando porque realmente no lo había pensado.

—Ocho. Y solo tú has logrado sacarlo de esa habitación oscura.

De pronto sonríe y la confusión nubla mi mente. ¿Esta es su forma de decirme que iré a prisión? ¿O piensa ofrecerme un trato justo para que me aleje de su hijo?

—Yo no entiendo.

—Soy yo quien te debe una disculpa, Liz.

—¿Ah?

—Estaba tan desesperado por ayudar a mi hijo que ese día que te presentaste a la entrevista tuve una idea. Eres una chica lista, muy linda y dulce. La verdad es que yo esperaba que John se enamorara de ti.

Estoy más confundida con cada palabra.

—Creí que, si él se enamoraba, dejaría de sentirse solo y retomaría el gusto por la vida, haría planes y todo eso que los chicos enamorados hacen.

—¿Usted está de acuerdo? —balbuceo queriendo recibir la confirmación de que no iré a prisión.

—Si, cariño, por supuesto que estoy de acuerdo. Me alegré tanto el día que fui a recogerlo a tu departamento, ¡Y qué decir de ayer! Me llamó para pedirme la cita con el especialista y estoy tan agradecido por eso.

—Ya que lo menciona, ¿Cuál es la mala noticia? Él estaba muy triste.

—John quería saber si hay alguna forma de acelerar su recuperación, y lamentablemente no la hay. Puede tomarle semanas, meses e incluso años. No hay un límite de tiempo.

—Ahora entiendo.

—Y creo que todo eso es gracias a ti.

—Yo de verdad lo quiero, y lamento tanto no haber sido honesta con usted.

—Como ya dije, no tengo ningún problema con que ustedes estén juntos si eso es lo que desean. Creo que eres tú lo que mi hijo necesita.

—Gracias, señor Graham.

—Y no aceptaré tu renuncia, a menos que ya no quieras el empleo.

—No me parece justo ahora recibir dinero por pasar tiempo con mi novio.

Sus cejas se arquean y es entonces que caigo en cuenta: Mi novio.

—Discutiremos ese asunto después con más calma Liz. Por ahora, ¿Por qué no le das la buena noticia a John?

—Si, señor. Y gracias.

Luz y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora