Estoy tan ansiosa que llegué antes de mi hora a la casa de los Graham. Reviso una última vez el móvil para asegurarme que no tengo una llamada de último minuto cancelando mi visita de hoy y bajo de Buck.
Levanto la mano para tocar el timbre cuando la puerta se abre, dejándome ver al señor Charles con una expresión tan seria que me dificulta pasar saliva.
—Liz, cariño. —se hace a un lado para que yo pase—. Lamento no haberte llamado antes.
Rayos.
—¿Pasó algo?
—Tal vez sería mejor que te fueras, y volviéramos a intentar mañana... O en un par de días.
Niego en automático porque ahora estoy asustada. ¿Qué rayos pasó? ¿Dónde está John?
—¿John está bien? —pregunto con temor y de nuevo el señor Charles señala hacia la sala.
—Ayer fuimos a consulta con el médico. —se sienta en el sofá y yo en el otro frente a él—. John no había querido ir a revisión, así que me sorprendió que lo pidiera. El problema es que no nos dieron buenas noticias y ahora está algo desanimado.
—¿Desanimado? —balbuceo para mí misma.
—Enojado sería la descripción más certera. No ha querido salir de la habitación desde ayer y me temo que se ha puesto algo violento.
—Déjeme verlo.
—Cariño... —Charles me mira con una sonrisa triste—. Me encantaría, pero temo que pueda lastimarte.
—No lo hará, solo quiero hablar con él.
—Elizabeth, no creo que...
—Por favor. —lo interrumpo—. Déjeme hacerlo. Le prometo que me alejaré si él intenta hacerme daño.
Aunque lo dudo, John no me atacaría.
—Supongo que vale la pena intentarlo, solo ten cuidado y cualquier cosa... Grita.
—Claro.
Abrazo con más fuerza mi mochila mientras subo las escaleras. Como es costumbre, golpeo la puerta dos veces antes de meter la llave para quitar el seguro.
—Vete. —gruñe antes de que pueda verlo.
—¿John? —la habitación está a oscuras, justo como en los primeros días.
—Vete, Liz.
—No.
Cierro la puerta y dejo caer la mochila en el piso. El único lugar en el que él podría estar es su cama, así que me acerco con cuidado de no tropezar con nada.
—Quiero estar solo. —gruñe de nuevo.
—Pues qué lástima, debiste pensar en eso antes de conseguirte una novia.
—¿Eso qué significa? —pregunta con un tono de irritación.
—Que perdiste toda tu privacidad porque soy una novia muy melosa y posesiva.
—Nena, hoy no estoy de humor.
Sigo el sonido de su voz hasta la cama, donde puedo sentir que está recargado contra la cabecera y los pies extendidos hacia el frente.
—No puedo creerlo, ¿Nuestro segundo día y ya estás echándome?
—Dios... Eres muy irritante cuando te lo propones.
Me recuesto a su lado, acercando mi cabeza hasta su pecho. ¿Quiere estar a oscuras? Bien. Pero me quedo aquí con él.
—Leí que así son las novias, les gusta molestar a sus novios y yo no quiero ser la excepción. De hecho, pensé que podríamos salir a cenar.
—Ya te dije que no estoy de humor.
—Entonces puedo cocinar algo aquí para ti y para mí.
—No tengo hambre.
—No me importa. —sonrío, aunque sé que no puede verme.
—¿Entonces no vas a irte?
—Nop.
—Maldición. Nena, de verdad, quiero estar solo y...
No lo dejo que termine la frase. Tan pronto como siento su aliento sobre mi mejilla, tomo su cabeza para acercarlo a mis labios. ¿Quiere solo sentarse en silencio? Bien, puedo hacerlo.
Se inclina hacia mí, deslizando su mano hacia abajo por mi brazo y hasta mi cintura. El beso se vuelve más intenso a cada minuto y me pregunto si esto es lo que le hace falta.
—John. —jadeo cuando me aparto para respirar.
—Tranquila, solo quiero besar a mi novia.
—Bueno, creo que tus manos quieren más que eso. —detengo el movimiento sobre el botón de mi pantalón.
—No lo había notado.
Se ríe, pero sigue sobre el cierre del pantalón y luego bajo mi camiseta verde. Debería detenerlo, pero creo que un poco de cariñitos podría animarlo.
—¿Perdiste algo? —río cuando pasa la mano por encima de la tela del sostén.
—No, nada.
—Bebé, está muy oscuro, ¿Te importa si abro las cortinas?
—No necesitas ver, solo sentir. — muerde mi cuello y se me eriza la piel.
Intento protestar, pero estoy tan concentrada sintiendo sus manos en mi espalda tratando de alcanzar el sostén que me quedo callada.
Mis manos se mueven sobre su pecho, bajan hacia el abdomen y continúan su camino hasta sus pantalones de chandal. Dios, ¿Ni siquiera se ha quitado la pijama?
—¡John! —chillo cuando intenta bajar mis pantalones.
—¿Qué?
—¡Dije que no habría sexo!
—Como digas, nena, desde mañana nada de sexo. —se ríe.
Quiero protestar de nuevo pero mis manos ya están acercando su rostro para volver a besarlo. Si, sin duda en mejor novio de todos.
Las sábanas de su cama están frías, así que me aferro a su cuerpo para entrar en calor, mientras él sigue dejando besos por mi abdomen haciéndome reír.
—Nena, guarda silencio.
—Lo siento. —me río—. Es que me haces cosquillas.
—¿Cosquillas? —jadeo cuando lo siento desnudo contra mi piel.
—Bueno, ya no son cosquillas, pero igual quiero gritar.
—Eso es bueno, me gusta cuando gritas.
—¡No hagas ruido! Tu padre está abajo. —luego lo recuerdo—. ¡No gritos, nada de gritos!
Sería vergonzoso que el padre de John entre a la habitación pensando que su hijo intenta atacarme cuando realmente estamos...
—Bien, no gritos.
Solo gemidos se me escapan cuando se cierne sobre mí, su cuerpo cálido encajando con el mío. Se mueve lentamente al inicio hasta que su respiración se agita.
—¿Nena? —jadea y yo me estremezco en sus brazos.
—La oscuridad es buena, me gusta la oscuridad. —balbuceo relajando el cuerpo.
Aún gime cuando me aferro a sus brazos, pero estoy tan cansada que cierro los ojos un momento para descansar. Un segundo, solo un poco... ¿Qué podría pasar?
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Luz y Sombras
Roman d'amourEs solo un trabajo, ¿Cierto? El trabajo más sencillo y una buena paga solo por leer libros a un chico. Sin embargo, siento que hay algo más que no se menciona en el pequeño anuncio del periódico. Pero como ya he aceptado el empleo, tendré que descub...