—¿Renunciaste?
—No.
—¿Papá te corrió?
—Mmm, no.
—¿Vas a dejarme?
—Tampoco.
Me acerco a él, que está sentado en la cama con una expresión seria seguramente molesto por el asunto con su hermano. Ese rubio de pacotilla va a escucharme bien uno de estos días.
—De hecho, tu papá está de acuerdo con nosotros.
—¿Sí? —levanta la cabeza y sus ojos grises intentan enfocarme.
—Si. Creo que incluso tenemos permiso para salir oficialmente, no más salidas secretas. —beso su mejilla con un ruidoso gesto—. Es tarde, tengo que irme, pero te veré mañana... Bebé.
—¿Que? Espera, ¿Qué dijo? —arquea las cejas por la sorpresa, pero no detengo mi camino hacia la salida.
Son casi las 11 de la noche y tengo que salir ahora si quiero tener algunas horas de sueño. No voy a aprovecharme de mi nueva situación en casa de los Graham.
—Te ves muy feliz. —Amanda se ríe mientras toma un tazón de cereal como desayuno.
—Lo estoy, gracias por notarlo. — guiño un ojo—. Hoy tengo mi último examen, entrego el último proyecto y estoy liberada del resto de las actividades escolares.
—¡Uy! ¡Tiempo libre! ¿Y qué piensas hacer? ¿Correr a los brazos de tu amorcito?
—Si, probablemente eso haga. Aún tengo que escoger un vestido para la graduación, tal vez él quiera ir conmigo a buscarlo.
—Oh, es cierto. ¿John te acompaña a la graduación? Será divertido.
—No lo sé, pero voy a preguntarle. Tal vez estar con tantas personas lo desoriente y no quiero hacerlo sentir mal.
—Solo pregunta, no pierdas nada. De todas formas, yo tengo que irme, pero te veré más tarde.
—Adiós Amanda.
—¡Adiós Lizzy!
Yo también sirvo un tazón de cereal y me alisto para ir a la universidad. Podría pasar por casa de John más temprano y llevar algo de comida para ambos, una pizza para celebrar.
Aún no me queda claro cómo es que serán las cosas con el señor Graham. Obviamente no debería pagarme por ser novia de su hijo, así que lo mejor será dejar en claro que no debe pagarme. Estaré con John porque es lo que deseo hacer, aunque tenga que conseguir otro trabajo en verano.
Llego a casa de los Graham media hora antes y tomo la mochila con los pastelillos que compré en la panadería. Espero ansiosa a qué Gisselle abra la puerta porque hoy nada ni nadie puede afectar mi buen humor.
—Agh... —gruñe cuando me ve.
—Buen día para ti también, querida. —le sonrío—. No te preocupes por mí, conozco el camino.
Señalo hacia la escalera e ignoro los gestos de desagrado de esa mujer que tiene los ojos puestos en mi chico. Voy a tener que enseñarle un par de cosas si insiste en acosarlo.
Apenas he subido dos escalones cuando la voz de Kyle llama mi atención. Viene desde la cocina y me sorprende saber que se encuentra aquí a esta hora cuando normalmente llega más tarde.
—Solo lo digo, John.
—Métete en tus asuntos, imbécil. —John gruñe y me detengo para escucharlo.
—Bien, pero ya te veré después, cuando ella te haya dejado por otro chico que si tiene un futuro que ofrecer y no es una carga.
—¡Que te calles!
—Oh, vamos, no me digas que de verdad crees que tienen un hermoso futuro juntos. ¿Ella cuidando de ti sin poder cumplir sus propios sueños? Eso es bastante egoísta, hermano.
—¡Cierra la maldita boca de una vez! —el sonido de la silla siendo arrastrada me sobresalta—. No tienes por qué meterte en mis asuntos.
—Lo hago por tu bien, aunque no lo creas, bastardo idiota. Vas por la vida causando lástima a todos, pero nadie, nadie dejará su vida por ti. Ni siquiera Papá...
Exhalo fuerte por la nariz cegada por el enojo, ¿Cómo es que esté chico no entiende?
—¿Qué mierdas te pasa? —le gruño desde la puerta de la cocina.
—Agh, genial, ya llegó la salvadora. —se burla.
—¡Pedazo de idiota, acabas con mi paciencia!
Esta vez no aviso ni me preocupo por lo que el señor Graham pueda pensar. Mi puño golpea tan fuerte su nariz que la escucho quebrarse un poco.
—¡Estúpida!
—¿Perdón? —jadeo ofendida—. ¡El estúpido aquí eres tú! ¡El que no entiende eres tú! ¡Bastardo egoísta!
Le gruño sus palabras con tanto coraje que el estómago me arde.
—¿Lo ves, Johnny? Dejando que tu nana luche tus batallas, ¡Qué maduro!
John intenta alejarme de su hermano tomando mis hombros, pero vuelvo sobre mis pasos solo para patear con fuerza su rodilla para hacerlo caer.
—¡Eres un imbécil, Kyle! ¿De qué te sirve tener tu maldita vista perfecta si eres un ser despreciable? ¡Lástima me das tú! Nadie te defiende porque no lo mereces.
—¡Gisselle! —chilla el rubio—. ¡Llama a mi padre! ¡A la policía! ¡Liz me atacó!
Miro sobre mi hombro para ver a la chica de trenzas inmóvil en la puerta, sus ojos muy abiertos por la sorpresa se mueven de Kyle hacia mí, luego a John.
—¡Mueve el culo, Gisselle! —le gruñe de nuevo.
—Hazlo, llama al señor Graham. —le pido—. Pero sabes igual que yo que éste idiota se merece cada uno de esos golpes.
Ella asiente y luego mira a John. Cuando vuelve su vista a Kyle, le lanza una mirada con tanto enojo que no me sorprendería que también lo golpeara un poco.
—Oh, genial, el bastardo causando lástima para que lo defiendan.
—¡Basta ya! No es lástima, entiéndelo. —John sostiene mis brazos para alejarme de su hermano—. Es cariño, es empatía por alguien que es bueno y no un imbécil que lo único que hace es soltar palabras envenenadas.
El rubio se pone de pie para tomar una toalla de la cocina y presionar si nariz. Intenta ir hacia su hermano, pero esta vez es Gisselle quien se interpone en su camino para evitarlo.
—Me largo, de todas formas, no quiero seguir en esta casa que solo trae malos recuerdos.
Sale de la cocina y luego azota la puerta en su huida dramática. Pero no tengo tiempo de pensar en él porque John ya está dando la vuelta para subir las escaleras.
—¿John?
—Vete Liz. —dice sin detenerse—. Se acabó.
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Luz y Sombras
RomanceEs solo un trabajo, ¿Cierto? El trabajo más sencillo y una buena paga solo por leer libros a un chico. Sin embargo, siento que hay algo más que no se menciona en el pequeño anuncio del periódico. Pero como ya he aceptado el empleo, tendré que descub...