SALTAR LAS TRINCHERAS

CAPITULO VII

Cinco meses se decían fácil, pero teniendo un hermano como Javyer, la dificultad de tener una relación con su mejor amigo, crecía a niveles que de los que a veces no podía huir. Había pensado más de una vez mejor terminar con Tom y que su vida fuera al menos un poco más ligera; pero por supuesto que cuando le veía la sonrisa a Tom, y sentía que a su lado las cosas tenían mucha más tranquilidad, prefería hacerse el ciego junto a su hermano y soportar todo lo que quisiera hacerle.

Hoy había planeado un picnic para Tom. Iba a llevarlo al campo cerca de su escuela y ponerle lucecitas bonitas y música. Después de todo o bueno que había sido Tom con él, lo de menos, creía, era hacer algo que lo hiciera feliz, así que también escribió una carta e hizo una pequeña pintura en la que había estado trabajando todo el mes. La flor favorita de Tom, los alcatraces, que realmente no eran flores, más bien hojas que crecían de distinto color en la misma planta.

Se suponía que Boris iba a hacerle el favor de llevarlo hasta allí, y ya le estaba esperando con la cara larga de siempre. Al parecer venía de familia. Bill se subió a su habitación a arreglarse muy rápido; un suetercito blanco, unos pantalones negros y ss botas de combate de siempre. Su cabello alaciado.

Bajó corriendo las escaleras y sonrió a su hermano.

—Listo... perdón por tardar. —Boris puso los ojos en blanco y apretó las llaves en su puño. —¿Me ayudas con el cuadro?... para llevar el pastel.

—Sí... —Tomó el cuadro y le echó un vistazo; sintió un poco de incomodidad al ver, en su letra pequeña un "te amo" en tinta azul. —¿Amo?, ¿qué no llevan cinco meses?

Bill salía de la cocina con el pastel y miró a su hermano, que también lo miraba a él.

—Pero Tom me gusta desde que le conocí... —Sonrió, avergonzado. El rostro de Boris se transformó en uno un poco disgustado.

Caminaron dirección al auto, donde, apenas abrir, la voz de Javyer los hizo a ambos detener su paso.

—¡Yo manejo! —El corazón de Bill se apretó fuerte en su pecho. Quiso que Boris peleara por no hacerlo.

—Tú no vienes, imbécil, voy con mi novia después. —Javyer levantó las cejas.

—Vas a una fiesta, yo quiero ir a conocer a tus compañeros. —Se rio, estirando la mano para que le diera las llaves. —Yo manejo.

—Imbécil. Te odio demasiado.

Javyer se rio y recibió las llaves en la palma de su mano.

Boris era de los tres hermanos mayores, el que menos se metía en problemas. Había tomado su distancia con Javyer y Andrew; ya no le llamaba tanto la atención ser un hijo de puta como lo eran ellos, y desde que había formado lazos serios con su novia, su cooperación en la familia era cada vez más escasa. A veces hasta parecía que vivía en otra casa.

Y contra toda voluntad, Bill también subió en el auto y apretó sus manos fuerte en el plato con el pastel en él. Suspiró muy fuerte y se dispuso a mirar por la ventana el resto del camino. Sus hermanos platicaban de chicas y de la escuela; Javyer seguía yendo pese a que su generación entera ya se había graduado. No era muy bueno para el estudio.

—Y bueno, me la he follado como nunca, Boris... sin condón... —Se carcajeó fuerte; Boris solo sonrió. —Pero se tomó una pastilla y dijo que con eso estaría bien...

—Mmm... qué aventado, hermano... yo que tú, no volvería a hacer algo tan riesgoso. Tú de padre darías asco. —Los dos se carcajearon fuerte. Bill se mordió la lengua.

—¿Y tú?, ¿ya lo hiciste con Miranda? —Boris se mordió los labios ante la pregunta, pregunta a la que Bill agudizó el oído. Era un tema que le interesaba y, si acaso tenía que hacerle una pregunta acerca de eso a uno de sus hermanos, definitivamente sería a Boris.