CAPÍTULO XXIX Oportunidades y desdichas

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El clima era templado, el viento hacía un vaivén de susurros que tenían un lenguaje distinto, raro y especial que solo las almas sabias que poseían una virtuosa paciencia de escuchar podían interpretar, mi querida niña disfruta el cántico que ha sido creado para todos los que habitan aquí, mi querida niña tendrás que ser muy fuerte, vive intensamente este maravilloso día obsequio para ti, sé feliz porque no sabrás cuanto dure la tormenta y puedas volver para curar tu espíritu y renacer.

El mar verde azulado revelaba en sus ojos un brillo y color inusual, como si el cielo y aquel mar se conjuntaran al mismo tiempo en ellos, toda su expresividad irradiaba una serenidad que los mismos dioses míticos de antaño hubieran codiciado, después de la zozobra del viento ahora jugaba mimoso con sus invisibles manos con su cabello, la duna y algunas olas que por el ímpetu del mar que quería llamar su atención celoso de los demás elementos de la naturaleza acariciaba sus pies, refrescaba su cuerpo para que todo fuera agradable para ella, para que se relajara y sus pensamientos fluyeran como el agua que corre a través de los arroyos y dan vida a todas las criaturas de los alrededores.

Los rayos del sol eran la esperanza que iluminaba los senderos y ponían ante las almas perdidas las posibilidades de encontrarse así mismos y hallar la liberación, niña, mi querida niña, en los momentos más llenos de dolor, de rabia, de impotencia y melancolía nunca olvides que no te abandonaré, si te abandonas a ti misma es que te has cegado y has dejado de recordar que no estás del todo sola, sentirás que te derrumbas y no podrás levantarte pero no claudiques, intenta mantenerte firme por más pesada que sea la carga, al final hallarás la beatitud y podrás vivir con plenitud, te estaré esperando mi querida niña y no será sola.

Julia sonrió, lo hizo como nunca y quizá no lo volvería a hacer en mucho tiempo, era de esas sonrisas que invitaba con espontaneidad a los que la miraban también a sonreír regresando el gesto que consideraban amable y les llenaba a ambas partes de un regocijo invaluable, toda esta poesía se dijo así misma porque presentía que lo siguiente que vendría sería una sequía fatal y desbastadora en la que no habría señal de vida, y era complicado saber su duración, claro estaba que también era cautelosa y se aseguraba que su padre cumpliera su palabra de no seguirla, al mismo tiempo se mantenía alerta, toda la reservación y boletos fueron con un pseudónimo gracias a la ayuda de ciertas influencias, en ese viaje también disfruto de los bosques, del mirador y la magnífica vista que daba la altura del Efa el punto más alto de la duna Orekhovaya, era una ensoñación, sin embargo; era la hora de regresar a Moscú, sin imaginar que el infierno iba a ser más inmenso de lo que calculó.

En la Corte Suprema de Rusia se hallaba lista toda la audiencia para dar inicio al juicio y al desahogo de pruebas, la Secretaria de Sala la Licenciada Polina Makarova presentó a ambas partes como era costumbre, hizo su arribo el Juez Fyodor Gólubev y al golpear el mazo dio acceso para que se presentara el siguiente testigo, dando juramento ante la biblia se encontraba el Médico Cirujano que intervino a Natalia Mikhailova, ahí estaba Olesya Zaytseva al lado del Fiscal de Distrito Vitaliy Egorov, Alina estaba totalmente abstraída admirándola, era impresionante su seguridad en el Tribunal, entonces ahora empezaría la Defensa con Elena al frente, ya estaba sentado en el estrado el Señor Filipp Magomedov, a lo que dijo el Magistrado:

-Buen día a todos, Asistente Paralegal Elena Katina tiene uso de palabra, por ende puede interrogar al testigo.

-Gracias su Señoría, buen día Señor Filipp Magomedov, daré comienzo con las preguntas si usted me lo permite.

-Buendía, estoy listo Licenciada Katina.

-Bien usted es el Médico Cirujano que desde un principio valoró a la Señora Natalia Mikhailova ¿cierto?

La pianista. ПианистDonde viven las historias. Descúbrelo ahora