diez

24 3 0
                                    

: ₊˚⋆☾⋆⁺ dime que será : ₊˚☾⋆⁺

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

: ˚⋆☾⋆⁺ dime que será : ˚☾⋆⁺

Después de la charla reconfortante con Emilia, Sara decidió enfrentar la situación directamente y hablar con Rodrigo. Se sentía preparada para obtener respuestas claras y resolver las dudas que habían estado atormentándola.

Llamó a Rodrigo y acordaron que Rodri vendría a su casa. Pasadas unas cuantas horas alguien tocó el timbre de la casa de Sara, ella sabía que era rodrigo así que simplemente abrió la puerta haciendo lo pasar, se sentaron en el sillón del living bastante separados uno del otro.

—Bueno Rodrigo. Gracias por venir —dijo Sara, tratando de mantener la calma.

—¿Qué queres hablar? —respondió Rodrigo sin levantar la vista de su teléfono.

Sara se acomodó mejor frente a él, sintiendo un nudo en el estómago. —Quería hablar sobre lo qué pasó después de lo del beso y sobre nosotros. Estoy confundida y necesito entender qué está pasando.

Rodrigo finalmente dejó su teléfono y la miró. —Sara, no pasa nada con eso. No hay nada que entender, fue un error y ya.

La frustración comenzó a crecer en Sara. —Pero no puedes simplemente ignorar lo que está pasando y tampoco me puedes estar ignorándome, somos amigos y me estas habiendo sentir pésimo necesitamos resolver esto.

Rodrigo suspiró, aun que no eran las cosas que quería decirle a Sara tampoco quería confesarle que estaba así porque no le correspondió en beso y para el eso fue afirmar que Sara no quería nada amoroso con el. —No hay nada que resolver. Tu eres la que está rara, es tu problema, no el mío.

Las palabras de Rodrigo la golpearon como un puñetazo. —¿Cómo puedes ser tan indiferente? ¿Tan insensible? No puedo seguir así, no voy a estar rogándote que me des algo de claridad o de respeto por mis sentimientos.

Rodrigo la miró tristemente intentado endurecer su mirada. —Sara, las cosas son como son. Si no estás feliz, puedes irte. No te estoy obligando a quedarte. —Soltó arrepintiéndose al instante pero ya no había nada que hacer.—

Esa respuesta fue el punto de quiebre para Sara. Se levantó del sillón , sintiendo una mezcla de enojo y tristeza. **—Eso haré. Hasta aquí llegan las cosas, Rodrigo. No voy a seguir en una situación donde no hay reciprocidad ni respeto. Sabes donde está la puerta. Adiós.
—dijo y subió rápidamente a su habitación azotando la puerta.

Rodrigo suspiró frustrado, acababa de arruinar todo no había vuelta atrás, sabía que Sara era de una sola línea y que era muy difícil hacerla cambiar de parecer después de que ella tomara una decisión. La había cagado y grande lo sabía, no le confesó a Sara sus sentimientos por miedo a perderla pero ahora la había perdido y para rematar le había mentido.




Sara estaba tirada en su cama llorando con un nudo en la garganta y un torbellino de emociones en su interior. Se sentía liberada por haber tomado una decisión, pero también dolida por la falta de empatía de Rodrigo.

Su mente se llenaba de pensamientos. Se preguntaba cómo habían llegado a ese punto, dónde se había perdido la conexión y el respeto mutuo que alguna vez compartieron.

Decidió tomar una ducha para despejar su mente y relajarse un poco. El agua caliente caía sobre su piel, ayudando a calmar sus pensamientos turbulentos. Pero incluso en ese momento de tranquilidad, el recuerdo de la conversación con Rodrigo seguía presente.

Al salir de la ducha, se envolvió en una toalla y se sentó en el borde de la cama. Miró su teléfono y vio que tenía varios mensajes de sus amigos, preocupados por cómo había terminado la conversación con Rodrigo, ya que les había comentado a los chicos de que hablaría con el, incluso les dijo que sabía que las cosas de iban a arreglar.

Uno de esos mensajes era de Uní. Decía:
"Prima, estoy aquí para ti. Si necesitas hablar o simplemente estar acompañada, estoy a solo una llamada de distancia."

Esa muestra de apoyo y amistad la reconfortó. Sara decidió responderle a Uní y aceptar su oferta de compañía esa noche.

German llegó poco después, trayendo consigo una bolsa de palomitas de maíz y una selección de películas para ver juntos, para intentar Sara pudiera pasar un buen momento.

—Sarito, sabes que siempre puedes contar conmigo, ¿verdad? —dijo Uní mientras se acomodaban en el sofá.

Sara asintió con una sonrisa. —Lo sé, Ger. Gracias por estar aquí para mí en momentos como estos.

La noche transcurrió de manera relajada y acogedora. Aunque la conversación con Rodrigo seguía resonando en su mente, Sara se sentía más tranquila y fortalecida por el apoyo de sus amigos. Sabía que había tomado la decisión correcta al poner un límite a una relación que ya no le estaba brindando felicidad ni respeto.

Dime que será Donde viven las historias. Descúbrelo ahora