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Después de la cena y una agradable caminata por la ciudad, Sara y Rodrigo regresaron al departamento de Sara. Se encontraban acostados en la cama, abrazados y disfrutando de la calma y la intimidad del momento.
El silencio entre ellos era cómodo, pero Rodrigo sintió que era el momento de abrir su corazón.
—Sara, hay algo que necesito decirte. Algo que he guardado por mucho tiempo y que siento que debo compartir contigo.
Sara levantó la mirada hacia Rodrigo, notando la seriedad en sus ojos.
—¿Qué pasa, Rodri?
Rodrigo tomó una respiración profunda antes de continuar.
—Siempre me gustaste, Sara. No es algo solamente de ahora, eres muy especial para mí. Pero tenía miedo, miedo de perder nuestra amistad si te lo confesaba. Por eso me alejé en ciertos momentos, tratando de mantener mis sentimientos bajo control.
Sara quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Rodrigo. Luego, con una sonrisa dulce, acarició su mejilla.
—Rodri, entiendo. Y quiero que sepas que siempre has sido importante para mí también. Nunca quise perderte como amigo, pero tampoco puedo negar que hay algo más entre nosotros.
Rodrigo la miró con sorpresa y esperanza en sus ojos.
—¿De verdad lo sientes?
—Sí, Rodri. Y creo que es hora de que dejemos de escondernos detrás de nuestros miedos. Quiero intentarlo contigo, de verdad.
Sin esperar más, Sara se acercó a Rodrigo y lo besó con ternura pero con pasión. Fue un beso cargado de emociones acumuladas durante mucho tiempo, un beso que sellaba un nuevo comienzo entre ellos.
Después del beso, Rodrigo tomó las manos de Sara entre las suyas.
—Gracias por escucharme y por darme esta oportunidad, Sara.
—Gracias a ti por ser valiente y sincerarte conmigo.
Se abrazaron con fuerza, sintiendo la conexión profunda y especial que compartían. Esa noche, en la intimidad de la habitación de Sara, comenzaron un nuevo capítulo en su relación, uno basado en la honestidad, el amor y la complicidad que habían estado buscando durante tanto tiempo.
