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: ₊˚⋆☾⋆⁺ dime que será : ₊˚☾⋆⁺

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: ˚⋆☾⋆⁺ dime que será : ˚☾⋆⁺

Era un martes por la tarde, uno de esos días tranquilos en Buenos Aires donde el sol acaricia las calles y el viento fresco suaviza el calor. Había quedado con Sara para ir a tomar un café en nuestro lugar habitual, un pequeño local en Palermo con mesas en la vereda y una atmósfera relajada.

Llegué un poco antes de la hora acordada y me senté en una mesa afuera. Me puse a revisar algunos mensajes en el celular. Al rato, vi a Sara cruzar la calle con su estilo despreocupado y una sonrisa en el rostro.

- ¡Rodri! -gritó por encima de la música mientras se acercaba. Ella levantó la vista y me sonrió ampliamente.

- ¡Sarita! ¿Cómo andás? -respondí, dije con un tono burlón, sabía que no le gustaba que le dijera sarita.

- Todo bien, che. ¿Vos? -dijo mientras se sentaba.

- Bien, bien. Hoy me tomé el día libre del stream para descansar un poco -contesté, señalando al mozo para que viniera.

- ¿Día libre? ¡Si nunca prendés, flojo! -dijo Sara, riéndose.

- ¡Pará! sí prendo, lo que pasa es que no te das cuenta porque siempre estás dormida -dije, devolviéndole la broma.

El mozo llegó y Sara pidió un café con leche y una medialuna. Nos quedamos charlando mientras esperábamos.

- Bueno, ¿y vos? ¿Cómo va la música? ¿Alguna novedad? -pregunté, genuinamente interesado.

- Justo ayer terminé de grabar una nueva canción. Estoy re contenta con cómo quedó. Te la voy a mostrar después -dijo ella, con entusiasmo.

- me parece -respondí.

El mozo trajo nuestras bebidas y nos relajamos, disfrutando del café y de la conversación. Hablamos de todo un poco: desde anécdotas de chicos hasta planes futuros. Con Sara siempre había algo de qué hablar.

Después de un buen rato de estar en el café salimos de ahí, caminamos un rato por las calles. Mientras caminaban por las calles de Palermo, Rodri observó a Sara sacar su celular se su bolso y vio un libro de stickers de Sanrio y no pudo evitar hacer una broma al respecto.

- ¿Stickers de Sanrio, Sarita? ¡Eres toda una friki! -dijo Rodri, riéndose y dando un ligero empujón juguetón en el hombro de Sara.

- ¡Ja! lo dice el menos friki, mírate ese tatuaje en la mano y después me decís que soy friki. -respondió Sara, devolviendo la broma con una sonrisa traviesa.

- Bueno, cada uno con lo suyo, ¿no? -respondió ella, devolviéndome la sonrisa.

Ambos continuaron riendo mientras seguían caminando, disfrutando de su amistad y complicidad en cada momento.

La tarde pasó rápido entre charlas, risas y algunos silencios cómodos. Disfrutamos del tiempo juntos sin necesidad de hacer nada extraordinario. A veces, lo cotidiano era suficiente.

- Che, ¿vos cuándo pensás volver a streamear en serio? -preguntó Sara, con una sonrisa traviesa.

- ¡Eh! Que ayer prendí cinco horas -dije, medio ofendido.

- Sí, claro, cinco horas de mirar videos luisito comunica.-dijo ella, burlona.

- Porque la gente los pide, ¿sabés? -respondí, riendo.

- Claro, claro. Algún día vas a hacer algo productivo -dijo Sara, dándome un empujoncito en el brazo.

-No seas mala boludita. Vos dedicate a cantar que yo me encargo del entretenimiento -dije, guiñándole un ojo.

- Che, Rodri, ¿te pinta un helado? -dijo Sara, mirando el reloj.

- Con este calor, un helado viene de diez -respondí, levantándome.

Caminamos por las calles de Palermo, hablando de cualquier cosa que se nos viniera a la mente. Con Sara, siempre era fácil y natural. Llegamos a una heladería y nos detuvimos para mirar los sabores.

- Yo me voy a pedir uno de dulce de leche con chips y uno de frutilla a la crema -dijo Sara, decidida.

- Yo voy por uno de chocolate amargo y uno de limón -dije, señalando al heladero.

Nos sirvieron los helados y salimos a la vereda a disfrutar del postre. Nos sentamos en un banco cercano y seguimos charlando mientras saboreábamos los helados.

- Che, ¿sabías que tu helado de chocolate amargo combina perfecto con tu cara de amargado cuando no streameás? -dijo Sara, riéndose.

- Y el tuyo de dulce de leche combina perfecto con lo dulce que sos cuando no estás molestando -respondí, guiñándole un ojo.

- ¡Ja! Muy gracioso, Rodri -dijo Sara, sacándome la lengua.

-Comete tu helado noma' fraca -dije, sonriendo.

La tarde pasó rápida entre helados, risas y charlas interminables

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La tarde pasó rápida entre helados, risas y charlas interminables.

Después de despedirse de Sara dejándola en su casa, Rodri decidió regresar a su hogar. Mientras conducía por las calles de Buenos Aires, su mente seguía inquieta por los pensamientos que había tenido durante su tiempo con Sara.

Cada momento con Sara me hace cuestionar cosas que antes daba por sentadas. ¿Estoy realmente desarrollando sentimientos más profundos por ella? ¿Podría haber algo más entre nosotros que solo amistad?"

El sonido del motor y las luces de la ciudad pasando rápidamente por su ventana no lograban calmar la tormenta de emociones que sentía en su interior. Se preguntaba si debería hablar con Sara sobre lo que estaba sintiendo o simplemente dejar las cosas como estaban para no arriesgar su amistad.

Finalmente, llegó a su casa y estacionó el auto. Se quedó unos minutos más en el vehículo, reflexionando sobre lo que debía hacer a continuación en relación con Sara, sabiendo que estas nuevas emociones no desaparecerían fácilmente.

Dime que será Donde viven las historias. Descúbrelo ahora