Capítulo 9.

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POV ANN

— ¿Puedo mirar ya?

— ¿De verdad has venido todo el camino con los ojos cerrados? —Álvaro se reía de mí sin bajarse de la moto.

— Has dicho que me agarrase fuerte, no que tuviera que mirar para adelante.

— Uuuy vale vale, no me hagas daño. —reía mientras se bajaba de la moto y guardó los cascos dentro del maletín.

— ¿Es aquí? —pregunté.

— Sí, pero hay mucha gente ¿no? Bueno, muchos críos. Ven. —agarró mi mano y tiró de mí por un pequeño sendero que se escondía detrás de unos árboles.— Aquí mejor. —había un llano algo más pequeño que el otro pero se veía genial el cielo. Álvaro se tiró en la hierba y me empujó haciendo que cayese encima suya.

— Qué majo. —ironicé.

— Qué tonta. —dijo en tono burlón sacando la lengua. Pasó su brazo derecho por detrás mía y me apretó contra su pecho. Se estaba muy cómoda encima de sus pectorales y podía oír como latía su corazón. Estaba muy agusto con él, pero me sabía mal, Álvaro siempre había sido así de majo conmigo, pero estaba claro que lo hacía por Derek, son mejores amigos, y me trataba como si también fuese su hermana pequeña. Eso me mataba por dentro.

— ¡Mira! —gritó señalando al cielo.— Pide un deseo corre.

Cerré los ojos y deseé lo que llevaba esperando mucho tiempo. Se me escapó una pequeña sonrisa y me mordí el labio.

— ¿Qué has deseado?

— ¿Que te crees tú que te lo voy a decir. —le saqué la lengua.

— Vale, sabes que al final me enteraré.

— Ya veremos... —susurré.

Empezaba a hacer frío, y Álvaro me pasó su sudadera por encima. Lo último que recuerdo es haberme quedado dormida bajo aquel cielo y en sus brazos. Y, efectivamente, así fue.
Me desperté por el sonido del móvil sonando en mi bolsillo. Lo primero que vi al abrir los ojos fue a él, tenía una cara de bebé dormido para comérsela. Nos habíamos quedado fritos de sueño en el mirador y habíamos pasado allí la noche sin querer. Rebusqué hasta que encontré el móvil y descolgué.

— ¿Sí?

— ¿Dónde estás? —era Derek.

— ¿Eh? No lo sé, creo. —estaba medio dormida y obviamente no era consciente ni de dónde estaba ni de qué decía.

— ¿Ann estás borracha? ¿Dónde está Álvaro? Le dije que se encargara de ti.

— Oye, no tengo diez años para que me mandes a la niñera cada vez que te vas con una tía.

— Yo tengo una edad y soy responsable. ¡Tú no! Dime dónde estás que voy a buscarte.

— Muy responsable no serás cuando te quieres tirar a mi compañera de piso, que si quieres te recuerdo que tiene la misma edad que yo.

— Ann no me cabrees más y dime dónde estás.

— Déjame vivir. —colgué el teléfono y volví a acurrucarme en los brazos de Álvaro. Odio cuando Derek se pone en plan sobreprotector, se cree el dueño de mi vida por ser mayor que yo.

— Ey. —Álvaro medio dormido aún acarició mi mejilla.— ¿Quién era?

— Nadie. —escondí mi cabeza en su cuello.

— Eh eh eh, no te escondas como las niñas pequeñas. —suspiré.

— Derek, era Derek.

— ¿Ha pasado algo? —su cuerpo se volvió tenso y su mirada estaba clavada en mí.

Empezar de cero. || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora