Capítulo 22.

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POV ANN

Estaba contenta por Carol y Derek, hacían una pareja muy bonita, aunque a veces era raro ver a mis dos "hermanos" besándose o en plan empalagoso. Y eso iba a seguir siendo así durante mucho, muchísimo tiempo, puede que toda la vida, porque parece ser que ambos son muy pegadizos el uno al otro y no hay Dios que los separe. Creo que Carol y yo habíamos heredado un afán cariñoso de alguno de nuestros padres. Pero claro, ella tenía a Derek como alma gemela, ¿pero y yo? Álvaro no es la clase de persona "cariñosa" que digamos. Él va siempre a su bola y no le va para nada el rollo empalagoso. Aunque Derek siempre me ha dicho que se muere por mí, pero yo lo dudo bastante a ser verdad. De hecho, se ha ido de casa justo después de que Carol y Derek se fuesen. Y aquí estoy. Frente a la televisión buscando alguna película o serie interesante para ver. Al final elegí una cómica del siglo XX, pero apenas me enteré de qué iba porque tenía la cabeza completamente inmersa en mis pensamientos.

Me parecía increíble cómo Derek y Álvaro habían llegado a ser amigos. O sea, Derek a veces podía ser un completo gilipollas, sí, pero también era el chico más romántico y cariñoso que había conocido nunca. Se preocupaba por toda la gente de su alrededor y siempre se reservaba para una sola chica. Mientras que Álvaro era todo lo contrario. Cuando lo conocí hasta me daba miedo hablarle. Era el típico chico mujeriego que iba a su bola y no tenía ni pizca de cariño. Y ahora... Bueno... Conmigo y con Derek había demostrado que al menos tiene un corazón que no es de piedra. Pero aún así, él era de esa manera y no creía que no cambiaría, pero como ya he dicho, creía.

Eran las 9:20 de la noche y la película no me entretenía mucho, así que decidí irme a la tienda a buscar unos cuantos cubos de pintura de color azul cielo; era raro que hubiera una tienda abierta a esas horas, pero había un almacén dónde había de todo dos calles más abajo que solía cerrar a las 10 pm o así. Carol y yo llevábamos días queriendo cambiar el color del salón, ¿y qué mejor momento para organizarlo todo que cuando estás sola? Pues eso. Que sobre las 22:15h de la noche llegué a casa cargada con dos cubos de pintura. No tenía sueño por lo que empecé a tapar con plásticos todos los muebles del salón.

Sobre las dos de la madrugada caí rendida sobre mi cama.

Me desperté con el espantoso ruido del timbre de la puerta, suponiendo que Carol ya había terminado su noche de pasión y, como siempre, había olvidado las llaves. Con toda mi cara de mala leche matutina, me levanté de poca gana y abrí al espantoso ogro que se dignaba a despertarme.

— Buenos días bella zombie. —Álvaro pasó directamente a la cocina, pero no sin antes revolotearme el pelo.

— Tú no tienes casa, ¿o qué? —le miré de reojo mientras cerraba la puerta.

— Tengo casa, sí, pero no compañero con quien tomarme estos deliciosos churros matutinos. —miré con asombro la bolsa.

— ¿Te he dicho ya que te adoro?

— Podría acostumbrarme. —Álvaro soltó la bolsa sobre la mesa de la cocina y preparó dos Colacao's calentitos.

— Eres mi príncipe azul. —susurré al probar un churro mojado en la leche caliente.

— No es muy complicado conquistarte. —Álvaro rió.

— Eh, un respeto a los menores. —le amenacé con el churro en la mano.

— A sus órdenes. ¿Y eso que has montado en el salón?

— Carol y yo queremos pintar, pero obviamente yo sola no puedo. —le miré.

— ¿Insinúas algo? —levantó una ceja.

— Puede. —le miré de reojo mientras dejaba las tazas en el fregadero, y pasé al salón.

Empezar de cero. || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora