Epílogo

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POV NATE

- ¿Tienes el billete y el pasaporte a mano?

- Sip.

- Llámanos cuando llegues, Nate, por favor.

- Voy a llegar bien, abuela - dije en tono obvio.

La abracé fuerte, muy fuerte. No la vería en nueve meses, y eso por dentro me entristecía mucho. Hice lo mismo con mi abuelo, sólo que con él acabamos chocando las manos.

- Os echaré de menos. ¡Os quiero!

- ¡Y nosotros también a ti!

Dicho esto, le entregué mi pasaporte y mi billete del vuelo a la azafata y recorrí el largo pasillo hasta llegar al avión, buscar mi asiento y acomodarme para las largas 7 horas que me esperaban de viaje.

San Franscisco, allá voy. Sí, San Francisco. Viajaré allí para luego trasladarme mediante un coche alquilado a la famosa Universidad de Stanford. Que por cierto, hay aún más horas de trayecto, lo que hace que esto sea aún más aburrido y pesado. Pero el hecho de que voy a estudiar ahí hace que se me olvide.

Acabé la secundaria con una nota lo suficientemente alta y más como para poder hacer la carrera de Medicina, algún día me gustaría ser Psiquiatra o Pediatra. Algo nada fácil en esta vida, pero tras todo mi gran esfuerzo y empeño he logrado llegar hasta aquí y eso hace sentirme verdaderamente orgulloso de mí mismo. También comentaré que voy a compaginar mis estudios con un pequeño pasatiempo por el que desde pequeño me sentí atraído: la música. Durante estos años he vivido de todo, desde momento magníficamente buenos a momentos desgraciadamente malos, lo que me ha inspirado a lo largo de este tiempo a escribir canciones. No tengo un estilo específico, sólo escribo lo que me sale del corazón y lo que siento en ese mismo instante, traduciéndolo directamente al papel mediante palabras.

[ ... ]

Maldito mapa. ¡No entiendo nada! Ya me había perdido dos veces. El GPS sin batería y, por si fuera poco, mi móvil en el mismo estado. Me rindo. No me quedaba otra opción que preguntar a alguien.

Salí del coche que había alquilado para un largo tiempo de mala gana y me quedé mirando alrededor durante unos segundos. Respiré profundamente, no me vendría mal para no acabar de perder la poca paciencia que me queda para encontrar la maldita casa dónde me voy a hospedar mientras esté aquí y... Vale Nate, cálmate.

Sigilosamente me acerqué a un señor que pasaba por ahí sumergido en sus pensamientos y le pregunté acerca de mi duda.

- Perdone, señor, ¿podría ayudarme a encontrar esta dirección? - le enseñé un papel con el supuesto nombre de la calle.

- Eh... Muchacho, estamos en esta calle. - ¿Había oído bien? ¿Me lo estaba diciendo en serio? Rayos, y yo dando vueltas durante tiempo.

- Ah, entiendo. Siento mi confusión. Entonces, ¿podría decirme si está casa queda cerca? - le mostré el papelito de nuevo, ahora mostrando el número de la supuesta vivienda.

- Mmm... Si no me equivoco, es la que está detrás suyo. - No podía creerlo. ¿Acaso esto era una broma o cámara oculta? Porque no le veo la gracia.

- Muchas gracias, señor. Ha sido de gran ayuda - le agradecí avergonzado.

Me giré y ahí estaba. Un dúplex moderno de paredes pintadas de un gris claro azulado con un bonito y ancho jardín bien cuidado que parecía rodearlo, ya que continuaba por detrás por lo que se veía.
Me gustaba.

Me dirigí hacia la entrada al jardín y caminé por el camino marcado con de piedras adheridas al suelo hasta llegar al porche. Subí los dos escalones que había antes de llegar a la puerta y una vez me situé enfrente, llamé al timbre. El ding-dong sonó por toda la casa y hasta se coló por mis finos oídos. Escuché unos pasos acercarse cada vez más hasta que la puerta se abrió, dejando ver a un chico sólo en bóxers. Era moreno con unos resaltables ojos verdes. Cuerpo bien trabajado, se notaba que iba al gimnasio o hacia deporte y se cuidaba. Parecía tener un aire de chico malo y chulo hecho todo un rompecorazones, aunque eso es lo que aparentaba ser, no tenía por qué ser así, sólo fue la primera impresión que tuve de él.

Empezar de cero. || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora