🔥CAPITULO 52🔥

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Juliette

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Juliette.

Al volver a despertar lo primero que me recibe son rostros enojados, miradas de muerte que no van dirigidas a mi y logró escuchar algunos insultos murmurados.

Al parecer es todos contra todos porque nadie parece salvarse de los insultos, incluso el pobre y tierno Alain está siendo insultado mientras insulta a Jean.

Carraspeo y todas las miradas se posan automáticamente sobre mi mientras el silencio vuelve a reinar, mi rostro enrojece con una rapidez mortificante cuando Yannick me mira, esquivo su mirada avergonzada y miro las sábanas.

Ahora que sé que es mi hermano me atormenta saber que pensé que era sexy, que tenía una enorme entrepierna y que era condenadamente hermoso para su propio bien, pero me atormenta más no haber dejado de pensar eso.

Mis ojos siguen queriendo viajar por todo su cuerpo con el mismo hambre con el que miro a los demás y eso es por lo menos, vergonzoso.

¡Es mi hermano!

Uno que no veo hace mucho más de una década y media, uno que tiene músculos en los lugares correctos y una entrepierna que se marcaba tan perfectamente en…

¡No!

Zacharie: ¿Estás bien sol? Llevas desmayada horas.

Damien: Tuvimos que llamar a un médico sólo para asegurarnos que este imbécil trastornado no te mato.

Juliette: No le digas así.

No necesite mirar para saber que está señalando a mi hermano, no me gusta que se insulten aunque no pueda hacer mucho al respecto en este momento, estoy casi inmóvil mirando las sábanas en mi regazo.

La vergüenza que siento por mis pensamientos es tan jodidamente enorme que ni siquiera puedo levantar la mirada por miedo a mirarlo y que de mi boca salga cada pensamiento inmoral que tuve sobre mi hermano.

Es mi carné y sangre y yo solo puedo ver de él la carne que no debería de notar.

Bastien: ¿Cielo estás bien?

Jerome: ¿Por qué estás sonrojada?

Juliette: Pueden solo callarse e irse, quiero estar sola.

Es la peor puta mentira que he dicho alguna vez, no quiero estar sola, solo quiero dejar de prestar demasiada atención a la forma en que mi hermano se mueve sobre sus pies aún cuando no lo estoy mirando.

Mi cuerpo entero siente y es consciente de su enorme cuerpo, demasiado consciente de la forma en que la camisa se flexiona cada vez que mueve sus brazos musculosos, jodidamente demasiado consciente y pervertida por la forma en que se levanta de la cama intentando llevarse mi mirada a sus piernas.

A su entrepierna.

Y me cuesta tanta jodida voluntad no levantar el rostro y mirar la forma tan prominente y perfecta en la que se marcaría su entrepierna al levantarse.

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