[08: amor (no) merecido.]

1K 115 39
                                    

Los tiburoncitos cuando accidentalmente Pedri y Ferran quedan encerrados solos:

Los tiburoncitos cuando accidentalmente Pedri y Ferran quedan encerrados solos:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

💖🌻





Diego miraba como su papá se vestía de forma elegante. Se veía apuesto, él quería ser así de grande. Pero no tan tonto, le gustaría saber que su papá se este preparando para casarse con Pedri, pero no, su papá tonto se esta preparando para ir a trabajar en pleno fin de semana. 
No se iban a quedar solos, ya que Pedri dijo que los cuidaría pero igual estaba enojado con él. 

Salió de la habitación de su padre, bajó las escaleras en dirección al sótano, sus hermanos estaban ahí jugando a la play. Vergonzosamente, Ángel estaba siendo goleado por Lucas. 
La notebook también estaba abierta en una de las mesas. Su papá lo ha olvidado nuevamente y debía de hacerle acordar más tarde. 

—¡Chicos, vino Pepi! —anunció su padre alfa, pero fue ignorado épicamente por los tres. O quizás estos ya estaban confabulando algo nuevamente. 

—Encerrarlos juntos... si están en un lugar donde nadie más está pueden sentir presión y papá le pedirá ser su novio. —Dijo Ángel, un plan maquiavélico formándose en su mente. 

—Podríamos encerrarlos en el sótano. —Lucas dijo con ojitos inocentes. Los dos hermanos más altos lo miraron con malicia, las mentes brillantes venían en cajitas pequeñas y tiernas como Lucas. 

—Hay que adecuar todo para hoy cuando papá vuelva. —Diego expresó. Los tres subieron las escaleras para esta vez sí recibir al recién llegado omega. 
Pedri estaba sentado de manera tímida en una de las sillas mientras Ferran se movía con elegancia dentro de la cocina. 

—Pepi... —llamó Lucas, desde esa vez que pasaron dos días con Pedri. El omega se ha vuelto más susceptible a todo. Los han visto conversar hasta tarde juntos, a su papá dándole besitos al otro y Pedri correspondiendo de manera tímida. Siempre les resultaba asqueroso pero toleraban, porque según así se demostraba amor. 

—Hola cachorros... —Pedri bajó de la butaca y los abrazo a los tres. El fresco aroma a sandías pico en sus narices, los tres sintiendo como sus corazoncitos se aceleran. Ese era el mismo sentimiento que causaba Pedri en su papá, si uno de ellos fuesen su papá ya hasta se habrían casado con Pedri. Pero quitando eso de lado, deberían de hacer algo para que ese omega sea su otro papá. 
Pedro los llevó a los tres al sofá y como ya acostumbran, Lucas se subió en su regazo y los otros dos a sus costados. Ferran miraba como el omega mimaba a los tres. Sus pequeños se fundían a los costados de Pedri, como si quisieran estar dentro de él, movían sus naricitas disfrutando del aroma del mayor. 


—Debo irme... —anunció, Pedri levantó la cabeza para mirarlo y aprovecho eso para darle un corto beso en los labios. Ferran sentía a su alfa rugir en su interior, se sentía como un verdadero hogar. En donde su omega es Pedri. 

—Iug... —la queja de los pequeños causó una risita en ellos. Después beso a los tres en sus cabecitas y empezaron a reírse, moviéndose por las cosquillas hasta salir corriendo. 

—¡Papá! —el grito de los niños le causó gracia. 

—No los molestes. —Pedri dijo con una sonrisita en su rostro. Reposó su cabeza en el sofá. Ferran miró embobado al más joven, posó sus manos en el borde del mismo y se agachó a la altura. El cálido aliento chocó contra el suyo y sus labios se rozaron con suavidad. —Fer... —el murmullo le provocó un leve jadeo, unió sus bocas en un beso cálido y gentil. Degustando del contrario. Las manos del alfa subieron con suavidad hasta rozar con sus yemas la glándula del omega, Pedro suspiro en medio del beso. 
Se besaron por un largo rato, lento y profundo hasta que el aire falto. 
Ferran depositó cortos besos sobre los carnosos labios y por las mejillas. Pedri reía con dulzura, pudo escuchar los fingidos de arcada de parte de sus hijos otra vez. 


—Envidiosos. —murmuró y Pedri se rió con ganas. 
Ferran tomó su maletín, se despidió con un último beso y salió de la casa. Pedri tomó una de las almohadas del sofá y tapó su rostro para chillar. 



×××××××





Pedri se movía con libertad por la cocina, se estaba preparando para la cena y los niños estaban jugando en el sótano. Los había visto recoger algunas cosas de la cocina, bajar almohadas y mover sillas en el mismo lugar. Cuando les preguntó sobre lo que estaban haciendo, argumentaron que solamente iban a jugar. Les dejo hacer sus cosas, después de todo y era su casa. Aunque su omega moría de curiosidad se mantuvo al margen cuidándolos. 

Escuchó el ruido de la puerta y vio a Ferran entrar. 
Los pasitos en la escalera resonaron, los tres pequeños corrieron a los brazos de su papá. Vio al alfa hablarles bajito, dándole besos en sus cabezas. Su omega se removió ante la vista, su bajo vientre cosquilleo por eso mismo.

Tanto tiempo se ha sentido un intruso en la vida de cualquier persona, pero saber que estas cuatro personas lo habían incluido a su vida sin ningún problema lo ponía feliz. De pronto estaba derramando lágrimas alertando a los Torres. 

Ferran lo miró confundido, pero quienes llegaron a él fueron primero los tres pequeños. Lo rodearon con sus bracitos y después sintió a Ferran unirse al abrazo. 


—¿Qué sucede, bonito? —preguntó Ferran. El omega negó mientras escondía su rostro en el pecho del alfa. Sintió y escuchó el ruido de los besitos que le daban los tiburoncitos para buscar calmarlo, lejos de hacerlo sentir mejor eso empeoró su llanto. Todos se habían encargado de dejarle en claro que no merecía un amor tan bonito como este, pero ahí estaba. 
Sentado en el regazo de Ferran siendo sostenido con cuidado y con los pequeños pegados a él, buscando reconfortarlo. 

—No llores, bonito. —Lucas usó la misma palabra que su papá, se subió en su regazo y tomó sus mejillas para limpiar las lágrimas restantes. 

—Lo siento mucho chicos, yo solo... yo nunca imaginé que podría formar parte de una familia como la de ustedes. Los quiero mucho. —murmuró, el chillido de felicidad de los cachorros le hizo reír, limpiando sus mejillas antes de que los tres lo tumben en el sofá y lo llenen de besos. Ferran se reía con ternura al ver la escena, misma que grababa con su móvil. 

—Te quiero mucho, Pepi. —Diego sostuvo de las mejillas al omega. —Eres el más lindo de todo el mundo. —culminó antes de darle un besito en la nariz. 

—No se que es lo que mi corazón hace, pero contigo es feliz. Gracias por mudarte frente a nuestra casa, Pepi. Sin duda, me haces feliz. —Ángel sujetaba su mano con fuerza, Pedro ha notado en este tiempo que él era más reservado pero de igual forma muy mimoso. 


—Te amo, papi. —Lucas fue más directo, las mejillas del omega se sonrojaron hasta más no poder. Ferran se rió, para ese punto se había quitado el saco y la corbata. 
Pedri fue a lavarse el rostro mientras los Torres ponían la mesa, escuchó la amena charla de los pequeños sobre una sorpresa en el sótano para ellos. Pero que debían entrar más tarde o mañana. Ferran aceptó entrar en la mañana ya que sería domingo y no tendrían trabajo de ningún tipo. Los niños aceptaron gustosos. 


Después de todo ya estaban por hacer otra vez el trabajo sucio. 
















Continuará...





Ya, denme una familia así. Yo también quiero ser madrastra.





Pato🦈

Tres Tiburoncitos para Enamorarte [Fedri] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora