CAPITULO 4 - UN PEQUEÑO GRAN PRÍNCIPE

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Un silencio aburrido invadía todo el salón. Tan sólo el sonido de la pluma contra el papel era lo que se escuchaba.


El hombre frente a él seguía escribiendo.
Enserio odiaba a esa clase, si pudiera simplemente evitarlo, lo haría. Además, el maldito tema ya lo sabía.

–Alteza, le pido que se concentre en su lectura– dijo el hombre acomodándose los anteojos desde la parte de la nariz.


El principe sentado en su pupitre alzo el libro para cubrirse el rostro y fingir seguir la lectura.

Pasaron unos 15 minutos más en completo silencio hasta que ya no aguanto más.

a la mierda– susurró.

–¿Disculpe?– preguntó el profesor que se encontraba sentado en un sofá individual color rojo con acabado dorado.

–Nada profesor, decía que este tema ya lo sé.– dijo en un tono bastante respetuoso.

El profesor lo vio sobre sus anteojos y luego cerró el libro con la mano con la que lo sostenía. Cruzó las piernas y se volvió a acomodar los anteojos.

– No dudo que ya lo sepa majestad, no por algo lo considero un prodigio a pesar de su corta edad.– menciono el hombre.

¿Corta edad? Ya tenía 12 años , tampoco era un idiota.

–Pero como usted ya sabrá, estás clases son obligatorias.– explicó su profesor pacientemente.

El príncipe bufó en hartazgo y recostó su mentón en el pupitre.

Paró el libro de nuevo para cubrir su rostro.

"eñro comu uhted a abrah eñtañ claseñh son obliñatoriash" si claro, solo me quieren molestar la existencia.

Reviró los ojos y fingió leer nuevamente.


Uno...


Dos...

Tres...


–Pero profesor enserio. Ya me sé este tema de memoria. Es Historia, la historia es la misma de hace siglos, no va a cambiar.– dijo el príncipe en un tono de reproche– por qué mejor no pasamos a otro tema más avanzado o...ah! Ya sé!– dijo el joven mientras se erguía más en su asiento de emoción– Matemáticas! Prefiero las matemáticas mil veces antes que está mier-

El profesor volteo a verlo con impresión al escucharlo, abriendo sus ojos y enderezando se en su asiento.

–Eeesta aburrida materia en la que soy experto– se corrigió rápidamente el príncipe.

Mierda, casi la cago.

Le sonrió mostrando todos sus perfectos y blancos dientes en una mueca de nerviosismo.

El profesor se le quedó viendo seriamente sin apartar la vista del joven príncipe.

Hasta que exhaló un bufido y recostó su espalda sobre el asiento.

Destensó su postura y relajó los hombros.

– Alteza, yo sé que usted es un joven más que brillante, destaca en todas sus disciplinas. Pero esta materia es obligatoria– dijo el profesor explicándole comprensivamente.– no puedo simplemente omitir o pasar por alto sus deberes.

DEVIL KRIMSON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora