—¿Cómo te sientes?
—Mejor que ayer. Esto es mucho mejor que el lodo: ropa limpia, medicinas, un saco de dormir... y tú.Lo amo
y siento que en cualquier momento voy a vomitar de tanto amor...Le toco la mejilla, y él me coge la mano y se la lleva a los labios.
Ay.
Me pone nerviosa.
Recuerdo que eso mismo me contó mi padre que lo hacía con mi madre y me pregunto dónde lo habrá visto Peeta, porque seguro que no ha sido entre su padre y esa bruja con la que se casó.—Se acabaron los cariñitos hasta que comas —le digo, a pesar de tener muchas ganas de devorarlo a besos.
Lo ayudo a apoyar la espalda en la pared y él se traga obedientemente las cucharadas de papilla de bayas que le doy.
—No has dormido —me dice.
—Estoy bien —respondo, aunque me encuentro agotada. —Duerme un poco. Yo vigilaré. Te despierto si pasa algo.Leah—sigue diciendo, al verme vacilar—,no puedes estar despierta para siempre.En eso tiene razón, en algún momento tendré que dormir, y mejor hacerlo ahora que Peeta está relativamente alerta y tenemos la luz del sol a nuestro favor.
—De acuerdo, pero sólo unas cuantas horas; después me despiertas.Peeta asintió, sonriente y satisfecho por lograr convencerme
(claramente ignorando el hecho de que siempre lo logra).Ahora hace demasiado calor para el saco de dormir, así que lo coloco sobre el suelo de la cueva y me tumbo encima, con el arco cargado en una mano, por si tengo que disparar en cuestión de segundos. Peeta se sienta a mi lado, apoyado en la pared, con la pierna mala estirada delante de él y los ojos clavados en el mundo exterior.
—Duérmete —me dice en voz baja, y me aparta los mechones de pelo que me caen sobre la frente. Siempre me resultó tranquilizador que haga eso.
Me relajo tanto que me transporto a la tarde cuando al fin logré persuadirlo de salir al bosque y aceptó, pero preocupado, aunque luego la pasó de maravilla; y al atardecer, me acosté sobre una manta en el pasto y él comenzó a hacer las mismas caricias sobre mi cuero cabelludo...
No quiero que se pare, y él no lo hace; me sigue acariciando el pelo hasta que me quedo dormida.
Demasiado, he dormido demasiado. Lo sé en cuanto abro los ojos y veo que ya no es por la tarde. Peeta está a mi lado, en la misma posición. Me incorporo, sintiéndome algo a la defensiva, aunque llevo días sin encontrarme tan bien.
—Peeta, se suponía que ibas a despertarme en un par de horas.
—¿Para qué? Aquí no ha pasado nada. Además, me gusta verte dormir; no frunces el ceño, lo que mejora mucho tu aspecto.Obviamente, eso me hace fruncir el ceño, y él sonríe.
Entonces me doy cuenta de lo secos que tiene los labios. Le toco la mejilla y está tan caliente como una estufa de carbón. Me asegura que ha estado bebiendo, pero a mí me parece que los contenedores están llenos. Le doy más píldoras para la fiebre y me quedo a su lado mientras se bebe primero un litro de agua y después otro. Le curo las heridas leves, las quemaduras y las picaduras, que tienen mejor aspecto. A continuación me preparo mentalmente y le quito la venda a la pierna.
Se me cae el alma a los pies, porque está peor, mucho peor.
Ya no hay pus al aire, pero se ha hinchado más, y la piel, tirante y reluciente, está inflamada. Entonces veo las líneas rojas que le empiezan a subir por la pierna: septicemia.Si no recibe atención médica, morirá. Mis tratamientos caseros no servirán de nada si no tengo los fuertes medicinas del Capitolio, y No tengo ni idea de cuánto podría costar algo tan potente; si Haymitch recoge las donaciones de todos los patrocinadores, ¿será suficiente? Lo dudo. Los regalos suben de precio cuanto más duran los juegos
—Bueno, está más hinchado, pero no hay pus —digo, con voz temblorosa.
—Sé lo que es la septicemia, Leah.
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END GAME~ (Peeta Mellark)
Fanfiction᯾ 𝐄𝐧𝐝 𝐆𝐚𝐦𝐞- a ᵖᵉᵉᵗᵃ ᵐᵉˡˡᵃʳᵏ history... 𖦹 " 𝖸𝗈𝗎 𝗅𝗈𝗏𝖾 𝗂𝗍, 𝖨 𝗅𝗈𝗏𝖾 𝗂𝗍 '𝖼𝖺𝗎𝗌𝖾 𝗎'𝗋𝖾 𝗆𝗒 𝗍𝗒𝗉𝖾 𝖸𝗈𝗎 𝗁𝗈𝗅𝖽 𝗆𝖾 𝖽𝗈𝗐𝗇 𝖺𝗇𝖽 𝖨 𝗉𝗋𝗈𝗍𝖾𝖼𝗍 𝗎 𝗐𝗂𝗍𝗁 𝗆𝗒 𝗅𝗂𝖿...