🐞
Recuerdos del pasado
La mañana del 4 agosto permanece grabada en mi mente como si fuera ayer. El sol apenas comenzaba a filtrarse tímidamente por las cortinas de la mansión cuando fui sacudido por los gritos desgarradores de Martín del Castillo. Mi corazón se aceleró instantáneamente mientras me incorporaba en la cama, mis sentidos agudizados por la urgencia y el miedo que se apoderaban de la atmósfera.
En ese preciso instante, Lorenzo irrumpió en nuestra habitación, su rostro marcado por la gravedad de la situación. La angustia pintaba líneas profundas en su frente. El terror se había apoderado de él, pero también la resolución de enfrentar lo que sea que estuviera causando ese grito desgarrador.
— ¿Qué sucede? — murmuré, apenas capaz de articular las palabras.
— la hija de Martín desapareció—respondió
La llegada de esa revelación fue como un golpe devastador que sacudió los cimientos de nuestra existencia. Desde ese día, el caos comenzó.
Nos encargaron eliminar a varios hombres, y la primera vez que nos negamos, el dolor se convirtió en nuestra amiga más severa. Sentimos en carne propia las consecuencias de desafiar a Martín, y comprendimos que la única forma de sobrevivir en su mundo era obedecer sin cuestionar. Juré proteger a mi familia con mi vida, enfrentando cada desafío y golpe con valentía, aunque eso significara sumergirme aún más en las tinieblas que nos rodeaban.
Así comenzamos nuestra metamorfosis, convirtiéndonos en los cazadores de Martín del Castillo, acechando en las sombras y persiguiendo a aquellos que se atrevían a desafiar su autoridad. Cada misión era una sentencia de muerte segura, un recordatorio constante de nuestra fragilidad en un mundo dominado por la violencia y la ambición desmedida.
El lema de Martín resonaba en nuestros oídos como un mantra oscuro: "La compasión es para los débiles". Aprendimos a suprimir nuestras emociones, a convertirnos en espectros de la noche cuyos corazones ya no latían sino por el propósito implacable de nuestro amo. Nos convertimos en sombras vivientes, en guerreros sin rostro cuya única lealtad era hacia el hombre que había forjado nuestras almas en el fuego de su propia depravación.
Incluso en medio de la oscuridad, había destellos de luz. Con Lorenzo, aprendimos a encontrar placer en los excesos de la vida, buscando refugio en el éxtasis del sexo sin control. Cada día nos sumergíamos en un torbellino de sensaciones, donde cada encuentro era una nueva experiencia, una nueva mujer, un nuevo placer. En la vorágine de nuestras pasiones, nos transformamos en seres distintos, despojados de inhibiciones y remordimientos.
Sin embargo, detrás de la aparente felicidad efímera, acechaba la sombra de la incertidumbre y el peligro. Cada rincón de nuestra existencia estaba impregnado de un aura ominosa, como si el destino estuviera tejiendo su telaraña a nuestro alrededor. Los momentos de éxtasis se veían ensombrecidos por la constante amenaza latente, alimentando una sensación de inquietud que se filtraba en nuestras almas.
Mientras nos entregábamos al placer sin restricciones, noticias desoladoras comenzaron a llegar, como siniestros presagios de un futuro incierto.
La voz de mi madre, llena de angustia y temor, resonó en la habitación, rompiendo el silencio tenso que nos envolvía como una pesada manta. Cada palabra cargada de preocupación perforaba el aire, haciendo eco en los rincones oscuros de la habitación. Sus ojos, llenos de interrogantes, escudriñaban nuestras almas en busca de respuestas que temíamos dar.
— ¿Dónde estaban?— Su voz, un eco de inquietud, resonó en el aire, exigiendo una explicación que apenas nos atrevíamos a articular. Mis labios se entreabrieron, pero las palabras se negaban a salir, ahogadas por el peso de la verdad que amenazaba con salir a la luz y destrozar la aparente normalidad de nuestras vidas.
—Estábamos... trabajando— murmuré
Mi voz apenas un susurro en la oscuridad opresiva que nos rodeaba. Pero la mentira se deslizaba torpemente entre mis labios, incapaz de ocultar la verdad que se agitaba inquieta en lo más profundo de mí ser.
El dolor destelló en los ojos de mi madre, mezclado con una pizca de desconfianza que cortaba más profundo que cualquier cuchillo.
—¿Por qué me mienten?—respondió mi madre
Su pregunta resonó en el aire, cargada de una amargura que hizo eco en nuestras almas, recordándonos que cada mentira solo nos alejaba más de la realidad que se cernía sobre nosotros.
Lorenzo intervino, su tono impregnado de una falsa calma que apenas podía ocultar la tensión que se arremolinaba a nuestro alrededor.
—Solo salimos un rato, mamá. No hay nada de qué preocuparse, aseguró— sus palabras como un débil intento de contener el vendaval de emociones que amenazaba con arrastrarnos.
Pero incluso mientras hablaba, sabía que nuestras palabras eran frágiles como cristal, a punto de romperse y revelar la verdad que se ocultaba detrás de nuestra máscara de normalidad. El recuerdo de las palabras de mi madre seguía resonando en mi mente, como un eco persistente que se negaba a desaparecer.
—Sus hermanas desaparecieron—respondio
El recuerdo de aquella terrible verdad se agitó en el aire, llenando la habitación con una sensación de desesperación y desolación.
El escalofrío que recorrió mi espina dorsal fue como un aviso ominoso, un presagio de que la verdad que tanto temíamos enfrentar finalmente había llegado a nuestra puerta. Las palabras de mi madre se clavaron en mi conciencia con la fuerza de una verdad incómoda, perforando las capas de mentiras y engaños que habíamos construido para protegernos de la oscuridad que amenazaba con devorarnos a todos.
¿Cómo podíamos encontrar las palabras para calmar los miedos de mi madre, cuando ni siquiera éramos capaces de enfrentar la realidad? La mentira se extendía entre nosotros como una red pegajosa, envolviéndonos en sus hilos mientras luchábamos por mantenernos a flote en un mar de secretos y decepciones.
El mundo de la familia Duarte se tornó aún más gris de lo que ya estaba desde un principio. La sombra de la tragedia cernía sobre nosotros, oscureciendo cualquier atisbo de luz que pudiera haber quedado en nuestras vidas. Los rostros antes radiantes de mis seres queridos se desdibujaron en la penumbra, sus miradas cargadas de preocupación y desesperanza reflejando el peso de nuestras mentiras y el dolor de nuestras acciones.
En ese momento, nos dimos cuenta de que ya no éramos los mismos. La inocencia que alguna vez nos había definido había sido arrastrada por la corriente turbulenta de nuestras elecciones, dejándonos a la deriva en un mar de arrepentimiento y desesperación. El futuro que antes parecía tan brillante y prometedor ahora se extendía ante nosotros como un paisaje desolado, marcado por las cicatrices de nuestras decisiones y las consecuencias de nuestros actos.
ESTÁS LEYENDO
LOS DUARTE :EL ORIGEN [Completa]
Teen FictionLaura nunca imaginó que un giro del destino la arrastraría al oscuro mundo de los Duarte, donde deseo y peligro se entrelazan. En un juego sin reglas, ella deberá enfrentarse a secretos profundos y pasiones prohibidas... ¿Será capaz de encontrar la...